Capítulo 19 - El puente de Venno

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Quería hacer algo por él.

No sabía bien el qué, pero se sentía más que nunca en deuda con Link. No podía regalarle armas o una bonita túnica porque estaban lejos de los mercados, y ella no tenía nada con lo que comprar. No poseía una sola rupia. No podía comprar una silla nueva para Sombra, o un carcaj de cuero.

Con lo único con lo que podía pagarle era con el pasado, pero ese precio podía ser muy alto.

Seguía prefiriendo esperar, y más aún con lo confusa que se sentía acerca de él. Al fin era como si se hubiesen reencontrado. Link vivía ignorante a ese hecho, como era lógico, pero ella sentía cada día como si se estuviese empezando a reencontrar con él. De alguna manera, esa noche en Vah Naboris fue como si hubiese liberado todos y cada uno de los besos que había contenido dentro desde que vio aparecer a Link por el castillo. Hubo mucho de recuerdo en sus besos, y eso le hacía sentirse confusa. Era injusto para Link, era injusto que ella hubiese pensado en el Link de cien años atrás y no hubiera podido resistirse más. Pero también había pensado en el Link de ahora, ¿no? Ah, Diosas, todo se estaba volviendo muy raro.

—Alteza, ¿qué vamos a hacer?

Symon solía cabalgar cerca de ella. Prunia había vuelto a su costumbre de encaramarse con Link a Sombra y cabalgaban a su aire. Ella aprovechaba para rememorar, para intentar curarse, porque cada piedra hundida en la nieve, cada pequeña aldea desaparecida, era como un puñetazo en el estómago. Aún no conseguía acostumbrarse al nuevo Hyrule.

—No lo sé —reconoció. Unos pocos copos de nieve empezaron a caer sobre sus cabezas —en la llanura estaremos a la intemperie, y estamos lejos de todas las postas... empiezo a creer que desviarnos de la ruta hacia Tabanta ha sido un error.

—Ah, no os culpéis por eso. Lo mismo da cruzar una llanura que otra, la tierra de las colinas sigue siendo lejana.

—¿Qué ha pasado con Aldea Mabe? —preguntó, temiendo la respuesta.

Symon agitó la cabeza, sin más. Era suficiente información, seguro que los guardianes habían invadido Aldea Mabe, lo mismo que habían invadido el Mercado Central, y el Cuartel, por el que cabalgaban en ese preciso instante.

Miró a Link y lo vio risueño, bromeando con Prunia. Si él supiese las horas que pasó en el Cuartel, formándose para ser caballero... Ahora sólo quedaban un montón de piedras. Pero antaño, se había enfadado mucho con él, justo en ese lugar. Necesitaba viajar al laboratorio y Padre le había prohibido ir a ningún sitio sin Link. Ni siquiera se conformaba con los guardias reales, tenía que ir con Link de manera obligatoria. Por aquel entonces... bueno, aún no conocía bien a Link, y cualquier cosa referente a él le resultaba molesta. Por qué tengo que aguantar esto si sólo es un crío, por qué tiene que seguirme a todas partes, odio tenerle siempre detrás, es torpe, no sé si es mudo o deja de hablar sólo para fastidiarme... y un largo etcétera de quejas ridículas de las que siempre se arrepentiría. El caso es que él no estaba ese día. No era normal, pues lo habitual es que apareciese misteriosamente de la nada en cuanto ella ponía un pie fuera del castillo, aunque fuese dentro de las murallas. ¿Cómo diablos lo haría?, era desquiciante. "Link ha tenido que ir al Cuartel Central de Hyrule, su capitán lo requiere." Una especie de fuego, que no sabía de dónde procedía se apoderó de ella. Estaba enfadada, furiosa. Quería ir al laboratorio y no tenía a su escolta a su disposición, era lo que faltaba. Esa fue la primera de muchas escapadas, pero no fue hacia el laboratorio, sino hacia el Cuartel para pedirle cuentas y así intentar demostrar que él no era válido para el puesto. Era tan engreída... es increíble que él aguantase sus regañinas infantiles con semejante paciencia. Increíble e insoportable, porque Link era insoportable por no mostrar apenas una señal de estar enfadado o molesto cuando ella le trataba así. No pudo reprimir una sonrisa al pensar en que el hecho de que fuese tan obstinado hacia su deber fue el principio de todo. Sí, casi seguro que todo empezó por ahí.

Historia de un caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora