VIII

822 169 15
                                    

Hoooola nuevo cap 🙋

Dejen sus votos y comentarios si les gustó ❤️

Disfruten y si ven errores avisen ➡️➡️
.
.
.
.
.

Dejó su maletin sobre el sillón de la sala, se quitó el traje y se dio otro baño antes de ponerse a cortar algunas verduras y cocinarlas para hacer un poco de sopa. Mientras éstas estaban en la olla, terminó por encender las velas que estaban en la casa, pronto darían las ocho de la noche y ya estaba lo suficientemente oscuro como para que su visión fuese más problemática.

Su horario de salida debía haber sido a las tres de la tarde, sin embargo como era un nuevo empleado del establecimiento, terminó por ayudar a las hermanas a limpiar los salones y los utencillos utilizados a la hora del almuerzo, no le molestaba hacerlo ya que suponía que a partir de ese momento tendría demasiado tiempo libre. Tal vez, más adelante podría acomodar mejor sus horarios para poder ordenar y limpiar su morada, que era algo que no podía dejar pasar.
Así que llegó a su nuevo hogar cerca de las cinco de la tarde, un poco apenado por no haber podido ver al jovencito castaño que lo había atendido muy bien los primeros días. Debía y quería preguntarle sobre lo que habían hablado, no solo eso, sino también cómo había sido posible que pudiese ver a la señora Fisher tanto como él mismo lo hacía.
Después de que Mikasa se lo llevara para su "castigo" no había vuelto a verlo por la escuela y aquello había logrado intranquilizarlo por unas horas.

Cerró las puertas y ventanas, asegurando cada una de ellas sin atreverse a contradecir lo que Eren le había comentado. Cuando la cena estuvo lista, apagó la olla y antes de servirse en un plato terminó por recorrer la casa aún en estado de alerta con miedo de encontrarse a la señora Fisher allí, pero para su gran satisfacción solo estaba él mismo entre aquellas paredes.
Cuando se sentó intentando probar bocado, lo primero que oyó fue el fuerte viento que comenzó a propagarse fuera de su morada y pronto, las gotas de una lluvia espesa y grandes truenos zurcaron la noche. Odiaba tanto las tormentas como la oscuridad, sin embargo, al estar a la luz de las velas se sentía protegido.

Eran cerca de las nueve cuando por fin pudo probar la primer cucharada de su sopa, se preguntó si después de aquello podría conciliar el sueño rápidamente aunque no lo creía posible, aún no se acostumbraba a que su horario terminase tan rápido.

Fue allí cuando el primer golpe en la puerta de entrada se hizo presente, algo que logró estremecer su cuerpo ante la sorpresa y el susto del sonido sobre el silencio. Por inercia terminó por ponerse de pie, aunque no movió un músculo más después de ello, el segundo golpe llegó, esta vez con un poco más de fuerza y en esta ocasión pudo distinguir que lo hacían con la palma abierta de la mano.
Un tercero y un cuarto, con más insistencia, continuos como los anteriores. Se dispuso a ignorarlos como Eren le había comunicado pero fue aquella voz la que lo hizo moverse desde el principio.

—¡Señor Ackerman!— más golpes, un poco más fuertes —¡Por favor déjeme entrar!

¿Estaría bien ignorarlo? No, no podría. Tal vez solo había sido una pequeña broma por parte del castaño ya que él era nuevo en Fogtown. Cuando volvieron a pronunciar su nombre con los continuos e insistentes golpes, sus pies terminaron por acortar la distancia que había entre la mesa y la puerta de entrada.
Sus manos buscaron los seguros, un poco temblorosas y torpes. Cuando logró quitarlos a todos no tardó en tomar la perilla y girarla.
La oscuridad rodeaba la casa, la lluvia caía con fuerza pero no era aquello lo que logró horrorizarlo.

—Ven— no esperó a que la persona que estaba empapada del otro lado contestara, tomó su mano rápidamente y se hizo a un lado para dejarlo resguardado de la fuerte tormenta —Siéntate, traeré algo para secarte.

—Los seguros...

Levi asintió y volvió a cerrar la puerta como correspondía, sin embargo al finalizar se giró rápidamente hacia las escaleras y buscó en su habitación un par de toallas.
Ya con ellas entre sus manos se dirigió al joven que se encontraba en el comedor completamente mojado.

—Quítate la ropa y sécate—. Le extendió las toallas y Eren las tomó con sus manos temblorosas —Prepararé un baño caliente y...

—No se preocupe señor Ackerman.

—Bien, aún así te traeré ropa seca y luego me explicarás lo que sucede.

Y así fue como buscó una camiseta que usaba para dormir y un pantalón pijama. Cuando llegó nuevamente junto al castaño, éste ya estaba envuelto en la toalla y temblaba ligeramente; Levi tomó la ropa mojada y dejó en su lugar el par seco, mientras le daba el espacio necesario para cambiarse.
Sus ojos sin embargo, terminaron viajando hacia la espalda del muchacho, que ya se había colocado el pantalón y estaba a punto de bajar correctamente la camiseta, notó su piel marcada por gruesas líneas aún rojizas y posiblemente un poco hinchadas, por lo bajo se podían ver otras no tan recientes como las que había visto en ese momento. Y entonces fue cuando se dio cuenta de lo que se le presentaba. Ante la poca iluminación del lugar y la agitación de aquél instante no había sido lo suficientemente rápido como para caer en cuenta de los golpes que Eren tenía sobre su rostro.

Sus manos viajaron temblorosas y suaves hacia una de sus mejillas, pasó con tranquilidad y con miedo de hacerle más daño su dedo índice sobre un pequeño moretón que tenía en su lado izquierdo y el rostro del muchacho se deformó por unos segundos.

—¿Qué ha pasado Eren?

El muchacho volvió a tomar asiento y sus ojos viajaron por todos los rincones de la casa, en un gesto nervioso y sin atreverse a posarlos sobre él, sin embargo Levi también tomó un lugar a su lado e involuntariamente sus miradas terminaron cruzándose.

—No sabía a dónde ir, lamento molestarlo a estas horas—, luego juntó sus manos sobre la mesa y las apretó varias veces —Mis padres se vuelven un poco agresivos una vez que deben cerrar las puertas.

Un nudo grotesco se formó en su garganta, no pudo evitar volver a pensar en Petra y tampoco que su instinto protector saliera a relucir desde lo más profundo de su ser, se mantuvo en silencio mientras el muchacho intentaba en vano detener las lágrimas que amenazaban caer.

—Agradezco que me haya dejado pasar, después de que le he dicho que tuviese cuidado yo... yo pude haberlo puesto en peligro, lo lamento.

—No tienes que disculparte, te he dicho que puedes contar conmigo siempre—, Levi tomó una de las manos del joven y le dio un suave apretón —No importa lo que suceda, no dudes en venir a mi si lo necesitas, hiciste bien en llegar hoy.

Una leve sonrisa se dejó ver en el rostro de Eren tan solo por unos segundos, mientras sus ojos verdes seguían posados sobre sus manos unidas. Sin embargo un nuevo golpe se oyó en la puerta, muy diferente a los que el jovencito había proclamado minutos antes, más bruscos, fuertes, como si quisieran romper la madera en miles de pedazos; las bizagras chirriaron con fuerza y cuando Levi se debatió en ver lo que ocurría, la mano del muchacho se cerró con firmeza sobre su muñeca.

—No debe abrir.

—Pero...

—No debe dejarlas entrar, Levi.

—¿A quiénes?

—A ellas, son peligrosas— sus ojos brillaron con un destello diferente y Levi no tuvo más opción que ignorar los golpes y volver a sentarse —. Están muy enfadadas esta noche, no debe dejarlas entrar.

Campanas a Medianoche (Riren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora