Por Kihyun
El primer recuerdo que tengo de mi infancia es de mi madre tocando el piano que teníamos en la sala de la casa en la que solíamos vivir a las afueras de Goyang.
Aquel piano de hermosa madera brillante y tallada donde aprendí mis primeras melodías.
Recuerdo tardes de domingo soleados y también aquellos con las ventanas cubiertas de copos de nieve.
Lado a lado mi madre y yo, tocando la misma canción entre sonrisas.
Aquella canción que siempre me pareció melancólica y llena de añoranzas.
En los ojos de mi madre había algo cada vez que la escuchaba tocarla y, aunque hubiese muchas preguntas, son cosas que un niño pronto olvida o pasa por alto.
Existió un pequeño Kihyun que se frustraba tanto cuando fallaba un acorde y que se negaba a recibir las galletas recién horneadas de su madre porque "no las merecía" por errar en las canciones.
Mis recuerdos de niño son música, el dulzor de las chispas de chocolate y la sonrisa de mi madre. Con eso era suficiente para mí.
Y ni hablar del privilegio de escucharla cantar.
Fue algo natural que me inclinara por explorar la música. Mientras otros niños de mi clase estaban interesados en los coches, los dinosaurios y las luchas, yo me colaba en los recesos a la sala de música con solo un poco de temor de ser descubierto.
Inevitablemente terminé siendo el raro de la clase. Cuando los niños jugaban al fútbol, yo me encontraba en las butacas escribiendo partituras o cuando el profesor dejaba el salón y todos se lanzaban cosas entre sí, yo aprovechaba de encender mi casetera y perderme en la voz de Eric Benét. Sabía de memoria cada palabra de "The Last Time" y no me avergonzaba ponerme a cantar, aunque me escucharan los demás.
No pasó mucho tiempo antes de que empezaran a meterse conmigo por ser diferente, constantemente se reían en mi cara, me daban empujones o regaban todas mis partituras a propósito.
Eso me hizo más reservado y cuidadoso de mis acciones. Comencé a negarme a las canciones que mi madre quería enseñarme en el piano y ya no me la pasaba escuchando música como antes.
Así, hasta que un día en el descanso pasé casualmente por fuera de la sala de música y escuché la melodía de la primera canción que mi madre me había enseñado.
No pude seguir de largo sin saciar mi curiosidad y como mi altura no daba para espiar por la ventana, tuve que asomarme sigilosamente por la puerta del salón entreabierta.
Un niño de mayor contextura que yo y piel morena, se encontraba luchando con el piano cuando pareció olvidar lo que seguía de la canción.
Sus gruesos labios se encontraban fruncidos haciendo un puchero de frustración mientras probaba diferentes escalas para encontrar la melodía otra vez. Lucía realmente adorable.
Finalmente, me animé a entrar, aunque con pasos tímidos y aquel niño se me quedó viendo sin mayor expresión en el rostro.
- Ya no vienes muy seguido por aquí ¿estabas enfermo? - me preguntó directo como si me conociera de siempre para luego pestañear pausadamente.
- Ah... no, es que ya no me gusta la música - respondí un poco incómodo.
- Oye niño ¿estás demente? - de pronto pareció muy ofendido viéndome como si yo hubiese cometido un crimen.
Solo unos momentos más tarde, yo estaba sentado a su lado enseñándole el resto de los acordes, ya que resultó ser un niño bastante persuasivo.
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[Kihyun] "Voiceless"
Historia Corta"Estás tan dentro de mí que aunque abras la boca y no salga ningún sonido, puedo escuchar tu dulce voz claramente cantándome (...)" ♪ Disfruten la lectura