Capítulo veinte: la marca de Lilith

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Narra Aradia

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Narra Aradia

Aparecí en el castillo de mi madre.

Como era de costumbre ella estaba en su trono pero esta vez no estaba limandose las uñas, estaba sentada como si esperara a alguien.

— hola cariño, sabia que vendrías— dijo ella tratando de formar una sonrisa que más bien pareció una mueca.

— ¿Ah si?— pregunté con el ceño fruncido.

Me acerqué a ella hasta que quede frente a su trono.

— me dijeron que llegaste en una limosina con tu hermana a la casa de tu padre, supuse que vendrías después aquí— explico—supongo que me traes novedades sobre la varita, ¿No es así?.

Trague saliva.

— no lo haré.

Maléfica movió la cabeza a un lado y me miró con el ceño fruncido.

— ¿No harás que?.

— no robaré la varita del Hada Madrina, ni tu cetro, no quiero hacer el mal quiero ser feliz con Carlos, mi novio— dije muy segura.

Ella no puso ninguna expresión, solo tenía una mirada fría.

— el amor te vuelve débil.

De pronto sentí como era levantada del piso, sentí unas manos rodeando mi cuello fuertemente, sentía como la respiración se me cortaba.

— el amor es ridículo, ¿Porque se enamoran?— dijo ella apretándome con más fuerzas— ¡no pasaré por lo mismo dos veces!.

Me arrojo contra la pared y se acercó a mí de manera peligrosa.

— pensé que servirias para algo, pero eres igual que tú hermana, ¡que decepción!.

Maléfica tomo una espada que estaba puesta en la pared y la apunto a mí.

Yo seguía tirada en el suelo mientras recuperaba el aliento y cuando vi la punta de la espada frente a mí comencé a temer.

— no le harías daño a tu propia hija, ¿O si?— la rete.

Ella soltó una carcajada.

— puedes ser mi hija ¡pero no siento un amor hacia a ti! A Mal tal vez no la dañaría pero a ti no lo dudaría ni un segundo... Yo no te crié, no siento afecto en lo absoluto.

Esas palabras fueron lo suficiente para desatar mi enojo.

— solo te estaba usando, pero no me sirves para nada.

La mire con enojo y mi cabello se volvió lumbre y mis ojos azules.

Recordé el recuerdo en el libro, mi padre con un chasquido de dedos hizo que la espada se le encajara al guardia.

Eso era.

Chasquie los dedos y la espada desapareció.

Malefica abrió los ojos y llevo sus manos a su estómago donde estaba encajada está.

Sangre comenzó a salir de su cuerpo pero ella en vez de gritar, solo sonrió y saco la espada de su cuerpo.

Se inclinó ante mí y me tomo por los hombros.

Ella puso sus ojos verdes y dijo unas extrañas palabras.

De repente todo el cuarto se prendió, fuego salía por donde quiera y me espante e intente escapar pero Maléfica me sostenía fuertemente.

— ¿Me llamaste Maléfica?— pregunto una mujer asiendose presente al lado de ella.— ¿Que te paso?— pregunto al ver como escurría sangre de su cuerpo.

— ¡no hay tiempo!— dijo ella— hazla, ¡haz la runa!.
— ¿La runa?— pregunto ella.

— si, tú runa... ¡Pero ya!— grito Maléfica desesperada.— Lilith, por favor.

Lilith se inclinó a mí e hizo a un lado mi blusa dejando mi hombro descubierto y comenzó a encajar su uña en mi piel.

Comencé a gritar del dolor, era un ardor inmenso y podía sentir como sangraba, era como si te estuvieran encajando un cuchillo y escribieran una palabra en tu piel. Era un dolor horrible.

Ella se apartó de mi y me dejó tirada en piso, perdí el control de mí, esa cosa hacia que no pudiera huir y me quedara quieta en mi lugar.

Sentía como si me quemará, sentía fuego en mi.

Lilith se acercó a Maléfica y comenzó a hacerle lo mismo, solo que ella no grito o se quejó del dolor, era como si fuera una cosquilla.

Lilith terminó con Maléfica y se puso de pie.

— ahora sí mi querida Aradia, tú vives yo también, me hieren y a ti también, yo muero y tú también— explico con sus ojos verdes brillantes.

Toda la sangre que había derramado Maléfica ya no estaba, la herida se había cerrado y no entendía nada de nada.

— ¿No entiendes verdad?— pregunto Maléfica con una sonrisa.— Lilith hazlo.

Lilith asintió y tomo una mano de Maléfica y paso una de sus afiladas uñas sobre la mano de ella formando una herida que soltaba mucha sangre.

Sentí un ardor en mi mano, la mire y está, al igual que la mano de Maléfica, sangraba.

— no me puedes herir ya— dijo ella en tono victorioso.

Comencé a llorar del dolor que sentía, tanto en la marca de mi hombro y la herida de la mano.

— gracias Lilith, no necesitaré otro favor— dijo ella y Lilith asintió.

De repente todas las llamas desaparecieron del lugar y el ardor que sentía dejo de existir.

— ahora yo te controlo mi vida— dijo y sus ojos volvieron a la normalidad.

Me puse de pie, mis fuerzas habían vuelto.

Mi mano seguía sangrando al igual que la de Maléfica.

Maléfica se acercó a mí y me miró fijamente.

— ahora presta atención— dijo y sus ojos volvieron a ser verdes fuertes brillosos.

De alguna manera sentía la necesidad de hacer lo que ella decía aún que no quisiera miraba detenidamente sus ojos.

— hoy irás al museo, robaras mi cetro— dijo ella.— y terminarás con ese niño perro.

Me perdí por completo en sus ojos, algo dentro de mi se formó.

Ahora tenía ganas de vengarme nuevamente.

El odio volvió.

— desde luego madre— dije y mis ojos de volvieron azules y mi cabello se prendió.

— desde luego madre— dije y mis ojos de volvieron azules y mi cabello se prendió

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La venganza de Aradia✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora