Caleb es un completo demonio, que su atractivo no les confunda, él se divierte del sufrimiento y se alimenta del miedo de las personas, además de su... ¡SANGRE!".
Todos los sobrenaturales sucesos se desencadenan cuándo él está cerca... NO ES HUMAN...
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♥INTENCIONES PERVERSAS ♥
A minutos de llagar a casa, ofuscada por el desepcionante día de hoy, un escalofrío me recorre de pies a cabeza, Nora está fuera de la misma, hablando nada más y nada menos que con ese demonio: el tal Crove.
《¿Sabrá que no obtuve información sobre la 2da Corporación?》
Mi corazón empieza a palpitar con más fuerza a medida que me acerco. Veo que le sujeta la mano, fingiendo cordialidad. El temor de que pueda hacerle daño me ha hecho olvidar hasta como andar o respirar.
Desvía su mirada de Nora, para encontrarse con la mía. ¿Olerá mi miedo?. Ya que es un vampiro, una criatura demoníaca, imagino que puede hacerlo ¿No?. Su mirada es divertida pero oscura.
—¡Ha, Cloe! —esboza Nora, advirtiendo de mi presencia—. Que bueno que llegas.
Detengo mis pasos a un lado de Nora, frente a Él.
—¿Q-Qué sucede?.
—Cloe, él es Caleb Crove —presenta, con demasiada alegría—. Es ahijado de los Fletcher, se quedará unos días con ellos.
《Si supiera que es un completo demonio, con intensiones sumamente perversas, que controla a los Flecher por mero placer, de seguro huiría de él》.
Paso saliva, no dejo de estar rígida. Más todavía al ver su mano extenderse hacia mí. La exmino, dudosa de estrecharla.
—Cloe, que esperas —insita Nora.
《Mierda》
La extiendo como si fuera un robot, el temor no me abandona. Él tal Caleb la sujeta en un rápido movimiento, jalandola hasta que el dorso de mi mano es tocada por sus labios. Acción que me toma por sorpresa. Si antes estaba helada, ahora soy un témpano de hielo.
—Es todo un placer, hermosa Cloe —dice sin soltar mi mano, fingiendo que le agrado, que no me conoce, que no me ha atacado, que no me ha amenazado.
—Upppsss —musita Nora, rebuscando en su cartera, su móvil, que ha empezado a sonar—. Un segundo chicos.
Se aleja dándonos la espalda, para responder el llamado.
《¡Momento perfecto!》.
Quito con dureza mi mano de la suya, y me alejo. Él me lo impide, apretando mi brazo derecho, para colar su rostro cerca de mi oído y hablarme en susurro. Estoy demasiado cerca a su pecho. Puedo oler su dulce perfume. No me desagrada, en lo absoluto, quién me desagrada con una gran repugnancia es él, por las atrocidades que ha hecho y sigue haciendo.
—Tenemos una conversación pendiente, castaña. No lo olvides.
Vuelvo a safarme de él, retrocediendo con el ceño fruncido. ¿A que demonios está jugando?.
