Capítulo 1

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"Por favor" Louis estaba pálido y no tenía aliento; su olor era tan fuerte que lo golpeó como una bofetada "Por favor."

Harry tragó saliva, intentando no gruñir. La desesperación en la voz de Louis lo ablandó; hacía media hora que lo había llamado, y había ido hasta su casa prácticamente corriendo.

Su lobo gemía en su pecho; no era la primera vez que le ayudaba con su celo, ni sería la última. Louis y él eran mejores amigos desde que eran niños, y llevaba acudiendo a él desde su primer celo, cuando contaba trece. Pero ahora ambos tenían dieciséis, Louis seguía sin tener un ciclo regulado, y Harry estaba a punto de echarse a llorar cada vez que lo llamaba. Empezaba la tortura de no reclamar al omega que amaba. Empezaba la lucha por no morder el cuello más hermoso del mundo. Empezaba la guerra contra sí mismo para no perder a su mejor amigo.

No eres mío, pensó, desolado, pero no dijo nada.

Nunca has sido mío. Y yo soy tuyo desde la primera vez que te vi.

"Tranquilo" lo arrulló, tumbándolo en la cama. Lo desnudó con rapidez, rasgando la camiseta sin darse cuenta, y él extendió las piernas, sumiso.

Le dolía. Lo veía en cada uno de sus movimientos, en su expresión tensa, en sus ojos azules llenos de lágrimas. Tiraba de él y jadeaba y gemía en voz baja.

Louis se retorcía de dolor bajo su pecho, y no podía soportarlo.

"Harry" pidió en cuanto se inclinó para besar la piel dorada de su pecho, y se le quebró la voz. Su corazón latía tan rápido como el de un pajarillo, y el aroma de su piel era tan intenso que casi se mareó. El fuego se extendió con rapidez por sus entrañas. Louis arqueó la espalda bajo su tacto, respirando temblorosamente. Era la vista más tentadora que pudiera imaginar, y él lo sabía.

"¿Estás listo?" susurró. Extendió la mano y lo levantó por la cadera con delicadeza, dejando que sus dedos se humedecieran en contacto con la íntima calidez de su interior. Él se retorció, gimiendo en voz baja, y el sonido envió una corriente eléctrica por todo su cuerpo.

Maldita sea.

Empezaba a perder el control de su propio cuerpo.

"Lou" susurró, y sonó como un gruñido desde lo más hondo de su pecho. Él ladeó la cabeza para enseñarle el cuello, y la humedad en sus dedos aumentó al instante hasta gotear.

Es el celo, se recordó con amargura. No me quiere realmente. El celo no lo deja pensar con claridad.

"Har-ry" cantó él sin aliento, mientras movía las caderas intentando presionar sus dedos más hondo dentro de él.

"Mírame" pero él tenía los ojos cerrados "Louis, mírame."

El tono alfa de su voz lo hizo estremecer, y su cuerpo se convirtió en masilla; no podía desobedecerlo cuando usaba ese tono; estaba en su instinto.

Se le hizo la boca agua. El omega respiraba debajo de él, dulce y cálido y dócil, con los ojos abiertos clavados en él. El flequillo empapado de sudor se le pegaba a la frente, y tenía las mejillas enrojecidas y los labios entreabiertos.

Habría matado por morderlo y marcarlo en ese momento; habría hecho cualquier cosa.

"Estás" jadeó "tan perfecto..."

Él sólo gimoteó, tirando de él con manos débiles.

"Duele" se quejó "Harry, por favor, por favor, n-necesito..."

Lo acalló con un suave arrullo.

"Tranquilo. Respira, cariño, ya va."

Louis soltó un quejido en cuanto notó la ausencia de sus dedos. Abrió la boca para hablar, pero Harry empezó a entrar en él sin más, ayudándose del lubricante que ya se deslizaba entre sus piernas, y sus palabras se convirtieron en un gemido agudo.

Ahora quiero ver cómo respiras para miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora