8 - Una nueva esperanza

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Nota: Los diálogos que se encuentren entre [este tipo de paréntesis] serán los efectuados por Kirishima desde el interior de su cuerpo de piedra. Podrían considerarse pensamientos, pero tienen otro tipo de paréntesis porque el personaje está hablando a pesar de no ser escuchado en el exterior.

Bakugō miraba atónito la rojiza escena interpretada por Kirishima. No podía creer que Eijirō, el alegre y apasionado pelirrojo al que tiempo atrás había visto divertirse junto a todo tipo de animales, estuviese devorando sin ningún tipo de remordimiento aparente a un pequeño cervatillo.

—Tch...— Gruñó Bakugō. —¡Vuelve en ti, idiota!

El rubio se lanzó sobre la gran criatura de piedra y comenzó a golpearlo furioso con diversas explosiones.

—¡Vuelve en ti! ¡Deja de hacer el idiota!— Decía golpeándole inútilmente una y otra vez. —¡Haré que vuelvas aunque eso signifique destruir esta dura coraza de piedra!

Un estridente rugido salió de la boca de Kirishima. Probablemente las explosiones de Bakugō apenas le provocaban algún pequeño rasguño, pero lo había interrumpido en mitad de su cena y eso era algo imperdonable para una criatura salvaje como él.

El rocoso pelirrojo se sacudió violentamente, lanzando a Bakugō por los aires.

—Uhg...— Gimió de dolor al notar la dura pared de la cueva clavándosele en todo el cuerpo. —Aún no he terminado...

Antes de que Bakugō lograra ponerse en pie, Kirishima lo agarró del cuello con su duro puño y lo elevó del suelo.

—[¡No...! ¡No lo hagas!]— Gritaba Kirishima desde el interior del coloso.

—Tch...— Murmuró a duras penas Bakugō. —Si vas a matarme hazlo de una vez... Tú no eres el Kirishima que yo conozco...

—[¡¡Suéltalo!! ¡No sigas!]— Suplicaba a gritos Kirishima con los ojos llorosos.

Por un instante, Bakugō visualizó una fugaz y brillante gota de agua caer desde sus oscuros ojos y colarse entre las grietas de su cuerpo.

Entonces, el brazo de piedra se debilitó y Bakugō logró liberarse de aquellos fuertes dedos.

—¿Qué acaba de pasar...?— Murmuró tocándose el cuello sorprendido.

—Date prisa y ven antes de que cambie de opinión— Dijo el hechicero apareciendo de la nada. —¿A qué estás esperando?

El rubio salió corriendo hacia el pasadizo por el que había llegado hasta allí y en el que le esperaba el hechicero.

Nada más entrar, el anciano golpeó con un bastón la pared de la cueva y la entrada a la sala quedó bloqueada por una montaña de piedras.

—¿De dónde demonios has sacado ese bastón?

—¿Acaso pensabas que nuestros quirks eran nuestro único truco? No te imaginas la de cosas increíbles que hemos creado en estas últimas décadas.

—¡Eso no importa! ¿¡Qué acaba de pasar!? Esa cosa estaba a punto de matarme y de repente va y me suelta. Y por si fuera poco llegas tú al instante y me dices que huya. ¿Puedes controlarlo de alguna forma?

—¿Controlarlo? Para nada. Yo no he hecho absolutamente nada. Es cierto. Ha sido tu amigo el que ha decidido soltarte. Nunca antes había pasado algo así con ninguno. Normalmente te habría devorado como al resto de animales, pero parecía que estuviese llorando. De alguna forma el chico al que conoces ha logrado tomar el control por un momento y gracias a eso estás vivo. Exactamente. Por eso mismo hemos decidido salvarte. Este caso está resultando demasiado interesante como para verte morir tan pronto.

—Maldito brujo... ¿¡Por qué no me dijiste que Kirishima todavía seguía ahí dentro!? Si ha conseguido tomar el control una vez, ¿quién dice que no exista una forma de que pueda controlarlo completamente?

—Eso es mucho suponer, chico. Llevo siglos tratando con criaturas así y te aseguro que nunca he encontrado una forma de devolverle al dueño el control de su cuerpo. Que te haya soltado ya es de por sí un milagro.

Ahg... ¡Cállate si no quieres que te vuele la cara de nuevo! Voy a encontrar una solución por mi cuenta, así que como se te ocurra tocar o alimentar a Kirishima te juro que te mato.

Bakugō se fue de allí decidido y con una mirada más seria de lo normal. Se había propuesto salvar a Kirishima y nada ni nadie podría impedírselo.

|Al cabo de un rato, en la U.A.|

—¡Kacchan, aquí estás! Te estaba esperando— Exclamó Midoriya corriendo hacia él.

—¿Deku? ¿Qué demonios crees que estás haciendo?— Dijo molesto al ver como su compañero de clases lo recibía.

—Como se hizo la hora de cenar y aún no habías vuelto, Aizawa-sensei me pidió que me asegurase de que volvías— Explicó mientras observaba el mal aspecto que tenía el rubio. —¿Qué te ha pasado? Parece como si una estampida de elefantes te hubiera pasado por encima. Deberías ir a ver a Recovery Girl antes de ir a dormir.

—Es media noche, no voy a despertar a la anciana por una idiotez así. Vete a dormir de una vez.

—Si tú lo dices... ¡Ah, si! Toma esto— Dijo ofreciéndole un sándwich que llevaba en la mano. —Seguramente tendrás hambre. No has cenado, ¿verdad?

Bakugō cogió bruscamente el sándwich de las manos del peliverde y empezó a comérselo mientras éste lo observaba.

—Veo que estabas hambriento.

—Eso no te incumbe. He dicho que te vayas a dormir ya, Deku. El lunes se reanudan las clases, deberías empezar a acostarte temprano si no quieres llegar tarde el primer día de la vuelta.

Sin decir ni una palabra más Bakugō se fue en dirección a su dormitorio dejando a Midoriya solo fuera.

—Parece que aún le llevará un tiempo recuperarse de todo esto...— murmuró antes de ir también hacia su habitación.

|Al día siguiente|

—Buenos días, dormilón— Dijo Kaminari recostado en la pared al ver a Bakugō salir de su habitación. —He oído que anoche llegaste un poquito tarde. Debes de estar agotado.

—Eso no es asunto tuyo— Respondió Bakugō dejando un ruidoso portazo a su paso.

—¿Dónde estuviste? Es evidente que no te llevó tanto tiempo terminar las tareas del padre de Kirishima.

—Cállate— Dijo continuando su camino sin dar importancia al hecho de que le estuviera siguiendo.

—Espero que no se te pasase por la cabeza colarte en la cueva que el mismísimo jefe de policía mandó sellar. Sería una acción extremadamente peligrosa.

—¡He dicho que te ca...!— Empezó a pronunciar molesto Bakugō antes de ser interrumpido por su receptor.

—Sería una acción extremadamente peligrosa... que no dudaría en realizar si con ello hubiese alguna forma de rescatar a Kirishima.

Bakugō se frenó en seco y se giró hacia atrás para ver la cara del chico que estaba dispuesto a infligir la ley por rescatar a su amigo.

—¿Qué demonios estás...?— Preguntó sorprendido y algo irritado.

—Lo que quiero decir es que me dejes ayudarte a salvar a Kirishima. Sé que desde el día de la prueba has estado comiendote la cabeza para intentar olvidarlo, pero eso es algo imposible. Ni siquiera yo consigo quitarme a ese alegre e impulsivo chico de la mente. Ayer fuiste a verlo, ¿verdad? Estoy seguro de que encontrarás un remedio, así que, por favor cuenta con mi ayuda.

—Tch...— Pronunció Bakugō dándose la vuelta de nuevo. —Tanto tú como él deberíais pensar las cosas antes de hacerlas.

Continuará...

El héroe y el hombre de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora