5 - El hombre de piedra

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Los sucesos ocurridos aquel día causaron un gran revuelo en los corazones de todas las personas en la U.A. y desataron una dura situación para la supuestamente ahora segura y reformada institución.

Aquella prueba se había convertido en otro de los imperdonables errores por parte de la prestigiosa academia de héroes y como era de esperar la prensa no tardaría en explotar la noticia. Por si fuera poco, la clase 1-A estaba implicada de nuevo. ¿Acaso tenían alguna clase de maldición? ¿Eran un imán para los problemas? ¿O simplemente era pura casualidad?

Habían pasado dos días desde el incidente. La prueba de final de curso fue suspendida y los estudiantes estarían recluidos por orden del mismísimo director, en sus residencias dentro del centro, durante la próxima semana.

Nadie en la clase 1-A tenía ánimos como para soltar una sola palabra. La gran mayoría se limitó a vagar por las instalaciones como almas en pena que esperaban que todo hubiese sido un sueño. Kirishima era un chico muy alegre y amigable, todos le tenían un gran aprecio y la idea de haber perdido para siempre a su compañero de clase y amigo les destrozaba por dentro.

De entre todos ellos, había cuatro que se encontraban especialmente afectados. Uno de ellos era Katsuki Bakugō, la persona que vio ante sus ojos cómo su compañero de equipo se transformaba en un monstruo de piedra.

Bakugō había pasado las cuarenta y ocho horas encerrado en su habitación. Solo había salido de ella en una ocasión en la que aprovechó para coger unas cuantas botellas de agua y un par de piezas de fruta que había a mano para satisfacer sus necesidades alimenticias.

Sus compañeros estaban algo preocupados por él también. Desde que salieron de aquella cueva infernal no lo habían visto alterarse ni una sola vez, se había mantenido callado, serio y aislado del mundo completamente. ¿Realmente ese era Bakugō? Verlo en ese estado resultaba incluso más aterrador.

—Esto... Kacchan...— Murmuró Izuku Midoriya golpeando temblorosamente la puerta del rubio.

No hubo respuesta por parte del rubio. Midoriya la golpeó de nuevo esperando un grito o al menos una señal de vida por su parte.

—Kacchan ¿Podemos hablar un poco? Creo que...— Murmuraba al otro lado de la puerta. —Algo de compañía no le iría mal a nadie...

—Entra.

Las palabras del rubio llegaron a los oídos de un peliverde aterradamente sorprendido. ¿Había dicho que entrase? ¿¡Bakugō!? ¿¡¡A su habitación!!? ¿¿¡¡A él!!??

Midoriya abrió cuidadosamente la puerta que suponía la entrada a la inquebrantable guarida secreta del terrorífico héroe explosivo, Katsuki Bakugō. Todo estaba oscuro, pero se podía distinguir una figura tumbada boca a bajo sobre la cama.

—Cierra.

—E-está bien...

Cerró la puerta de la habitación y se acercó temeroso hacia él. Realmente no sabía ni cómo había terminado llamando a la puerta de Bakugō, pero esa era la realidad.

—Bu-bueno... He venido porque me imagino que debes de estar muy afectado con lo ocurrido...— Midoriya empezó a hablar con una voz nerviosa que denotaba preocupación. —Ha sido un golpe duro para todos, pero pienso que debes de sentirte incluso peor que nosotros... Es decir... Tú y Kirishima erais muy buenos ami-

Bakugō se incorporó un poco, recostándose en la pared e interrumpió a Midoriya.

—Fue todo por mi maldita culpa...— Una voz pesada y manchada de ira empezó a salir en un tono casi inaludible de su boca. —Yo hice que se convirtiese en eso... Yo provoqué al hechicero de la leyenda...

El héroe y el hombre de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora