[♡capítulo dos♡]

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Desde aquel día en el que sus ojos se vieron por un pequeño instante algo dentro del alfa se había desatado, algo de magnitud colosal que revoluciono todo lo que sentía hasta ese día.

Su mirada era dulce, tierna, reconfortante, nunca vio unos ojos tan puros, sin maldad en ellos, lo sabía, su pequeño zorrito era el alma más caritativa en esa ciudad pero corroborarlo viéndolo fijamente le hizo querer correr hasta el, llevarlo a casa y hacerlo suyo no solo en mente, sino en cuerpo y alma.

Ese mismo día después de abastecer la tienda con leña condujo hasta el parque, solo que ahora con doble precaución de la acostumbrada, no podía permitir que eso volviera a pasar, Jeongin no debía tener conocimiento de su existencia hasta el día indicado para ello.

Entre los arbustos húmedos de la nieve que caía desde hace semanas sus ojos brillantes observaban como su omega disfrutaba del nevado día en el local abierto en el parque donde servían chocolate caliente y una diversidad extraordinaria de postres.

Hyunjin le veía con su nariz rojiza, sus pequeñas manos sostenían una taza humeante de café y reía de vez en cuando. ¿Sus labios eran una clase de afrodisíaco? Solo verlos le tentaban a cosas malas, claro, moralmente.

Espero hasta que dieran las siete de la noche que era cuando los tres acompañaban al menor hasta su casa e iban a las suyas para ir hasta el local, comprar un chocolate caliente y un pastelito de fresa. 

Condujo hasta la conocida casa y se escabullo hasta estar bajo la ventana de Jeongin donde con un agil movimiento pudo llegar a colocar los postres.

Tiró una piedra hacia la ventana y corrió, evitando ser visto.

Solo que unos pequeños ojos de zorrito lo habían observado, aunque frustrados al no poder mirar su rostro para lograr adivinar quien era ese misterioso hombre que tenía a su omega vuelto un desquiciado por él.


[...]


Dos semanas pasaron para que Hyunjin regresara de nuevo a su cabaña en la ciudad donde creció solo. La negociación con sus padres estaba llegando a su fin, le restaba únicamente dos meses y para poder acercarse a Jeongin faltaba una semana, una semana y podría comenzar su cortejo y con suerte, poder llevarlo consigo a la ciudad de Seúl para vivir juntos como una pareja.

Jeongin era su destinado, su otra mitad, lo supo desde que tenía 16 años y el omega 10.

De aquel entonces habían pasado 7 años, en una semana serían 8.

Hyunjin tenía 24 años, Jeongin cumpliría 18.

Se levantó de su cama cuando afuera todavía estaba oscuro y se preparó su desayuno antes de ir atrás de su casa a un enorme granero que aprovecho para guardar montones de leña, resguardándolos de mojarse.

Para las ocho de la mañana ya estaba partiendo por la carretera hasta el pueblo ya que para llegar tomaba 40 minutos, si, estaba un poco muy alejado de todos, pero era mejor así para él. Detestaba a la mayoría de la gente, no le agradaban.

''Llegas temprano hoy, ¿cómo te fue en Seúl?'' la mujer que lo recibía era como una abuela para Hyunjin, siempre cuestionando su bienestar.

''Bien, tendré que mudarme en dos meses, está vez para ya no volver.''

''Oh, ya veo, es una lástima que te vayas, pero por lo que veo tus padres no te permitieron quedarte aquí por nada del mundo.''

''Tengo obligaciones familiares que cumplir'' dice simplemente queriendo acabar con ese tema, y ella al parecer lo entendió pues no preguntó nada más.

Iba a irse, estaba por hacerlo, pero en ese momento como nunca lo hacía apareció por el umbral el chico permanentemente viviendo en sus pensamientos.

'¡Jeonginnie, hace tiempo que no te pasabas por aquí!" saluda ella alegremente besando cariñosamente las mejillas del zorrito. ''¿Qué te trae por aquÍ?''

Hyunjin no debía sentirse celoso, no debía querer limpiarme la mejilla lechosa con su propia lengua y restregarse contra él para impregnarlo de su olor, pero quería, quería hacerlo y estaba casi rabiando por hacerlo. 

''San estaba enfermo y tuve que venir yo por la leña, abue.''

''¿La cantidad de siempre?'' 

Hyunjin solo lo veía de espaldas, era casi 15 centímetros más bajo que él, sorpresa no era ya que le llevaba seis años de diferencia, tenía unos hombros anchos, una cintura estrecha  y su pequeña cintura estaba bien curveada, desvió su atención cuando sus ojos peligraban con observarle el trasero, no iba a hacerlo cuando tenía el conocimiento de que solo eso le encendería causando que miles de feromonas con olor a excitación volasen hasta las fosas nasales de Jeongin. 

''Tu pedido y tu cambio, gracias por visitarnos, vuelve pronto.''

Jeongin no lo detectaba, la señora mayor estaba extrañada y se lo dejo ver a Hyunjin pero era normal, había suprimido su olor y eliminado su rastro.

''¿Estás escondiéndote de ese omega?''

''No'' contesta dándole una mirada de enojo.

''Estabas detrás de un estante, suprimiste tu olor y saliste solo cuando se fue, ¿por qué te escondes de él? ¿Lo dejaste preñado y no quieres hacerte cargo?''

La sola posibilidad le hizo casi vomitar del asco a sí mismo.

''No pienses cosas tan desagradables, me voy.''

Jeongin estaba subiéndose a su auto en cuanto salió, y sus ojos se encontraron de nuevo.

El omega por fin pudo ponerle rostro al hombre misterioso, era tan guapo como un príncipe, incluso su belleza era mayor a la de los hombres de la realeza en los cuantos de hadas que leía de pequeño.

Hyunjin solo quiso ponerlo en su regazo y besarlo hasta faltarle el aire, ese bonito rostro le incitaba a tantas cosas, como adorarlo por toda una vida.

Pero camino rápidamente hasta su auto y una vez dentro aceleró como maniático hasta su casa, ignorando por supuesto los gritos del pequeño zorrito llamándolo.

Golpeo el volante con fuerza enojado, no podía aguantar más de esa manera, quería haberse quedado, hablar con él, conocerlo más.

Ya falta poco, pequeño. Muy poco.


[...]


ESPERO QUE ESTO REALMENTE LES ESTE GUSTANDO!

Después de todo lo escribo para ustedes :)

little foxy ♡ hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora