X

8.3K 1K 364
                                    

–Tony–murmuraron–Tony, levántate–cada vez la voz se escuchaba más cerca–Stark–dijeron en un tono amenazante.

Entre abrí mis ojos y vi al estúpido de Rogers.

–¿Qué rayos quieres? Es muy temprano–me quejé–Déjame dormir.

–No creas que se me ha olvidado que dijiste que correrías conmigo–susurró de nuevo–Vamos, a ésta hora corro.

–¿Estás loco?–tomé mi almohada tratando de no golpear a Bruce quien estaba a lado de mí y la puse sobre mi cara.

–Te daré tres minutos–pude sentir como se alejaba y escuché cuando abría la puerta, estaba loco si creía que iría.

Acomodé la almohada bajo mi cabeza de nuevo, iba a dormir.

–¡Hola Steve!–esa voz...Era Peggy.

Levántate Stark, levántate.

–Hola Peggy–¿por qué le habla? Steve, no le hables.

Corrí al baño para lavarme los dientes y la cara; aproveché para echarle agua a mi alborotado cabello.

Por suerte mi pijama era un pants deportivo, sólo tuve que ponerme tenis.

–¿Es la cabaña de Tony?–escuché que la castaña preguntaba.

Malditas agujetas.

–S-Sí hicimos una eh, pijamada con todos–dile que dormiste a lado mío Rogers.

Dios Tony, no seas tan celoso.

–¡Qué divertido!–estúpidos tenis–¿Corremos juntos?

No, no, no.

Salté de la cama y corrí hacia la puerta, tomé al rubio de la mano y eché a correr.

Estos celos realmente me hacen daño.

Cuando sentí que llevábamos una distancia razonable paré.

Nunca había corrido tanto en mi vida.

–¿Qué demonios? ¿Es que tú no te cansas?–volteé hacia atrás y lo único que vi fue al rubio fresco como una lechuga y con una gran sonrisa–¿Porqué sonríes? Estoy literalmente muriendo.

–Creí que no querías correr–arqueó su ceja.

–Si bueno, la gente puede cambiar de opinión Rogers–bufé tratando de alejarme de él, no quería que viera mis sonrojadas mejillas.

–¿Sabes?–lo miré de soslayo–Yo creo que estabas celoso–sonrío pícaramente y se fue acercando a mí.

–No tengo idea de lo que estás hablando–me crucé de brazos y empecé a alejarme de él lo más casual posible–Apresúrate, pareces anciano–comencé a correr.

–¡No huyas, cobarde!

–¡Atrápame si puedes, anciano!–había firmado mi sentencia de muerte, estaba seguro.

Empecé a correr, como dije antes, mi vida dependía de ello.

Escuchaba fuertes pisadas cada vez más cerca de mí, estaba por alcanzarme.

Una idea pasó por mi cabeza; meterme entre los árboles, al menos de esa forma habría más obstáculos.

Pensándolo mejor, fue una mala idea.

–Carajo–murmuré casi sin aliento.

Estaba a nada de darme por vencido y parar pero luego escuché, más bien, no escuché aquellas pisadas que estaban tras de mí desde hace un rato.

Summer Camp Rivalry                                                [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora