10 - Llegan los refuerzos

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—[¿¡Puedes oírme!?]

—Parece que ayudar a tus padres con las tareas no ha sido completamente inútil— Dijo Bakugō con una pequeña sonrisa de satisfacción.

—[¿Eh? ¿Mis padres? ¿Los has conocido? ¿Y cómo que ayudar? ¿Acaso papá tiene de nuevo problemas en el trabajo?]

Kirishima rugió ferozmente y como si tratase de ignorar a Bakugō, se dio media vuelta y se tumbó de nuevo sobre la roca en la que estaba dormido.

—[¡Oye! No, espera... ¡Vuelve ahí! ¡Necesito saber más cosas!]— Insistió sin recibir ningún tipo de respuesta por parte de su cuerpo.

—Tch... ¿Ni siquiera te importa que me haya molestado en venir a verte y además te haya traído comida?— Dijo Bakugō molesto al ver cómo le ignoraba completamente.

No es que hubiese preferido una pelea de nuevo, pero de esa forma sentía que ni siquiera lo veía como una amenaza, era algo frustrante para él.

—[No... ¡No es eso...! Claro que me importa, pero este maldito cuerpo no me obedece...]

—Ahg... De acuerdo, me iré. Pero no creas que vas a librarte de mi. Pienso venir a interrumpir tu siesta todas las veces que haga falta para que dejes de comportarte como un animal.

—[Bakugō... Eres tan genial como siempre]

El rubio abandonó la sala dejando a la bestia pelirroja dormida nuevamente sobre su cama de piedra.

Después de ver que Kirishima había pronunciado su nombre estaba más lleno de energía que nunca. Definitivamente no cesarían sus esfuerzos por encontrar una solución, no ahora que un rayo de esperanza se había filtrado a través de aquellas oscuras y frías paredes.

—Hola chico. ¿Vienes otra vez de visita?— Dijo el hechicero apareciendo de repente ante él.

—Tch... ¿Qué demonios quieres tú ahora? Tengo mejores cosas que hacer su perder en tiempo contigo.

—Hemos visto lo que has hecho. ¿Qué pretendes conseguir con eso? Un hechizo como el nuestro no se puede deshacer con un simple plato de comida casera. Gen tiene razón. Ya te hemos dicho que no existe una solución.

—No quiero oír ni una sola palabra más. Tú eres el responsable de esto, así que si no quieres morir deja de interponerte en mi camino— Dijo observándolo fijamente con una mirada intimidante. —Y que no se te pase por la cabeza incitar a Kirishima a cazar de nuevo. A partir de hoy yo me encargaré de su comida. Tócale una sola piedra y no volverás a ver la luz del sol.

—Llevo siglos sin ver la luz del sol, no será un gran problema. Parece que lo tienes todo bien pensado. Está bien, lo dejaremos en tus manos pero asegurate de darle suficiente comida o nos encargaremos personalmente. No vamos a dejar que nos coma después de todo.

Bakugō apartó de un empujón al hombre y continuó caminando hacia la entrada ignorando completamente lo que fuese que le acababa de decir. Una vez dicho lo suyo no le importaba la opinión de nadie más.

|Al mismo tiempo, en la U.A|

—Como ya he dicho, le llevará un tiempo superarlo. Estaban muy unidos tanto a la hora de luchar como en la vida personal. Debe de haber sido un golpe muy duro para Kacchan...

Midoriya Izuku se encontraba en frente del escritorio del profesor Aizawa. Su rostro mostraba cierta preocupación por su amigo de la infancia, mientras que el del adulto se mantenía serio e inexpresivo como era habitual en él.

—Entiendo, espero que no afecte a su rendimiento escolar. Tanto él como los demás debéis saber que no podemos hacer nada al respecto, lo que sucedió es irremediable.

El héroe y el hombre de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora