XII

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Sus ojos, eran tan azules como las alas de la mariposa.

¿Conocía el corredor por donde estaba circulando?

Vamos pequeño, debes ir a dormir.

La mano de la mujer se cerró sobre la suya con amabilidad. Caminaron en medio de la oscuridad hacia una de las puertas más cercanas, al abrirla había cerca de diez camas, cinco de cada lado, todas separadas por diez centímetros. Solo dos de ellas estaban ocupadas, las dos por dos chicos más.

Ve a dormir, ya es muy tarde para andar por los pasillos.

—¿Puede quedarse a mi lado hasta que pueda dormir?— preguntó mientras se adentraba a la habitación.

Todo el tiempo que quieras mi niño.

El pequeño cerró sus ojos cuando la mujer terminó por acompañarlo durante varios minutos, cantando suavemente y acariciando su cabello.

Despertó en medio de la madrugada, no podía saber muy bien la hora, aún estaba aprendiendo. En la lejanía escuchó los lamentos que zurcaban el pasillo, miró hacia ambos lados y la mujer ya se había retirado de la habitación, uno de sus compañeros tampoco estaba en la cama.
Con lentitud bajó sus pies y pronto estuvo tocando la madera, se levantó de la cama y se detuvo a pensar si sería correcto ir a ver qué era lo que sucedía. Sin embargo la curiosidad pudo más con él y pronto estuvo abriendo la puerta y adentrándose en la oscuridad.

En el fondo del pasillo, había una puerta entreabierta, gracias a ello había una leve iluminación que dejaba que pudiese ver cada vez que avanzaba. Un grito más que logró sobresaltarlo y pronto lo envolvió el silencio. La curiosidad lo llenaba cada vez más y tal vez fue por ello que siguió avanzando, con cada paso que daba sentía su cuerpo temblar y su respiración hacerse cada vez más pesada. Miró por la rendija y observó al pequeño que había estado gritando anteriormente, era su compañero.
Estaba completamente desnudo y cubierto de magulladuras y cortes. Sollozaba por lo bajo, mientras varias de las monjas que solían cuidarlos durante el día, estaban rodeandolo, hablaban en un idioma extraño que no supo reconocer. El padre Smith también estaba allí, y luego como si algo más se lo hubiese dicho, giró su cabeza y sus ojos se encontraron.

La sonrisa del hombre lo dejó congelado en su lugar, mientras que la puerta se abría y el mayor le dedicaba una mirada completamente fría.

Creo que hemos sido muy específicos en decir que no pueden merodear por los pasillos después de medianoche.

El pequeño asintió y deseó poder volver a su cama y que el hombre que estaba delante de él, no lo tomara de uno de sus brazos e hiciera que se adentrara en aquella habitación, sin embargo cuando miró hacia atrás, ya habían cerrado la puerta.

Pero ya que estás aquí, deberías participar también ¿No crees?

¡Déjenlos en paz!

El pequeño miró hacia donde provenía aquella voz que tantas veces había sido amable para él, la hermana que esa noche se había quedado a su lado, se encontraba en un rincón, completamente golpeada.

Ven, entra en el círculo, será divertido.

Sin saber realmente qué era lo que debía hacer, terminó por acatar la petición del padre, y una vez dentro del círculo se dio cuenta de que no podría volver a salir.

Había estado vagando por días enteros, no sabía muy bien hacia dónde se dirigía, pero temía que aquellas personas lo atraparan, lo habían lastimado demasiado, al otro niño y a la hermana que siempre lo cuidaba también.
Su compañero y él eran llevados a aquella habitación con bastante frecuencia, a veces si cerraba sus ojos, podía ver cosas extrañas. A la mujer bondadosa, la habían encerrado en el sótano, la última vez que la había visto, había perdido toda su belleza y estaba dentro del círculo junto a ellos. La mujer, recibió al monstruo que siempre lo observaba cuando estaba en aquel lugar.

Entonces fue cuando encontró refugio en un pequeño pájaro que parecía estar tan perdido como él, lo alimentó y lo cuidó, hasta que una vez intentó hacerlo volar. No sabía cómo había terminado en aquella situación, pero el ala del pobre animal había quedado destrozada.
Y entonces fue allí cuando volvió a verlo, a Eren, su compañero y el único niño que se había mantenido junto a él en ese horrible lugar.

Él preguntó por lo que ocurría, a lo que solo pudo contestar con la verdad. Sabía lo que podía llegar a hacer, así que trató de concentrarse y pronto pudo ver a su fiel compañero emprender vuelo. Smith le había enseñado a hacerlo.

Esa misma noche, cuando decidió en seguir el consejo de Eren y escapar, escuchó que las hermanas habían sido quemadas en la plaza central. Pensó en la mujer que lo cuidaba, si la pobre había tenido el mismo destino. Él no quería averiguar si también estaba en la lista junto al castaño, así, que antes de adentrarse al bosque se atrevió a decir.

Ven conmigo Eren, escapemos juntos.

Sin embargo el niño negó lentamente.

Ahora tengo una familia, debes ponerte a salvo, vete, me quedaré aquí hasta que ya no pueda verte.

Asintió y se sintió un poco ansioso y asustado por el hecho de caminar en medio de la oscuridad, la odiaba tanto, sin embargo le mostró una sonrisa sincera y luego antes de irse continuó.

Vendré a buscarte algún día Eren, y seremos libres, seremos libres de Fogtown.

Sin mirar atrás, terminó por adentrarse en la espesura, deseando con todas sus fuerzas, que alguien lo cuidara de la oscuridad de la noche.
A la mañana siguiente encontró un pueblo llamado Lungs, estaba hambriento, sucio y cansado.

Una mujer se apiadó de él y dejó que comiera parte de su desayuno, le hizo demasiadas preguntas, hasta que logró saber que el orfanato donde él vivía había sido clausurado y que ahora estaba solo.
Terminó aceptando irse con aquella mujer, que pronto le presentó a su marido y le dio un hogar donde vivir. Se mudaron muy lejos de Lungs y el pequeño sentía que todo lo relacionado con Fogtown iba desapareciendo cada vez que se alejaban de allí.

Fue una noche en la que no podía dormir, cuando aquella mujer apareció. ¿Cómo no había podido recordarla? ¿Acaso no fue quemada en la hoguera? ¿Qué hacía la señora Fisher allí?
Pero no estaba sola, siempre estaría acompañada por el monstruo del círculo y aquello era lo que le hacía temerle tanto.

¿Cuándo lo olvidó todo?

La tercera vez, la madre de Eren se balanceaba desde su balcón.

La señora Fisher observaba a su pequeño dormir, a Levi Ackerman que estaba de vuelta en su hogar, había terminado en los brazos de Fogtown.

Campanas a Medianoche (Riren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora