tres

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Habían pasado exactamente dos semanas desde la anterior cena en la empresa y hoy volverían a tener otra.

-Papi crees que me queda mejor el vestido rojo o el negro? - pregunté observandome en el espejo.

-Te ves preciosa con ambos. -

Chasqueé la lengua con fastidio. - Lo sé, pero quiero saber cual te gusta más. -

-No le hables así a tu padre. - mi madre habló mientras se acomodaba el pelo.

-Adriana, la niña tiene razón, se ve espectacular con ambos. -

-Edward tienes que dejar se subirle el ego. -

-Mi ego está bien dónde está mamá. -

Me miró con enfado y siguió con lo que estaba haciendo.

-Y... - comencé a decir fingiendo que lo que iba a preguntar no era realmente importante para mí. - Va a ir el socio que me presentase el otro día? El señor Hamilton, o como sea. -

-Hiddleston, es Hiddleston. Recuérdalo, no me gustaría tener una falta de respeto hacia él. Los negocios que estamos haciendo juntos van viento en popa. Y si, va a ir. -

-Está bien papi. -

Si tan sólo el supiera que la lencería que llevo debajo de este vestido es por él.

Volvimos a coger el coche, dirigiéndonos a un restaurante que era diferente al anterior, pero apuesto que igual de caro o incluso más.

Antes de entrar por la puerta de este, alisé con las manos mi vestido y acomodé mi pelo.

Y me adentré.

El lugar era diferente pero yo ya conocía el modus operandi de estas personas, así que me dirigí a coger una copa de champán de las que los camareros llevaban en las bandejas y me senté en la barra.

Me dediqué a observar la entrada, pero solo entraba la misma gente aburrida y pedante de siempre.

-Buscas a alguien? - una grave voz se escuchó desde mi lado.

De inmediato me giré para encontrarme con los ojos que estaba esperando.

Sonreí de manera inevitable de medio lado.

-La verdad es que no, no hay nadie interesante en estas cenas señor Hamilton, son realmente mediocres. -

-Es Hiddleston. - comentó con cierta molestia.

-Oh, lo siento señor Hiddleston, que torpe soy. - mi tono salió más sarcástico de lo normal mientras posaba mi mano en su muslo.

-Sabe? Creo que podría hacer que su noche fuese más interesante. -

-Ah si? - pregunté elevando una ceja.

-Por supuesto, yo no le mentiría. - dijo levantándose y tendiéndome la mano.

La tomé indecisa pero con gusto y comenzó a guiarme.
Nos escabullíamos entre toda la multitud hasta salir por una puerta trasera.

-A dónde estamos yendo? -

-Confíe en mi señorita Myers, cierre los ojos y deje que yo la guíe. - comentó llevando sus manos a mis hombros.

-Está bien, confiaré en usted señor Hiddleston, pero no se sienta importante. - bromeé.

Anduve a ciegas durante unos segundos hasta que por fin me pidió que abriese los ojos.
No me esperaba nada, no tenía ni la menor idea de a donde me llevaba, pero eso superó mis expectativas.

Estábamos en lo que parecía ser el jardín de la parte trasera del restaurante. De frente se observaba un pequeño puente colgante a la antigua, rodeado de sauces llorones y completamente iluminado por una tenue luz.

No dude ni un instante en cruzarlo, y Tom fue detrás.

Por debajo del puente pasaba un riachuelo que me dejó unos instantes maravillada por todos los nenúfares que descansaban encima de este.

-Es impresionante. - admití.

-Lo es. - habló con una sonrisa.

Seguimos para delante, había un pequeño sendero entre toda la flora de aquel lugar y nos dedicamos a seguirlo hasta que llegamos a una piscina, que no era para nada pequeña.

Sonreí con malicia mirando hacia Tom. El no parecía entender nada hasta que comencé a desabrochar mi vestido.

-Señorita Myers! - exclamó dándose la vuelta.

-Oh vamos señor Hiddleston, va a decirme que usted no tiene ganas de darse un chapuzón? -

-Sería inapropiado. -

-Y quien dicta lo que es inapropiado o lo que no? -

-Tu padre por ejemplo. -

-Venga, no puede vivir su vida intentando ser el modelo de persona perfecta que todos esperan que sea. -

Hubo un silencio de unos segundos, hasta que con un "Que demonios" Tom comenzó a girarse sacándose los zapatos.

Lo había conseguido.

Deslicé mi vestido por mis muslos, intentando no mostrar importancia a la blanca y transparente lencería de encaje que llevaba puesta, sabía que había sido buena idea ponérmela.

Sentí su mirada posada en mi mientras terminaba de sacarme el vestido, y cuando acabé de hacerlo me giré como si nada pasase.

Escuché un carraspeo por parte suya mientras volvía a lo que estaba haciendo.

Oh cielo, eres tan malo fingiendo.

Million Dollar Man [Tom Hiddleston] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora