trece

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A Tom se le iluminaron los ojos de una forma que jamás había presenciado. Él deseaba que terminase la frase, y yo deseaba no haber abierto la boca.

-Princesa. - exclamó con la voz un tanto agitada.

Tragué saliva y suspiré. Vamos, necesito pensar cómo salir de esta situación.

-Me has extrañado? -

Lo miré fijamente, como si ahí fuese a encontrar la respuesta.

-Sí, te he extrañado. Prada ha sacado una nueva colección y creo que usted me debe un regalo. -

-Eres una maldita creída. - comentó mientras se reía.

Sonreí de medio lado. - Lo sé. - y acto seguido lo abracé.

Me agarró por los muslos, colocando mis piernas a cada lado de su cadera y me cargó hasta la habitación.

-Ya has cenado? - preguntó acariciandome el pelo.

Asentí disfrutando del tacto.

-Entonces podemos hacer lo que tú quieras. -

Me quedé pensativa durante unos instantes, sólo para aumentar su nerviosismo.
Deseaba su tacto de forma lasciva, de verdad que lo deseaba, pero había hecho todo mal desde el principio.
No tendría que haberlo seducido de esa forma, no tendría que haber estado continuamente aumentando la tensión sexual, porque, ¿quién me dice que lo único que quiere de mi ahora no es solo sexo?

-Cielo. - su voz interrumpió el silencio.

Tragué saliva e intenté calmar en nudo en mi garganta. Lo que menos necesitaba en estos momentos era que mis palabras saliesen en un hilo.

-Sí? -

Frunció sus labios en una mueca de preocupación.

-Estás bien? - agarró mi mano, acariciandola, intentando decir que él estaba ahí, conmigo.

-Por supuesto señor Hiddleston. - hice una pausa expresamente para sonreír con picardía. - Y ahora, ¿qué es lo que más desea hacer? - moví mi mano para acariciar el interior de su muslo.
Si todo estaba mal hecho desde el principio, no iba a importar joderlo una vez más.

-Eres toda una pequeña pervertida, no es así princesa? -

-Tú me has convertido en esto. - musité, casi en un gemido.

Tom comenzó a pasar el dorso de su mano por mi brazo, una caricia interminable que estaba matando mi cordura.
Subió hasta mis hombros, por los cuales utilizó su palma, pero cuando estaba a punto de llegar al cuello se frenó.

Lo miré un tanto descolocada, y ahí me percaté de el semblante tan serio que poseía.

-Qué pasa? - quería que mi pregunta sonase a reclamación, pero creí que este no era el momento.

-Willow, necesito decirte algo. -

Asentí, no sabía qué contestar.

-Soy una persona muy... peculiar en cuanto a gustos. Necesito saber hasta dónde puedo llegar contigo, no quiero dañarte, no quiero incomodarte, no quiero que me odies. -

-Peculiar? -

Un suspiro se escapó de sus labios mientras se pasaba las manos por el pelo.

-Willow, sabes lo que es el BDSM, no? -

-Se piensa que vengo de otro planeta? Por supuesto que sé lo que es el...oh.-

Se hizo un silencio de no más de un minuto, sin embargo la tensión había curvado por completo el tiempo, había sido eterno.

Million Dollar Man [Tom Hiddleston] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora