Capítulo 16

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Tras el trayecto seguimos discutiendo Naz y yo sobre mis zapatos, no me hace ni la mínima gracia que me los quite. Son mis zapatos. El coche se para dando a entender que ya llegamos al hotel, me siento a gusto porque ya llegamos a un sitio donde le molesta a Naz pero recordando lo de ayer no me siento tan a gusto. Salimos los cuatro del coche y nos dirigimos a la puerta, Todo esta limpio, y no parece que ayer mismo hubo una fiesta aquí.

-Hola querida –la voz de Manuel aparece y se acerca a abrazar a Naz. –El hotel sin ti es muy...vacio digamos. –le acaricia la cara con los nudillos y ella se aparta disimuladamente.

-Pues aquí me tienes, aunque yo creo que me queda poco tiempo aquí –mira hacia todo el hotel y suspira.

-Yo creo que tienes que ir a descansar –me disculpo de los demás y ando junto a Naz al cuarto.

Optamos por coger el ascensor, mientras espero a que pare en nuestra planta no puedo evitar mirar como mira a un punto fijo sin saber en que piensa, las puertas se abren y ella ni se da cuenta.

-¿Vamos? –le saco de sus pensamientos y anda cabizbaja.

Abro la puerta de la habitación y la encuentro arreglada, todo el desorden que habíamos provocado Alberto y yo se a desaparecido. Sobre mi cama a pesar de que esta arreglada hay un montón de cajas y bolsas de regalo. Una idea cruza mi mente y es la del sobre, meto mi mano en el bolsillo de la chaqueta y lo encuentro, suspiro aliviado al saber que no se me ha caído por ahí. No quiero decir nada sobre el sobre hasta más tarde.

-Yousef –llama mi atención y yo volteo para verla sentada sobre la su cama y con una amplia sonrisa en su hermoso rostro.

-Dime.

-Hay algo que no me dio tiempo a decirte –agacha la cabeza y me pongo nervioso.

-¿Q..ue es? –mi lengua se enrolla, y mi corazón bombea sangre con rapidez.

-Vas muy guapo –sonríe y me cruzo con esos ojos color mar.

Me estremezco ante sus palabras y siento una sensación rara apoderarse de mi.

-Tú también ibas muy guapa ayer –recuerdo su vestido granate y no puedo evitar sonreír.

-Osea que ahora no lo estoy –hace pucherito y yo me acerco a ella. Me siento a su lado y la abrazo.

-La belleza no se caduca –le doy un beso casto en su cabeza.

-¿Como que no? –se aparta de mi y siento un vacio –mira que fea voy con esto. –se toca la frente.

-Naz –mi voz se paga, y agacho la mirada –no me lo pongas difícil por favor –ella me mira confusa. –cuando hablas de la brecha que tienes en tu frente, juro que me siento culpable.

-Y lo eres –me mira seria –si te hubieras controlado y llevado las cosas con calma a lo mejor no hubiera pasado lo que a pasado. Esta cicatriz al cabo de un tiempo se puede curar y desaparecer eternamente pero... ¿Y lo que me dijiste? –su voz parece dolida.

-Naz, me siento arrepentido, el saber que fui el culpable me mata por dentro.

-Yousef, yo te perdono por lo que hiciste porque se que estuviste engañado, pero piensa un momento, me han puesto la mano encima y eso tú lo has permitido. –me señala con el dedo. –Y menos mal que solo salió en esta brecha.-resopla mirando hacia otro lado.

Sus palabras me duelen, no puedo soportar más agobio por lo que me levanto y decido ir al balcón.

-Espera –me detiene. –Todo tiene castigo y no pienso que te vallas sin pagar tu condena –habla en un tono policial.

Te Quiero Y No a RatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora