Capítulo 32

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Stephen

Después de todo el desagradable momento que pasamos ninguno se movió se su lugar, todos lloraban en sus lugares sin intensiones de moverse, hasta Josh estaba llorando y el apenas lo conocía.

Creo que Liam fue el peor, estaba tan mal que queria romper todo lo que viera pero se contuvo, lanzaba los golpes pero los detenia justo antes del impacto. Los demas no le dieron importancia, supongo que esperaban esa reacción.

Después de casi una hora todos se fueron a excepción de Sofía y yo. Me encargué de avisarle a los demás de que Stefan murió y ya podían hacer su trabajo sin tener que cuidarse la espalda.

En estos momentos son mas de las 13 y todavía no supe nada de Liv. Me quedé en su casa por si ella volvía así pudiera consolarla si lo necesitara.

Me siento en el sofá y suelto un suspiro.

--Ya hasta deberias de traer tu ropa y mudarte aquí, te veo mas seguido que a mi esposa.

La voz del señor Victor resuena en el living.

--No me lo diga dos veces--bromeo.

Lleva su tipico traje negro y el cabello bien peinado, luce fresco. Desabotona tu saco y se sienta lentamente a mi lado.

--¿Todavía no sabes nada de ella?

--Todavía no, cuando ella esté lista aparecerá.

--Esta bien--palmea sus muslos levemente y suelta un suspiro--. Ella me contó lo de su relación, al fin te animaste a pedirselo.

--Lo sé, creo que me demoré demasiado--los dos nos reimos un momento y luego nos quedamos en silencio.

--¿La quieres?

Suelto un pequeño bufido por la pregunta. Giro mi cabeza y lo miro a los ojos.

--La amo--digo con toda seguridad.

--Estoy seguro de que serán muy felices juntos.

--Gracias, señor.

--Ya eres parte de la familia, olvida las formalidades.

--Lo haré--sonrio.

Mi celular suena y de inmediato lo reviso.

--Es Liv, tengo que irme, nos vemos luego.

Dejo a Víctor en el sofá y salgo disparado hacia mi auto, subo en el y arranco al instante. Conduzco con precaución pero a la vez rapido por las calles de Nueva York, por suerte no hay tanto tránsito.

Llego al parque justo en frente de nuestro restaurante favorito. Aparco frente del parque y la veo a ella sentada un baco como india. Salgo y me acerco a ella con las llaves del auto en mano. Me siento a su lado y ella se acuesta dejando su cabeza en mi regazo.

--Estoy bien--dice antes de que pudiera preguntarle algo.

--¿En realidad lo estás?

--Si, lo estoy--suelta un suspiro cuando acaricio su cabeza--solo hay algo.

--¿Qué?

--Tengo hambre.

Nos reimos.

--Ven, te invito a comer.

Nos levantamos y caminamos con nuestras manos entrelazadas.

--Ya era hora, siempre te invito yo.

--Ay no seas mentirosa, a veces si te invito.

--Cada muerte de obispo.

Entramos al restaurante y buscamos un lugar arriba. El moso se nos acerca y nos entrega una carta a casa uno. Mientras los dos revisamos la carta la miro de reojo, ella es tan preciosa. No se en que momento me enamore tanto  y es un honor poder ser su novio.

MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora