Capítulo 2 | Princesas y Dinosaurios

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—¿Estás seguro de que no quieres regresar a casa? Te ves mal— Dijo Olivia preocupada al ver el aspecto de su compañero.

—Estaré bien—Dijo secamente.

Con el paso de las horas su vida volvería a la normalidad, o eso quería pensar. Años atrás había aceptado el hecho de que no habría nadie más en su vida, además de su ex esposa Kathy; ella se había encargado de pisar su corazón, destruirlo en pequeñas partes y después arrojarlo al triturador... Elliot sintió que esa parte de su vida, la amorosa, estaba muerta. Solo le quedaban sus hijos y el sentimiento de necesitar a Olivia en sus días, para sobrellevar el día.

Y ahora que ese idiota la arrancaría de su vida sin más, el miedo a perderle se volvió tangible y se apoderó de él. Si Trevor Langan era un idiota, Elliot Stabler era un estúpido que dió por sentado que Liv siempre estaría para el y sus hijos. Ella era un ángel, sin tener ninguna obligación, era su piedra angular... que lo sostenía y lo hacía fuerte contra las peores tormentas.

—¿y esa cara verde, Stabler? La ira es mala, te estás convirtiendo en Hulk— Fin rió, dando un codazo a Munch.

—Déjenlo tranquilo, es probable que los niños le contagiaron el resfriado... pero es terco y no quiere atenderse.

—Aleja tus gérmenes de mi, Stabler— Dijo Munch, cubriéndose boca y nariz con su antebrazo.

Elliot se dirigió a la cocina para tomar un vaso y llenarlo con agua, luego regresó a su escritorio.

—No estoy enfermo, necesito aire— Intentó dar un sorbo al vaso con agua y abandono de inmediato. Era como si una roca estuviera obstruyendo su garganta. Necesitaba salir de ese lugar.

En camino a la azotea, Elliot se topó de frente con un repartidor que cargaba un aparentemente costoso ramo de rosas.

—¿Podría decirme dónde encontrar a la detective... Olivia Benson?— preguntó el chico.

Stabler gruñó y salió furiosamente hacia las escaleras de emergencia, dejando al repartidor pasmado, en medio del corredor. Munch que contemplaba la escena, se acercó con al chico.

—Son para mi, ¡gracias!— John batió las pestañas y le arrebató el arreglo de las manos. —¡Para mi futura esposa, la más hermosa de toda la galaxia... con amor, Trev!— leyó mientras se acercaba a sus compañeros.

—Supongo que Trevor es un nombre demasiado largo y merece la pena cortarle el "or"—Replicó Fin, con su usual sarcasmo— ¿Futura esposa?

Munch dejó el arreglo en el escritorio de Olivia, observándolo, pensando si aprobar o no a este individuo en la vida de la que consideraba su hermana menor.

La boda de mi mejor amiga  |  BENSLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora