Capítulo 7 | Picnic

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Ese día de octubre era perfecto, el clima estaba templado y todo Nueva York lucia los colores del otoño. Elliot veía a los niños saltar eufóricos en el inflable que habían instalado en el parque para el picnic anual del departamento de policía.

—Papá, ve con la tía Liv... yo me quedo a supervisar a los enanos— Maureen lo sacó de sus pensamientos. Él se acercó para dejar un beso en la sien de su hija y salió hacia la mesa donde estaban sus compañeros.

—Asi que... ¿participarás en el concurso, Munch?— Elliot se acercó para ver de cerca el costillar que Munch cuidaba en el asador— luce bien.

—Esto, Stabler, es el manjar de los dioses— Dijo Munch, bañando las costillas de su receta secreta con una brocha.

—Munch tu no cocinas... y eso parece aceite para coche— Gruñó Fin.

—Déjalo Fin— intervino Olivia, dejando unas papas cubiertas de aluminio en el asador— Esto huele delicioso, Munch... desde ya tienes mi voto.

—Ellos si aprecian el arte— Bufó hacia Fin.

—Tranquilo Picasso, bebe esto— Fin le pasó una botella de cerveza a cada uno de sus compañeros.

Elliot y Liv se sentaron en la banca para beber su cerveza y descansar un rato.

—¿Qué tal tu cita?— Preguntó Liv, al ver a todos los demás entretenidos.

—Para ser la primera en más de una década, creo que fue bien— Dió un sorbo a su bebida y volteo la mirada a Liv— Gracias a ella, porque yo definitivamente soy un desastre.

—Yo no creo eso, tal vez fueron tus nervios— Dijo Liv— porque se que eres capaz de ofrecer una buena platica y eres buena compañía.

—Gracias por el voto de confianza, pero tú me conoces... es diferente.

—Nunca salimos en una cita— Aclaró Liv— pero hemos cenado y platicado largamente de todo y nada... así que creo que se lo que digo.

Elliot sonrió a Liv, imaginando cómo hubiera sido una cita con ella. Liv era la mujer más inteligente, divertida y bonita que conocía... seguramente la llevaría a un restaurant elegante, ella luciría un vestido bonito y él le diría lo bella que estaba esa noche, sin despegar la mirada de la castaña. Beberían unas copas de su Pinot favorito y antes de la media noche la dejaría frente a la puerta de su departamento, no sin antes darle el más cálido de los besos y regresaría a casa con la sonrisa del bobo más feliz del mundo.

Si tan solo pudiera...

—Tierra llamando a Elliot— Dijo Liv pasando una mano delante de los ojos del ojiazul.

—Lo siento, estaba pensando en otra cosa-

—Pues estabas muy sonriente, probablemente pensabas en la maestra— Liv rio y se levantó de su lugar, para ir a ver a los niños al área de juegos.

—Oh Liv... como quisiera estar pensando en ella— Murmuró al viento.

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Luego de que Munch fuera premiado con el primer lugar del concurso de barbacoas, se dispusieron a degustar las costillas ganadoras y las papas asadas que preparó Olivia.

—¡Lizzie te estas comiendo una vaca!— Gritó Dickie detrás de su gemela, haciendo que gritara y se parara sobre la banca, para asomarse a ver su plato.

—¡Papá hay una vaca en mi comida!

—No es una vaca, cariño... solo es carne.

—¡Eres tonto, Dickie, muy tonto!— Gritó Lizzie, sacó la lengua a su hermano y siguió comiendo.

—¿Papá de dónde viene la carne?—preguntó Dickie.

—Del supermercado— Respondió Elliot para contener la discusión— ahora, sigue comiendo Dickie.

Todos comieron amenamente entre platicas sobre el trabajo, los niños, la escuela de Maureen y Kathleen que no había asistido y estaba en casa de su amiga.

Al terminar, Liv tendió una cobija sobre el césped para que los niños se sentaran a jugar. Terminó sentada junto a ellos, tomando la muñeca que Lizzie le ofrecía para jugar con ella.

—¡TÍa Liv! ¿Nos acompañas a pedir dulces el..? ¿Qué día es Halloween? ¡La mamá de Kelly hará una fiesta de disfraces! ¿de qué te vestirás?

—Tranquila cariño, tal vez la tía Liv tenga planes esa noche...— Intervino Elliot, desde su lugar.

—Me encantaría acompañarlos, linda— Sonrió y arregló el cabello de la pequeña, poniéndole unos broches para despejar su rostro— Mi disfraz es sorpresa... ¿Cuál será el tuyo? ¿tal vez de princesa?

—¿Cómo lo supiste, tía?

—Porque eres una princesa, la más bonita de todo Nueva York.

La niña brincó emocionada hasta sus brazos y pasó su manita por la mejilla de Olivia.

—Tu también eres muy muy bonita, Tía... quisiera tener una mamá que se pareciera a ti, que tuviera tu cabello y tus ojos bonitos y que me quisiera así como tú me quieres.

Elliot las veía desde su lugar con emoción contenida, Liv hacía cosquillas y daba besos en las mejillas a su hija, mientras Elizabeth reía. Deseaba con todo su corazón regresar el tiempo, porque aún no sabía que haría sin Liv en su vida... incluso sus hijos tenían tanto apego a ella que sería inevitable que se rompieran sus corazones cuando no pudieran verla más.

—¿Quién quiere un cupcake?— Dijo Liv para llamar la atención de los niños.

—Yo, yo tía, por favor— Brincó Dickie alrededor de Liv. Lizzie se les unió.

—Ya que terminaron su comida, merecen un delicioso postre— Se levantó para alcanzar un par de cupcakes de colores y los pasó a los niños.

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La boda de mi mejor amiga  |  BENSLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora