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Semi AU, después de Civil War.

Disclamer: Ni Marvel, ni Disney me pertenecen. Solo la historia y los personajes que no reconozcan.

Volgogrado, 1990.

— ¡Mamá, mírame! — decía Natalia sentada en la cima de un árbol.

Tatyana soltó un grito mientras corría hacia dónde estaba su hija. Los años de encierro le habían dado soltura y la vida le moldeaba el cuerpo a la morena, haciéndola aún más hermosa, luciendo siempre sus negros cabellos sueltos al aire, como un pequeño acto de rebeldía frente a las matronas rusas que se pegaban el cabello a la nuca en enormes trenzas. La mujer seguía trabajando en la resistencia como mensajera e interprete, pero pasaba la mayor parte del tiempo tratando de educar a su rebelde hija pelirroja.

—¡NATALIA BÁJATE DE ALLÍ EN ESTE INSTANTE! — dijo severamente mientras la pelirroja se balanceaba en la rama riendo a carcajadas. Esa niña iba a hacerla encanecer antes de tiempo.

— No bajaré, մայրիկ /mami/ ¡desde aquí puedo ver más cerca el cielo! — Natalia era una exploradora nata que amaba buscar aventuras en cualquier lugar y con una imaginación que la llevaba hasta el otro lado del universo de ser necesario.

Sus padres a veces pensaban, en la soledad de su refugio, que su imaginación era producto del encierro en el que vivían y hacían de todo para enseñarle a diferenciar el mundo real de todo aquello que imaginaba pues no querían que alguien abusara de la confianza y la ingenuidad de Natalia en el futuro. Los Tutkalyan solían desaprobar, un poco, la forma en que la pareja criaba a su hija, pues decían que si no aumentaban la disciplina sería peor que un animalito salvaje, pero los padres no tenían el corazón de hacerlo cuando la pequeña Natalia pasaba mucho tiempo encerrada en el molino, saliendo apenas a la casa de sus abuelos y siempre con mentiras y engaños. Sus únicos compañeros de juego eran sus padres, sus muñecas y ocasionalmente algunos niños mendigos que vivían en la calle o sus primos cuando podían pasar mucho tiempo con la familia.

— Alian, dile a la niña que si no baja de allí no conseguirá nada del postre que su abuela está preparando para la fiesta de hoy — dijo Tatyana alzando una ceja a su esposo que llegaba a ver cual era el revuelo que traía su esposa.

Al escuchar la amenaza de su madre Natalia bajó del árbol con gracilidad y elegancia, como una pequeña acróbata dando un salto en la última rama que casi detuvo el corazón de sus padres. Entrecerró los ojos y trató de tener una mirada severa, aunque sus padres solo conseguían morirse de ternura.

— ¡No puedes quitarme el postre! ¡Lo ha hecho la abuela por mi cumpleaños! — murmuró haciendo un mohín.

Habían pasado 5 años desde el nacimiento de la niña y poco a poco las cosas comenzaban a normalizarse para la pequeña familia. El gobierno seguía buscando incesantemente a Alian fuera del país y eso les permitía respirar cada vez más tranquilos. El joven se había dejado crecer el cabello y la barba, pareciéndose menos al chiquillo que se había convertido en padre años atrás y más a uno de los hombres pobres rusos que cada vez pululaban más por la ciudad. Corrían rumores de que la Unión tenía cada vez menos control y estabilidad de las cosas que pasaban dentro del extenso terreno que controlaban. El accidente nuclear de Chernobyl había sido un puntapié a la careta que los soviéticos presentaban al mundo pues ahora desconfiaban del comunismo y las promesas de éxito que pretendían dar al mundo exterior, sobre todo a occidente. Era bastante obvio que la gran Unión Soviética iba a terminar por disolverse en los años venideros.

La tarde había caído y madre e hija se encontraban solas en el molino. Desde que Natalia cumplió tres años, la pareja decidió que lo mejor era que solo Alian se expusiera a hacer trabajos de alto perfil para la resistencia. Se corrían los rumores de que había traidores entre ellos y eso hacia que fueran aún más recelosos de la gente que rodeaba a Natalia. A pesar de que su hija había sido recibida con fiestas y buenos deseos, muchos comenzaban a ver su existencia como una amenaza ahora que habría una transición de poderes entre los soviéticos para pasar a un nuevo país. La esperanza de que Rusia fuera una potencia mundial donde todos sus habitantes tuvieran una gran cantidad de privilegios, como los Estados Unidos de América o Inglaterra o incluso la Alemania reunificada, y para eso nadie quería zares ni bolcheviques, así que todos se iban a encargar de eliminar a cualquier que pudiera poner en peligro sus nuevas ideas, aunque fuera una niña de cinco años que no entendía lo que estaban viviendo. Por eso los Alian y Tatyana se aferraban a que su hija se mantuviera siempre a su lado, y la familia de ella respaldaba esa idea.

DETRÁS DE LA VIUDA NEGRA || RomanogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora