Ciudad de México, 1942
Emilio corría tambaleándose por la calle lo más rápido que podía para evitar que la madre de aquel chiquito no los atrapara gritándose.
A Emilio realmente no era que le cayera mal, de hecho le parecía un muchacho agraciado, sólo le gustaba molestarlo para ver sus expresiones cuando este se enfadaba.
"Si ya me odiaba ahora lo va a hacer más."
Pensó con la respiración agitada después de detenerse.A aquel chico ya le molestaba su presencia solamente bastando que él estuviera ahí, no se imaginaba cómo se lo iba a tomar después de la segura reprendida que le iba a poner su madre por su culpa.
"Bueno esto fue sólo una inoportuna coincidencia, no es como si fuéramos amigos, ¿qué puedo perder?."
– Ya bastará con que le pida perdón a Dios por lo que le hice, no es necesario que se lo pida a él. - balbuceó.
Por otra parte, Joaquín estaba tratando de zafarse de aquella bochornosa situación.
— Si fuera Nicolás el vendría personalmente a tocar la puerta y no se andaría con majaderías como esas ¿quién era?
– Nadie mamá, un loco que iba pasando.
– ¡Joaquín! Te he dicho que no te le acerques a gente que no es de nuestro círculo. No sabes que intenciones tiene.
Su madre tenía razón. No conocía en lo absoluto al aquel muchacho. Sólo sabía que tenía una voz celestial y se asemejaba a la de los niños que cantaban en la catedral. Incluso tenía la apariencia de uno de aquellos ángeles tallados en la capilla.
– Sí mamá, no vuelve a suceder.
– Eso espero porque no voy a tolerar que hagas lo que se te plazca mientras vivas bajo mi techo.
"Pues veremos cuánto duro bajo tu techo""
Pensó.Emilio ya no podía más consigo mismo, nunca había ingerido alcohol en su vida a pesar de cantar en los bares de su pueblo donde los hombres le aventaban cerveza y le gritaban cosas.
Sintió que se le movió el suelo y desfalleció sobre la acera del parque.
Frente a él estaba un grupo de muchachos con guitarras, tal parecía que era un trío de aquellos que iban a tocar boleros por las noches. Uno se percató de Emilio y se acercó a él.
– Oye, ¿estás borracho? - preguntó.
Emilio volteó hacia arriba para ver quién le estaba hablando. Era un jovencito más bajo que el, de simpática sonrisa y ojos pequeños.– ¿Eh? ¿Qué me vas a hacer? - Emilio rápidamente entró en pánico y trató de ponerse en pie.
– Ey, ey, cuidado - trató de calmarlo mientras lo ayudaba a levantarse. - Bueno, creo que estás más consciente de lo que pensé.
– No entiendo, ¿quién eres tú y quiénes son ellos? - Emilio estaba completamente desconcertado y aquel chico rió.
– Me llamo Diego y ellos son mis amigos, tenemos un grupo en la escuela y venimos aquí a ensayar por las noches ¿cómo te llamas tú?
– Emilio, creo. Depende de lo que me acabas de preguntar. - le constaba mantenerse de pie.
– ¡Muchachos, vengan! - Diego llamó a sus amigos para que ayudaran a Emilio a caminar. - Miren, el se llama Emilio y está borracho, ¿y si lo llevamos a la casa de Roy?
– ¿Estás loco? ¡Ni siquiera lo conozco! - exclamó el gran muchacho. Negó rotundamente la idea de su amigo.
– Ándale amigo, mira cómo está, no podemos dejarlo solo a estas horas. Míralo, se ve simpático.
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Pinceladas a la guitarra [Emiliaco]
FanfictionDos almas artísticas buscan unirse, uno tocando la guitarra y creando melodías con su voz y el otro con sus dedos pintando el mundo, llevando en su mente como musa al chico de cabello rizado que llegó a la casa azul. ¿Qué obra de arte crearán juntos?