Capítulo 3

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Le dolía mucho la cabeza.

Abrió los ojos poco a poco para acostumbrarse a la luz.

Se recostó de golpe al ver a una figura en su sofá. Entonces lo recordó todo.

¿Que hora era?

Se dispuso a levantarse del suelo pero al intentarlo sintió un dolor agudo en sus muñecas.

Las miró y apartó con cuidado uno de los brazaletes.

-Dios...- susurró. De inmediato un sentimiento de rabia la inundó, pero el sonido del timbre provocó que se pusiera de pie de un salto.

Al abrir la puerta sus deseos de matar a quien había llamado se esfumaron ante la imagen de una dulze conejita.

-¡Hola!- le dijo muy animada.

Amy, aún medio dormida, balbuceó un poco- ¿Qué haces aquí tan temprano?

-Bueno, como no sabía si tenías comida he venido a traerte unas cuantas cosas que hicimos yo y mi madre ayer- le contestó, mostrándole a la vez una linda cesta llena de comida.

Amy le sonrió al ver la cesta y de inmediato sintió como sus tripas crujían.

-¡Muchas gracias Cream! Ahora mismo lo dejo en la cocina. Espero que pronto podamos volver a hacer alguna tarta o galletas, como en los viejos tiempos- le dijo mientras examinaba con detenimiento el interior de la cesta.

Los ojos de la conejita empezaron a brillar por la emoción.

-¡Eso sería fantástico!

Amy rio por su entusiasmo y cogió la cesta sintiendo otra vez ese agudo dolor, pero se esforzó en que no se le notara.

-Bueno voy a dejarlo todo en su sitio, muchas gracias, de verdad. ¡Nos vemos!- dijo, lanzándole un beso en el aire y cerrando la puerta sin esperarse a que su vieja amiga le contestase.

De inmediato dejó la cesta en el suelo y se tomó las muñecas.

Odiaba ese dolor, lo odiaba con todo su ser... Pero tenía cosas más importantes que hacer que estar llorando por unas heridas, así que guardó la comida y su libro con rapidez y se puso a pensar en que hacer cuando Shadow se despertara.

Obviamente le daba igual lo que él hiciese, pero necesitaba su esmeralda

Lo miró.

No, no podía ganarle con las muñecas tan sensibles... Y tampoco le apetecía luchar o discutir con él, así que decidió irse con la esmeralda antes de que se despertase.

Por la ciudad no había mucha gente así que pudo llegar a casa de Tails enseguida.

El zorro tardó en abrirle la puerta y ,cuando lo hizo, no tuvo casi tiempo para hablar con ella.

Amy entró casi tirándolo al suelo y enseguida se sumergió en su cocina.

-¡Oye!- le dijo mientras se tallaba los ojos.

-Lo siento, con las prisas aún no he desayunado- le dijo mientras cruzaba por delante de él con un improvisado tazón de cereales.- ¿No has dormido bien?

Un Cuento Oscuro «Shadamy»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora