Epílogo

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Después del milagroso suceso en la cueva Iwaba, Bakugō y Kirishima fueron a casa del pelirrojo para contarle a sus padres la noticia cuanto antes.

—Espera... ¿Qué debería decir cuando los vea?— Preguntó Kirishima algo nervioso frente a la puerta de su casa.

—¿Eh? ¿Qué estás diciendo? ¿Desde cuando tú piensas las cosas de esa manera? Solo entra de una maldita vez y ve a abrazar a tus padres— Respondió Bakugō abriendo la puerta con las llaves que todavía tenía en su poder y empujando al pelirrojo dentro.

Al escuchar el sonido de las llaves, el señor Kirishima se acercó a la entrada para ver quién acababa de entrar.

—¿Quién anda ahí?— Mencionó justo antes de dejar caer al suelo el vaso de agua que sostenía entre sus manos. —¿¡E-e-eijirō!?— Exclamó conmocionado.

—Estoy de vuelta, papá— Mencionó Kirishima con una sonrisa mientras se dirigía hacia él para darle un cálido y enorme abrazo.

—N-no puedo creer lo que ven mis ojos... Hijo mio, me alegra tanto saber que estás bien— Mencionó el hombre entre lágrimas mientras se aferraba a su querido hijo.

Tras todo ese ruido, la señora Kirishima se acercó también a la entrada para ver qué ocurría y, para su sorpresa, encontró a su marido y a su hijo fundidos en un trágico abrazo.

—Eijirō...—Pronunció con una voz temblorosa. —¿De verdad eres tú?— Preguntó sorprendida, mirándolos con los ojos como platos.

Kirishima se soltó de su padre y se dirigió hacia su madre para abrazarla de la misma manera. A pesar de que Bakugō le había dicho día tras día que estaban bien, les había echado tanto de menos...

—Mamá, soy yo. Realmente soy yo— Dijo abrazándola con fuerza.

—Eijiro, soy tan feliz ahora mismo...—Dijo ella correspondiendo el abrazo mientras trataba de contener sus incontrolables lágrimas.

—Yo también lo soy— Dijo el pelirrojo.

Ambos se soltaron y las miradas se dirigieron de pronto hacia Bakugō, quien había permanecido de forma omnisciente durante todo el tiempo.

—Ah, si. Casi lo olvido...— Mencionó Kirishima acercándose a él y tomando su mano. —Tengo entendido que ya os conocéis, pero me gustaría presentároslo formalmente. Este es Bakugō Katsuki, mi novio.

Los padres de Kirishima sonrieron y se miraron entre sí con complicidad, mientras que el cerebro del rubio sufría un cortocircuito.

—¡¡¡Ki-kirishima!!!— Gritó Bakugō completamente rojo, sintiendo cómo sus mejillas explotaban de la vergüenza. —¡T-te voy a ma-

—Katsuki— Dijo la señora Kirishima interrumpiendo la frase y el acto asesinato que Bakugō estaba a punto de cometer. —Has sido tú quien ha traído de vuelta a nuestro querido Eijirō, ¿me equivoco? Acércate a mi, por favor. Quiero darte un abrazo.

—Tch... Ya sabe que no me gustan ese tipo de cosas...—Dijo molesto por la sugerencia, al mismo tiempo que dirigía la mirada hacia un lado, todavía avergonzado.

—Deja de replicar, blasty— Dijo Kirishima empujando al rubio hacia delante, propiciando un bonito abrazo entre los cuatro. —Fue gracias al gran esfuerzo de Bakugō que ahora mismo estoy aquí de nuevo con vosotros. Jamás podré agradecerle todo lo que ha hecho por mi y por mi familia.

—Deja de decir idioteces... No tienes nada que agradecerme...— Murmuró Bakugō.

Los cuatro se separaron e, inmediatamente, las miradas se fijaron de nuevo en el rubio.

—Por supuesto que si. Todos estamos enormemente agradecidos por todo lo que has hecho por nosotros, Katsuki. Si hay alguna cosa que podamos hacer para compensártelo, no dudes en decírnoslo— dijo la mujer.

—Tch... Si tanto insistís... Supongo que me conformaría con vuestro permiso para estar con Kirishima...—Dijo el rubio entre dientes, con las mejillas sonrojadas.

—No sabía que fueses tan tradicional, Bakugō— Dijo Kirishima con una pequeña risita mientras le mostraba una bonita y rosada sonrisa.

—¡Ca-cállate! Quiero hacer las cosas adecuadamente

—Después de todo no nos hace falta ni considerarlo. Tienes nuestro absoluto permiso para salir con Eijiro— Dijo el señor Kirishima con una sonrisa.

—Bi-bien, ¡ahora me voy!— Exclamó Bakugō dirigiéndose a la salida antes de estallar delante de ellos.

—¡Hey, espérame! Yo también tengo que volver a la U.A— Dijo Kirishima corriendo detrás de él. —Adiós papá, mamá. Prometo que vendré a veros en cuanto pueda.

—Cuídate, Eijiro— Dijo su padre

—Katsuki, asegúrate de vigilarlo por nosotros, ¿está bien? Y tú, Eijirō, cuida bien de Katsuki y abrázalo siempre que tengas la oportunidad.

—¡Lo haré!— Exclamó el pelirrojo con una sonrisa, saltando sobre la espalda del rubio.

—Tch... pelo punk, no saltes así de repente o conseguirás que te envíe al espacio de un puñetazo...

—Jaja, está bien~

Se despidieron finalmente de los padres de Kirishima y, con este sobre sus hombros, Bakugō regresó a la U.A.

Una vez allí, profesores y alumnos los recibieron con los brazos abiertos y un sinnúmero de preguntas que lograron enfurecer a Bakugō. Midoriya y Aizawa se disculparon por su comportamiento, mientras que el director Nezu los invitó a tomar una taza de té en su despacho con intención de conocer la historia al completo y celebrar la emotiva vuelta.

Todo había terminado al fin, pero ahora, una nueva aventura de toda una vida les aguardaba impaciente.

FIN

El héroe y el hombre de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora