CAP. 12

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NARRA ALBA

Pasaron cinco días y apenas había dormido ni comido. Era la mañana del sexto día y el sueño me venció, me quedé dormida en la silla con la cabeza apoyada en su cama. Al cabo de un rato me desperté por un movimiento y al abrir los ojos vi que era la mano de Nat la que se estaba moviendo.

-¿Nat?- dije mientras me resbalaba una lágrima por la mejilla.

Entonces vi como poco a poco abría los ojos.

-¿Alba? ¿Qué ha pasado?

-Tuviste un accidente con la moto y te quedaste inconsciente.

-¿Has estado aquí desde que me ingresaron?

-En cuanto me llamaron vine pitando, estaba muy asustada- seguían brotando lágrimas de mis ojos y volví a cogerle la mano.

Se deshizo de mi agarre y giró la cabeza.

-Nat...-me senté en un lado de la cama y le giré suavemente la cabeza para que me mirara- siento mucho lo que dije, no quería que sonara así- le acaricié la mejilla con cuidado de no hacerle daño por las heridas- no tenía claros mis sentimientos, pero solo de pensar que podía perderte- seguía llorando- casi me da algo, apenas he dormido estos días.

-No llores Albi- me secó las lágrimas con el pulgar- gracias por estar aquí, pensaba que no te importaba.

-No digas tonterías Nat- me quedé unos segundos en silencio- perdóname por lo que dije.

Entonces tiró de mi brazo para acercarme a ella y me dio un beso dulce en los labios haciéndome sonreír.

-Perdonada- dijo sonriendo.

-Voy a buscar al médico ¿vale?- le di un pico- ahora vengo.

Salí de la habitación radiando felicidad y fui a avisar al doctor, volvimos a la habitación de Nat y le hizo algunas pruebas para ver que todo estuviera en orden.

-Está todo perfecto, la escayola del brazo se la quitaremos de aquí a un mes y cuidado con forzar el tobillo derecho durante la próxima semana porque tiene un esguince, le daremos el alta esta misma tarde, pero alguien tiene que encargarse de las curas de las quemaduras y los moratones- dijo el doctor.

-Yo lo haré ¿Qué tengo que hacer?- el doctor me explicó las curas que tenía que hacerle a Natalia y se fue.

-Gracias por todo lo que haces por mi Albi.

-No me las des- le di un beso delicado en los labios.

Llegó la tarde y le dieron el alta a Natalia. Salimos del hospital y fuimos en dirección a mi coche, la ayudé a subirse y volvimos a la uni. Cuando llegamos aparqué y fui con Natalia hacia su habitación.

-Oye Albi, hasta que me recupere ¿podrías trasladarte a mi habitación? Soy completamente inútil ahora mismo- dijo señalando su brazo escayolado y su tobillo.

-Por supuesto cariño- cogí su mano mientras caminábamos y entrelacé mis dedos con los suyos.

-Muchas gracias, Albi- me dio un beso en la mano.

A pesar de que no la conocía desde hace tanto tiempo noté que me estaba enamorando y si no lo reconocía antes creo que era por miedo, porque a veces el amor asusta. Yo en ese momento solo sabia que quería ser feliz junto a Natalia.

Corazón negro, corazón amarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora