CAPÍTULO 18

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Apenas dos días después de la salida con Lucas, Bruno contrajo neumonía. Amanda no podía evitar pensar que era su culpa, parecía que cada vez que ella y Lucas se acercaban demasiado algo malo le ocurría a Bruno.

Fueron días de mucha tensión. Entre la familia intentaban alentarse unos con otros pero por momentos era difícil ignorar lo cerca que lucía el final, Amanda incluso decidió pedir vacaciones para poder permanecer junto a su esposo el mayor tiempo posible, sentía un gran temor de que él partiera mientras ella no estaba.

Oraba incansablemente para que Bruno se recuperara, porque en el fondo sentía que no se había dedicado a él lo suficiente y no quería quedarse con ese terrible remordimiento. 

Era como vivir entre dos dimensiones; en una Amy se sentía horriblemente acongojada por todo lo que le ocurría a su esposo y de pronto, cuando Lucas aparecía, ella se transportaba a este otro lugar donde se sentía alegre, amada, completa, pero había algo turbio en la utopía que Lucas protagonizaba, a Amanda no lo parecía posible ser feliz en esa realidad.

Pasó varias noches reflexionando y luego de mucho analizar, llegó a convencerse de que no había maldad en el amor que sentía por Lucas; lo había amado a él antes que a Bruno. Cuando se casó, con sinceridad decidió dejar todo atrás, olvidar, esperar a que el tiempo borrara sus antiguas ilusiones y seguramente habría funcionado, si el destino no los hubiera vuelto a juntar.

 A pesar de las enredadas vueltas de la vida, ella tenía claro que rumbo seguir. Se lamentaba por los sinsentidos que la habían alejado de Lucas en el pasado, pero en el presente, nadie tenía por qué pagar esos errores. Alejarse y olvidar era la única opción y por mucho que eso doliera, estaba determinada a hacerlo.

De pronto, como si el arrepentimiento y la resolución de Amanda se hubieran ganado el favor de un poder superior, Bruno comenzó a mejorar. Ella se sintió aliviada y a la vez abatida porque sabía que esta nueva oportunidad venía con un compromiso muy difícil de cumplir.

De a poco, empezó a distanciarse de Lucas pero trataba de no ser demasiado cortante, porque tampoco deseaba una confrontación con él. 

Había decidido que apenas Bruno se recuperara lo suficiente, lo llevaría a casa de sus suegros cómo lo habían estado conversando.

Desafortunadamente, una mañana cuando regresaba de hacer pagos en la caja del hospital se topó con el doctor López en uno de los pasillos. Como había varias personas en el lugar, Amy no se percató de la presencia de Lucas hasta que estaba prácticamente frente a él. 

Se sorprendió al ver que él sostenía en brazos a un bebé de aproximadamente un año, lo alzaba sobre su cabeza y lo sacudía en forma juguetona tratando de sacarle al pequeño algunas risas. Él la miró contento, ella le dirigió un saludo mudo e intentó seguir de largo, pero Lucas llamó su nombre haciendo que se detuviera. Se aproximó a ella con el bebé en brazos y dijo:

―Mira Juanpa, ella es la tía Amy ―su voz sonaba algo graciosa―, Amanda te presento a mi sobrinito Juan Pablo.

―Como tu hermano ―observó ella.

―Sí y ella es su esposa ―dijo introduciendo a la joven mujer que se les unía―, Elena, Amanda; Amanda, Elena.

La chica sonrió emocionada haciendo que Amanda se sintiera un poco incómoda al notar que su nombre no le era desconocido. ―Mucho gusto―, dijeron ambas y a continuación Amy intentó tomar la mano del bebé para saludarlo pero él empezó a llorar buscando a su madre.

―Lo siento ―se disculpó Elena mientras consolaba al bebé―, normalmente es muy amigable pero le acaban de poner una vacuna.

―Pobrecito ―dijo Amy.

―Sí, creo que mejor lo llevo a casa para que tome un baño y descanse... ¿Entonces nos vemos el domingo? ―Preguntó la chica dirigiéndose a Lucas.

―Sí, por supuesto ―respondió él.

―¡Muchas gracias por todo! En serio aprecio tu ayuda.

La joven madre se despidió de ambos con un beso en la mejía e intentó que su pequeñín hiciera lo mismo, pero el bebé seguía de mal humor y se negó llorando enérgicamente, entonces Lucas y Amanda sólo agitaron la mano en despedida para no perturbarlo más.

―Deberías invitar a algunos amigos ―dijo Elena a Lucas justo antes de marcharse.

―No es mala idea ―dijo él en voz baja y se dirigió a Amy―. ¿Vienes?

Ella no tenía idea de lo que Lucas hablaba y se señaló a sí misma intentando confirmar si Lucas hablaba con ella. Entonces él explicó.

―Es el cumpleaños de mi hermano y como en el restaurante de sushi que a él le gusta no hay área de juegos, lo cual al parecer ahora es indispensable, van a hacer una pequeña reunión en mi apartamento. Ahora viven con mi mamá y últimamente ella es un poco entrometida, así Elena prefiere un lugar más neutral. Será algo pequeño.

―No sé Lucas, casi no conozco a tu familia y hace tanto tiempo que no los veo ―se excusó Amanda.

―¡Y qué! A mí me pasa lo mismo con ellos y de todos modos voy a estar allí ―dijo Lucas sonriendo, sacó de su bata un talonario y empezó a anotar―. Es el próximo domingo a la tres de la tarde, esta es mi dirección, espero que vayas ―Lucas arrancó la pequeña hoja y se la entregó a Amanda.

—Es que no sé si pueda ―dijo ella.

—Tienes que poder, es una orden —dijo Lucas señalando con el dedo el encabezado del formulario que decía «Orden de Laboratorio».

Ella sonrió y antes de que pudiera decir algo, él la besó en la frente, se despidió y se marchó apresurado.

Lucas estaba emocionado, ni siquiera había advertido los intentos de Amy por distanciarse. El aislamiento que ella mostraba le parecía una reacción normal ante la crisis que recién había atravesado el esposo. En su trabajo había visto muchas formas diferentes de lidiar con la angustia de tener a un ser querido en estado crítico, y él, la verdad no le había dado importancia. No era que fuera insensible, simplemente en su día a día, algo de indiferencia era a veces necesaria.

Él había hecho todo lo posible para darle a Amanda su espacio, pero la echaba de menos y ahora que la condición del esposo era más estable, lo único que Lucas quería era pasar algo de tiempo con ella.

AMIGOS SIN DERECHOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora