Capítulo 2

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No recordaba haberse quedado dormido, pero pareció que sólo habían pasado unos segundos cuando notó una respiración húmeda en el cuello.

"Haz" le oyó gimotear. Abrió los ojos despacio, perezoso, para encontrarse con su mejor amigo encaramándose a él en la penumbra. Había lágrimas en sus ojos.

"Esper..." balbuceó, pero él lo interrumpió con un gemido ahogado, inclinándose hacia delante.

"Duele" se quejó en voz alta, frotando las caderas contra él. "Duele, Harry, haz algo. Me duele mucho..."

Suspiró. Se irguió para sujetarlo y se tumbó sobre él. Una sola respiración habría bastado para endurecerlo; su olor estaba por todas partes. Louis olía a vainilla y jazmín, con un toque salado que le recordaba a la más delicada brisa marina. Olía a casa, a hogar, a tranquilidad y felicidad, a su lobo contento y a la calidez del cuerpecito de Louis en la cama.

La respiración agitada del omega le sacó de su ensoñación.

"Respira hondo" le ordenó con el tono alfa. Necesitaba que dejara de emitir esos jadeos entrecortados antes de que se asfixiara.

Louis obedeció, trémulo, pero se le escapó un sollozo. El celo lo dejaba ansioso y dolorido, gimiendo hasta que lo sentía dentro de él. Le dolían las entrañas, tenía fiebre y se convertía en un desastre jadeante y avaricioso. Su cuerpo le enviaba olas de calor cada segundo, y su respiración trémula llenaba la habitación de su olor dulce, delicioso.

Hizo cuentas mentalmente mientras le separaba las piernas con cuidado. Llevaba vacío dos horas y media, casi tres. Demasiado.

"Tranquilo" murmuró, acariciándolo con ternura. "Tranquilo, Lou, ya va. Voy a hacerte sentir mejor, ¿sí?"

"Te n-necesito" tartamudeó él, ya sin aire. Lo arrulló en voz baja, besándolo para distraerlo mientras se introducía dentro de él despacio. Él gruñó entre dientes.

"Más" pidió. "D-Dios, Harry, un p-poco más..." Lo atrajo todavía más contra él, recorriéndolo con los dedos. Louis se aferraba a él con fuerza, enredando los dedos en su pelo y haciéndolo inclinarse hacia sus labios. Lo besó sin aliento- necesitaba acariciarle la espalda y acunarlo entre sus brazos, mantenerlo seguro y saciado para siempre. Dios, se abriría el pecho para dejar que se acurrucara dentro, si pudiera, protegerlo del mundo y de los demás alfas. Era suyo, suyo, sólo suyo, era a él a quien necesitaba y era él quien podía calmar su celo, sólo él.

No lo es, se obligó a pensar. No tengo ningún derecho a pensar eso de él. No me pertenece.

Se desplomó finalmente, con Louis gimiendo de alivio al sentirlo dentro de él, por fin saciado. "Gracias" lo besó en las mejillas, en la barbilla, en la frente y en cada rincón de él que podía alcanzar. "Gracias, gracias."

"Respira hondo" repitió contra sus labios.

"No podía" él hizo un mohín. Le acarició la mejilla enrojecida.

"¿Estás bien? ¿Puedes dormir un rato?"

"Mientras estés dentro de mí, sí" Louis movió la cabeza para tocar su nariz con la suya. Tragó saliva.

"Mierda, me d-dolía mucho. Las pastillas de antes lo hacían todo mejor..."

"Dejaste de respirar" frunció el ceño.

"Estaba tan vacío" respiró hondo "Dios, no te muevas, Haz. ¿Cuánto vas a durar?"

"Puede que media hora."

"Estás agotado" él le acarició la mejilla con las yemas de los dedos. "Sabes que tengo juguetes, no tienes..."

"No" repitió, con firmeza. "Estás en celo. Voy a darte lo que necesites. Para eso estoy."

Ahora quiero ver cómo respiras para miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora