«13»

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«Capítulo trece.»

— Entiendo, yo...—Murmure tragando saliva cuando lo vi mirarme con esos ojos negros, sin saber que hacer o qué decir, llevé mis manos a su pecho y lo empuje para alejarlo de mi y que no vea las ganas de llorar que me habían dado.

Porque yo sabía que siempre la iba a preferir a ella antes que a mi.

— ¿Me dejas sola? Quiero terminar de bañarme.—Dije dándome vuelta para que no me vea los ojos, ya estaban llorosos y no tenía ganas de que me vuelva a ver llorando, trague saliva y mordí mi labio cuando empezó a temblar.

Cada vez que recordaba que él nunca me iba a mirar como yo sentía una presión en el pecho que me hacía doler hasta el alma, pero entendía que yo misma dejaba que todo esto pase, si yo lo alejara de mi vida a Daniel probablemente podría superarlo en poco tiempo, pero es que no puedo hacerlo, Daniel causa tantas cosas en mi que es inevitable no tenerlo en mi vida, porque aunque me haga mal, también me hacía sentir mas feliz que nunca y nadie podía lograr esa sensación en mi.

— Iara eu...—Susurró atrás mío, mordí mi labio y llevé mis manos a mi cara para limpiarme los ojos, sentí sus manos pasarse por mis hombros y bajar lentamente hasta mis manos, provocando miles de cosas.—Ahora estoy con vos ¿Si?, estamos juntos, nosotros... estamos juntos.—Murmuró dándome vuelta y agarramdome de la cintura otra vez, sonrió y dejó un beso en la punta de mi nariz.

Mi corazón volvió a latir rápido cuando escuché esas palabras y no pude evitar pensar al fin, al fin Daniel hacía una bien y me hacía sentir feliz con solo una llamada ignorada. Sonreí llevando mis manos a mi cara y saqué las lágrimas que se camuflaban con las gotitas de la ducha.

Largue una carcajada y después me escondí en su cuello, él también río subiendo sus manos por mi espalda hasta llegar a mi corpiño.

— Sos re boludo ¿Sabías?—Hablé con una sonrisa en mi cara, todavía escondida en su cuello y con mi corazón a mil, y seguía sin entender como con una simple acción hacía que todo este bien.

Pero esa era su magia, su maldita y puta magia que me hacía feliz.

— Ya sé, no me hagas acordar.—Dijo desprendiendo mi corpiño, abrí los ojos y toda mi tranquilidad se fue cuando hizo eso, me separé mirándolo medio mal y él sonrió inocente.—¿Qué? Ya te vi en tetas una vez, dejame verte otra.—Habló mordiendo su labio, mi corazón retumbaba en mis oído y en mi pecho.

Dios Daniel, no me hagas esto.

— Mmm... imagenes mentales.—Susurró cerrando los ojos, haciéndome poner colorada, le pegué en la nuca y el río abriendo otra vez sus ojos, ahora estaban mas brillosos que de costumbre.—Te lo voy a sacar eh.—Murmuró dejando un beso en mi mejilla y al ver que yo no me oponía sonrió.—Bah, ¿Puedo? Dale, por favor, hacelo por nosotros.—Hizo un puchero pronunciado.

Y yo no entendí a lo que se refería hasta que hizo que bajé mi vista a su boxer, y me puse colorada al notar su erección grande.

— ¡Daniel!—Grité tapandome la cara igual de colorada.

— Agradece a que no estoy haciendo nada, pero si fuera por mi ya estarías en mil posiciones diferentes.—Habló poniéndome más roja, mordi mi labio al pensar en eso y agradecí al agua que caía porque sino se daría cuenta de que estoy mojada.

Después de pensarlo un rato saqué mis manos de mi cara y lo miré a los ojos dándole permiso para hacer eso que él quería, hoy solo iba a disfrutar, después tenía tiempo para arrepentirme de las cosas.

Sonrió dejando besos por mi cara y bajando sus manos lentamente por mis hombros, pasando sus dedos y haciéndome dar cosquillas ante su tacto, sus dedos viajaron a mi corpiño y como ya estaba desprendido no se le dificulto sacarmelo. Se alejó de mí con los ojos cerrados y los abrió lentamente recorriendo mis pechos.

Suspiró pesadamente y tiró su cabeza para atrás, mis mejillas estaban rojas, ya no daban más de lo tan calientes que estaban y tener a Dani mirándome con ese deseo en los ojos no le hacía muy bien a mis pensamientos y zona baja. Tiró el corpiño al piso y se acercó más a mi mirándome a los ojos.

Era un sueño estar en tetas y que el me mire así, con esos ojos negros brillando.

Sus manos fueron a los costados de mi cintura y las fue subiendo con calma, dejando suaves caricias por mi vientre, abdomen y costillas, y cuando llegó a mis pechos me miró respirando fuerte, su respiración pesada chocaba con la mía y sus ojos me miraban pidiendo permiso para tocarme ahí.

Asenti con la cabeza tímidamente y no pasó ni un segundo que sus manos estaban arriba de mis tetas, apretando un poco y tocando todo lo que podía, lo disfrutaba, podía saber por los suspiros que largaba, casi jadeos, por su mirada brillosa y más oscura que de costumbre.

Aunque yo también lo disfrutaba, mucho.

Acercó su cara a la mía y cuando iba a decirle algo, sentí sus labios arriba de los mios, besándome suave y lento, con ternura, me trataba con calma y eso había terminado de volverme loca. Llevé mis manos a su cuello y me puse de puntitas de pie para poder besarlo mejor, por muy enano que sea Daniel, yo era mucho más. Le seguí el beso, sintiendo lo bien que encajaban nuestros labios después de mucho tiempo, y también lo loco que se seguía poniendo mi corazón con sus labios arriba de los mios.

Su lengua entro a mi boca y junto a la mía, sincronizaron una perfecta coreografía, su saliva se mezclaba con la mía y sus manos subían y bajaban por mi cadera hasta los cachetes de mi culo, hasta que una se quedó ahí, y lo apretó haciéndome jadear a mitad del beso.

Daniel con su erección y yo mas mojada que nunca.

El ambiente estaba tenso, pero no tenso malo, sino era de esa tensión de ganas, de que algo pase y poder sacarla de tu cuerpo, eso era lo que sentía en este momento. Y cuando me pegó a la pared del baño supe que el también sentía esa tensión en el aire.

Nos separamos cuando el aire faltó, nos miramos a los ojos, con una sonrisa grande en la cara, lo miraba... sus labios rojos y gruesos, esos ojitos negros brillosos y sus pestañas largas me confirmaban el arte que era este hombre, y tenía tanta suerte de estar ahora con él, viendolo en boxer y apreciando ese culo que me encantaba que tuviera.

Llevó su mano a mi pelo y lo acarició un poco, bajó a mi mejilla y volvió a dejar un beso en mis labios, por mucho tiempo, sonrió y yo también, en este ratito Daniel se había encargado de hacer lo de siempre; sanarme.

Después de dejar muchos besitos en mis labios, unió nuestros frentes mirándome a los ojos, suspiró y después abrió su boca para hablar.

— Te amo Iara.


















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kien t entiende enano puto culon dea

disfruteeeen, estos son los nuevos capítulos así q espero q les gusten los q se vienen d ahora en más <3

Trato ; Daniel RibbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora