Sombras

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Disfruten!

Bakugou no podía dormir

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Bakugou no podía dormir...

Después de haber ido a visitar a la herbolaria, esa sensación de desconfianza comenzó a crecer dentro de él; durante la cena solo observaba al menor del grupo, entonces notó que su collas había cambiado, antes se veía oscuro sin embargo ahora una pequeña uña de color blanco comenzaba a notarse, y por si no fuera poco ¿no se veía más rejuvenecido?

Tal vez ya comenzaba a sobre pensar las cosas, pero lo dudaba. Durante la cena apostó contra el pecoso por la cama, por azares del destino terminaron en un empate así que ambos optaron por relajarse y dormir juntos. Ahora se encontraba con él detrás dormido. Estaba mirando hacia la ventana donde se podía notar el comienzo de una nueva luna llena. Lo escuchó removerse, tal vez fue curiosidad pero se giró para verlo.

Su cabello revuelto se aplastaba contra la almohada, tenía la boca semi abierta por lo que podía escuchar su respiración tranquila, acercó sus dedos acariciando sus mejillas pecosas, era raro, a pesar de desconfiar de él sentía aquella sensación que tenía tiempo que no la sentía desde ella... estaba por girarse pero sintió como el menor se acerca a él. Se ocultó contra su pecho, estaba nervioso y sonrojado, revisaba la habitación como si hubiera alguien, entonces decidió poner su brazo abrazandolo.

Estaba contrariado, si bien desconfiaba del menor también sentía ganas de cuidarlo, de atesorarlo, como si hubiera algo más allá de su entendimiento que deseará cuidarlo. Con aquel pensamiento se quedo dormido.

Despertó sin tener al menor en brazos, desde pequeño había estado relativamente solo, de no haber sido por ella tal vez ni siquiera hubiera estado aquí, por ella encontró a una nueva familia, daría lo que fuera por volverla a ver sin embargo solo recuerda esa sonrisa tranquila.

Se puso la capa bajando al restaurante ahi se encontraba todo su grupo, junto con el pecoso y el pelirrojo.

— ¡Katsuki! ¡Ven!

Todos alzaron la vista, hicieron espacio para que el Nefilim se sentara entre el demonio y la dríada, quedando enfrente del humano. El desayuno pasó tranquilamente, bueno... por decir algo porque tanto el rubio como el pelinegro pelearon por la ultima pieza de pan siendo el humano el ganador. Anotaron su hora de salida y comenzaron a andar hacia Astia.

Pasaron cerca de dos semanas y los seis descansaban frente a un lago, ambas chicas junto al demonio y dragón estaban refrescándose en aquella tarde calurosa, mientras que Bakugou y Midoriya se encontraban bajo la sombra de un árbol.

—¿Por que no entras Kacchan?

—Eso debería decirtelo, arbolito ¿No necesitas agua para existir?

Príncipe de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora