XV

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—La viste.

Eren estaba sentado en las pequeñas escaleritas de madera que estaban en el exterior de la casa, sus manos estaban entrelazadas entre si, y no había pronunciado palabra alguna desde que habían vuelto del bosque.

—Sí, estaba ahí— Levi lo miró de soslayo, el muchacho aún llevaba su rostro impacible.

—Bien, porque parecía estar enojada— comentó entonces.

Levi se sentó a su lado, luego miró fijamente al joven, con su mente trabajando a toda velocidad, para preguntar adecuadamente.

—¿Ella fue la culpable de lo ocurrido?

—Quién sabe...

—Eren—. El castaño al fin había posado sus ojos en él, parecía estar en su propio mundo desde que habían comenzado en la búsqueda de Jean —¿Qué está sucediendo? ¿Lo sabes?

—No, no lo sé. Pero el que debería tener respuestas a esto ese sería usted, después de todo, la mujer llegó contigo.

Levi se mantuvo en silencio, era cierto que la señora Fisher indudablemente lo había seguido, pero aquello no explicaba el porqué habían terminado en aquella situación. Nunca la había visto así, y ahora ya no tenía ninguna duda de que la mujer siempre había sido real.

—Tal vez, debemos irnos de Fogtown.

Eren esta vez lo miró con atención, parecían agradarle las últimas palabras que había pronunciado.

—¿Me llevará con usted? ¡Debería armar mi propio equipaje!— se puso de pie inmediatamente antes de que Levi pudiese contestar —Si queremos salir de día nuestros vecinos querrán detenernos, después de lo que ha pasado lo mejor sería mantener una apariencia distante con ellos. ¿Tal vez por la noche? Pero sería bastante riesgoso... Si podemos esquivarlas estaríamos bien, y salir hacia el bosque no será problema alguno- luego se detuvo abruptamente y sonrió, se acercó al psicólogo que aún estaba sentado y lo apretujó entre sus brazos —¡Oh señor Ackerman estoy tan feliz! Descuide, me encargaré de todo, y llegaremos a salvo hacia el otro lado.

Levi se puso de pie y estaba listo para contestar cuando el muchacho ya estaba corriendo hacia adentro de la casa, detuvo las palabras que iba a pronunciar y comenzó a pensar con mucho detenimiento. ¿Estaría bien llevar a Eren con él? Bueno, el joven ya era mayor de edad y en Fogtown nadie cuidaría de él si le fuese a ocurrir algo, además sentía demasiado temor en dejarlo solo en aquel extraño lugar. Tal vez, huir de allí juntos sería lo mejor.

Así fue como ambos terminaron armando su equipaje, no esperaría ni un segundo más para salir de allí, Eren por su parte ya estaba listo y esperaba el toque de queda para asegurarse de que nadie los viese escapar de la aldea.
Cuando dieron las ocho ninguno de los dos se encontraba tranquilo, Eren fue el primero en salir, haciendo una señal con su cabeza para que el mayor lo siguiera.

Apenas traspasaron el umbral de la puerta un frío intenso le caló los huesos, no podía ver demasiado, con suerte podía distinguir al muchacho delante suyo, ya que una densa niebla cubría Fogtown. Eren tomó una de sus manos, habían guardado solo ropa en sus mochilas y lo demás lo enviarían a buscar más tarde. La noche era demasiado silenciosa, que se vio interrumpida después del correr de los minutos, cuando comenzaron a oír pasos a su alrededor.

Levi se detuvo de inmediato y su cuerpo lo traicionó, no solo por la oscuridad que lo rodeaba, sino por todo lo que Eren le había dicho anteriormente acerca de salir de su hogar después del toque de queda.

—Vamos Levi, estoy contigo, no te detengas— susurró el muchacho.

Haciendo acto de su poca valentía, Levi se animó a continuar, cada vez que avanzaban la niebla iba volviéndose más espesa, aún así se sentía tranquilo al poder ver a Eren aún, los pasos a su lado fueron aumentando, algunos gruñidos se hicieron presentes y aunque observó a su alrededor no pudo ver absolutamente nada.

Fue cuando doblaron a la izquierda y que Eren anunció que solo debían caminar un poco más, cuando vio la primer silueta. Alta y desgarbada. Los observaba mientras ellos caminaban hacia la salida, una segunda y una tercer silueta también aparecieron cerca de ellos. Sintió que la respiración de Eren se hacía más pesada, el agarre lo sostuvo más fuerte y firme sobre su mano y cuando habló parecía estar totalmente aterrado.

—No las mire señor Ackerman, ellas ya no están vivas.

Levi intentó que sus palabras no lo atemorizaran aún, pero el terror comenzó a llenar cada espacio de su cuerpo, apegándose un poco más, caminó siempre observando a Eren y entonces se atrevió a preguntar.

—¿Quiénes son?

—Ellas son las que murieron en la hoguera, están siempre enojadas, no debe hacerles saber que puede verlas— luego Eren se detuvo y entonces continuó —Ya llegamos. Vamos, salgamos de aquí.

La niebla comenzó a desaparecer y entonces como si nunca hubiese estado, pudieron ver el bosque con claridad, Eren le dedicó una sonrisa y entonces decidieron que ya era el momento de cruzarlo. Un fuerte choque sintió en su piel y cayó hacia atrás, tenía en su mano, la cual había sido la primera en pasar el linde del bosque con un gran corte, miró hacia adelante y descubrió a Eren con una mueca horrorizada en su rostro mientras que con ambas manos, rozaba una pared invisible.

—No, no, no. Esto no puede estar pasando, Levi no puedo pasar al bosque.

—Eso es imposible— el psicólogo volvió a ponerse de pie y entonces él mismo constató que sus cuerpos no podían adentrarse más allá del linde —. Es imposible.

Ambos se detuvieron cuando un gruñido se oyó a sus espaldas, el primero en girarse fue Levi y entonces vio a Fisher allí, observándolos. Sintió que su cuerpo se congelaba, estaba enojada, sabía como se veía cada vez que se enfurecía.

—Eren, acércate a mí, despacio.

El muchacho vio a la mujer y lentamente, fue acercándose al azabache, se detuvo cuando Fisher giró un poco su cabeza y lo observó.

—Eren— susurró una vez más.

El muchacho estaba a punto de continuar cuando Fisher abrió su boca y se lanzó hacia Eren. Levi no tuvo demasiado tiempo para quitarlo, pero sí para tomar una de sus manos.
El joven se encontraba en el suelo, gritaba y se movía con desesperación, Levi tiraba de él y del otro lado Fisher mantenía sus uñas incrustadas en las piernas del más alto. Sus fauces volvieron a abrirse y cuando estaba a punto de rozar la piel de Eren con sus dientes, el psicólogo pudo soltar el agarre de la mujer y llevarlo consigo.

—Vamos Eren, vámonos.

Con dificultad el muchacho pudo ponerse de pie, Levi pasó uno de los brazos sobre su cuello y el suyo lo pasó por la cintura de Eren, ambos comenzaron a correr en dirección a la aldea. El joven parecía cansado, se movía con mucha dificultad por la gran herida que ahora tenía en las piernas, Levi mientras avanzaba se atrevió a mirar hacia atrás y su corazón casi se detiene al ver que Fisher los estaba siguiendo.

La niebla comenzó a rodearlos nuevamente, y pronto estuvieron indefensos allí en la oscuridad. Las siluetas de las mujeres que habían terminado en la hoguera comenzaron a encerrarlos, Eren le daba indicaciones hacia donde debía ir y él ya no sabía como evitarlas, estaban por todas partes.

No supo con exactitud cuanto estuvieron allí, pero pronto encontró su cabaña y con sus respiraciones agitadas y el terror recorriendo sus cuerpos volvieron a sentirse a salvo una vez que estuvieron dentro.
Eren se había sentado en una silla mientras Levi volvía a colocar los seguros. Cuando se dio media vuelta y lo observó, el joven se había levantado el pantalón y podía observarse la sangre que aún brotaba de la herida.

—Tranquilo, te curaré de inmediato.

Fue a buscar todo lo necesario para desinfectar y vendar la herida, una vez que se arrodilló delante del joven y comenzó a limpiar la sangre con alcohol, Eren por primera vez habló.

—Estamos atrapados en Fogtown, no nos dejarán ir.

Campanas a Medianoche (Riren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora