Parte IX: Golondrina Viajera.

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(Escuchen las canciones que pongo en cada capítulo ok)

Ciudad de México, 1942

– Ey, despierta. - escuchó una voz baja que le daba unos pequeños golpecitos.

A Emilio le costó abrir los ojos por la resaca que había quedado como evidencia de la noche anterior.

– Dónde estoy... ¿Quién eres tú? - preguntó adormilado aún.

– Soy Diego el de anoche ¿te acuerdas?

– Si, creo ¿pero tú que haces aquí? - preguntaba tratando de abrir los ojos y sentarse.

– Más bien que haces tú aquí. Estás en mi casa. - rio

Emilio al escuchar eso entró en pánico y le saltaron a la mente aquellos recuerdos. Despertar sin rastro alguno de lo que había pasado.

- Ey tranquilo, tranquilo. Sólo te traje después de que estabas hasta atrás, deberías estar agradecido eh. - trató de calmarlo y hacerlo volver a sentarse.

- Si, muchas gracias, no me lo tomes a mal pero ya me tengo que ir, te busco después. - Se levantó de la cama rápidamente y comenzó a buscar el estuche de su guitarra. Al no encontrarla volvió a entrar en pánico. - ¿Y mi guitarra?

Emilio no se había percatado de que en su estado de la noche anterior la había dejado abandonada en el parque.

Diego comenzó a sentirse culpable al ver cómo el chico estaba al borde de las lágrimas, pues no la recogió.

– Emilio, Emilio, cálmate.

– ¡Cómo quieres que me calme! Era mi única compañía y ahora voy a volver a vagar sólo sin rumbo. - respondió

– Yo sé lo que es perder algo valioso que te hace compañía. Más de lo que crees.

– ¿Y a mí eso cómo me devuelve a mi guitarra? Volví a perder a otra amiga.

— No la has perdido, espérame un ratito.

Emilio se quedó ahí hundido en sus pensamientos. Había perdido a su madre, a aquel amor, y ahora a la única compañera con la que podía compartir sus penas y transmitir su dolor a través de ella.

Diego volvió a entrar a la habitación con una guitarra negra que era similar a la de Emilio, pero no era la de él.

– ¡Tarán! Mira, no estés triste. - Diego le entregó aquel instrumento y a Emilio se le escapó una tierna sonrisa en medio de sus lágrimas.

– ¿Y esto?

— Era de mi hermano y esa cama en la que estás sentado también. - suspiró. - sé más de pérdidas de lo que crees.

– Y... ¿porqué me das esto? No puedo aceptarlo, era de tu hermano, guárdala. - Emilio trató de devolvérsela.

– No, no, no. Precisamente por eso te la quiero dar. Hay que aprender a no vivir de los recuerdos para que le den vida a alguien más y no nos la quiten lentamente a nosotros, es tuya.

Emilio le dio una sonrisa de complicidad y le dio una caricia en el hombro.

– Si no es mucha molestia, permítele a esta pobre alma pagarte con su amistad. - Emilio le tendió la mano y Diego le respondió el gesto.

La suerte no corría de la misma manera para Joaquín.

Se encontraba un día más en la universidad
Joaquín ya se encontraba un día más en aquella y aburrida escuela. Resignado a vivir el resto de su vida como los demás aburridos hombres.

Pinceladas a la guitarra  [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora