Prólogo

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Semi AU, después de Civil War.

Disclamer: Ni Marvel, ni Disney me pertenecen. Solo la historia y los personajes que no reconozcan.

Volgogrado, 1984.

Alian Alexandrevich Romanov corría desesperadamente tratando de salvar su vida. No podía ir al escondite dónde se encontraba su amada, pues se arriesgaría a delatar su posición y con ella, la de toda la resistencia al movimiento comunista soviético. La multitud de soldados soviéticos que lo perseguía había aumentado, uniéndose gente del pueblo, acorralándolo casi sin salida en un callejón, con la única intención de asesinarlo por un pecado que no cometió sin siquiera permitirle someterse a un juicio ni divino ni humano. No había duda de que los bolcheviques lo matarían desde el primer momento en que lo tuvieran en sus manos, no sin antes torturarlo y forzarlo a confesar cualquier clase de crimen atroz que pudiera justificar su muerte, porque ni siquiera los asesinos más desalmados podían cometer un fusilamiento sin justificación, aunque con Alian no necesitarían muchas porque era el hombre más buscado de toda la Unión Soviética desde el día de su nacimiento. ¿Su pecado? El apellido.

Alian era el último sobreviviente, nacido en Rusia, de una larga dinastía de zares venidos a menos casi un siglo atrás, acorralados, como él, en un callejón de la historia por intrigas y corrupción, malos guías y sed de poder. Los antiguos zares y todo lo que representaban eran lo más odiado en la Rusia comunista, ahora parte de la Unión Soviética y el chico de 20 años era su último blanco, después de haber masacrado a todos sus parientes que hubieran osado quedarse en el territorio. Sentían amenazado su régimen ante la mera presencia del joven quien, aunque no poseía riquezas, tenía el gallardo porte y carisma de sus ancestros para acaparar la atención y el liderazgo innato para que lo siguieran. Los espías de la KGB habían puesto ojos en él desde que descubrieron que en la fosa donde estaban los cadáveres de la familia imperial faltaban dos de ellos, el tsarevich Alexei y una de las hijas, sin poder distinguir si la que faltaba era Anastasia o María. Eso hizo que en las calles y baldíos de Rusia, donde la gente seguía viviendo en la pobreza, surgieran los rumores del renacimiento de la dinastía Romanov y con ello la esperanza de que, al volver los zares, tendrían una vida mejor.

La sociedad rusa, empezando por sus campesinos y obreros, habían sufrido la peor decepción en manos de los Bolcheviques. Cuando los zares fueron puestos bajo arresto en la época de la cruda revolución rusa, se asumía que serían una monarquía exiliada, que viviría permanentemente humillada en alguna otra parte de Europa, después de todo, la zarina Alexandra era una de las nietas favoritas de la reina Victoria, y aunque la gente odiaba a su gobierno, les guardaban cierto respeto y temor, después de haberlos visto por más de 300 años casi como dioses venidos al mundo para controlar el vasto territorio ruso. Las huellas de la familia Romanov y de todos sus antepasados se encontraban en cada ciudad del país, desde la enorme plaza Roja con su Catedral de San Basilio hasta los muelles de San Petersburgo eran obra de ellos y seguían dejando marcas aún 70 años después de su muerte. Sobre todo ahora que la situación política de Rusia estaba de mal en peor. Era Noviembre de 1984 y, aunque la Unión Soviética estaba plenamente consolidada frente al mundo occidental, dentro del país no se veían nada tan claro. La gente comenzaba a levantarse desde la muerte del segundo y más sanguinario dictador de la Unión Soviética, Ioséf Stalin, pero nada parecía cambiar. Rusia había sobrevivido a la segunda guerra mundial y se encontraba en un periodo al que llamaban zastoy o estancamiento, donde se podía notar como el régimen iba decayendo frente a los ojos de sus propios ciudadanos. La gente comenzaba a rebelarse en huelgas y sindicatos, pero mientras los poderosos zares no volvieran o el infierno que era la política soviética no terminara, no había un lugar seguro para alguien con el apellido Romanov en Rusia, o en ningún lugar de la Unión Soviética, y todo ese miedo e incertidumbre hacia qué la vida de Alian fuera diferente a las de los demás, porque no se podía dar el lujo de pensar en un futuro, simplemente porque tenía que sobrevivir al presente.

DETRÁS DE LA VIUDA NEGRA || RomanogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora