Sehun
Luhan estuvo en silencio en el viaje al Parque Nacional de Kuranda. Por supuesto, estaba a la vuelta de la esquina, pero pasó todo el tiempo en el coche frunciendo el ceño o con mirada seria, masticando su labio inferior.
– "¿Todo bien?"
– "¿Hmm?" Parecía sorprendido que yo hubiera hablado. – "Lo siento, estaba a miles de kilómetros de distancia."
Conduje el coche a un lugar en el estacionamiento turístico. Apagué el motor y lo miré. – "Te pregunté si ¿todo está bien?"
– "Oh sí. Bueno, en realidad no."
– "¿Qué pasa en esa brillante mente tuya, Luhan? ¿Son las mariposas? ¿O algo más?"
Tragó saliva y sacudió la cabeza. – "No es nada. Vámonos. Estoy muy emocionado de estar aquí."
Miré por el parabrisas hacia donde el cartel al Parque Nacional de Kuranda nos saludó. Algo le molestaba, pero si necesitaba tiempo para procesarlo, entonces yo le daría eso. – "¡Estoy emocionado también! Podríamos pasar días aquí, y dado que tenemos medio día, es mejor que nos movamos."
Pagamos nuestra cuota de entrada y optamos por la visita guiada, que era en un vehículo anfibio que nos llevó por el suelo de la selva, explorando los árboles y helechos increíbles, todos los frutos tropicales y cítricos, luego en el río donde podíamos explorar la selva desde el agua. Era increíble, pero realmente quería pasar tiempo con Luhan, sólo nosotros. Yo quería verlo experimentar esta selva tropical, este nuevo entorno, y ver cada una de sus reacciones.
Después de la visita guiada, tomamos el Skyrail [21] hasta la cima de la montaña, así podríamos caminar hacia abajo, sólo nosotros dos.
Y no me decepcionó.
Prácticamente podía oír su mente girar, su amor por aprender cosas nuevas brillaba en sus ojos. Me refiero a que la selva tropical era increíble: caminos húmedos bajo los pies, denso follaje verde, árboles altos y toda una sinfonía de sonidos.
– "Es un lugar extraordinario, ¿no?" No podía evitar la maravilla en mi tono.
– "Sí, mucho," respondió él, deteniéndose para mirar la copa de un árbol particular. – "Muy diferente de tus parques en Tasmania."
– "Bueno, en la costa oeste de Tassie [22], tenemos selvas similares pero no tropicales como esta. Tendré que llevarte al Parque Nacional Franklin–Gordon Wild Rivers. Ahora eso es algo digno de ver." Me acerqué y puse mi mano en el tronco del árbol que estaba mirando. – "¿Quieres saber cómo se llama este?"
– "Por supuesto."
Yo sonreí. – "Es el Idiospermum australiense o la fruta idiota." Me miró con incredulidad. – "¿Estás bromeando?"
– "¡No, no estoy bromeando! La semilla de la fruta es altamente venenosa. Ningún pájaro o animal la tocará."
– "Excepto el idiota por el que sin duda fue nombrado después."
Me reí. – "Probablemente." Me dio una sonrisa que no le sentaba bien.
Había planeado darle tiempo, pero tal vez necesitaba algo de inspiración. Me debatí sobre no decir nada, pero odiaba el hecho de que él fuera miserable. – "Luhan, ¿el profesor Kim dijo algo que te molestó?"
Su mirada se disparó a la mía, y la expresión en su rostro me dijo todo lo que necesitaba saber. Parpadeó nervioso. – "¿Por qué dices eso?"
– "Porque eres un libro abierto. Pensé que podría haber sido sólo las mariposas, pero eso no es todo. Algo te ha estado molestando desde que salimos del conservatorio esta mañana. Pensé que era él porque se fue a hablar contigo, y has estado callado desde entonces."