Capítulo 12: Inestable.

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Capítulo 12.

Inestable.

"Que sufre constantes o frecuentes alteraciones".

Se quedó pasmada al verlo ahí.

Sus ojos miel hicieron contacto con ella y esbozó una sonrisa. Sabía que la había reconocido, y solo salió de su estupor cuando escuchó la puerta cerrarse tras ella.

—No esperaba verte tan pronto, Hailey.

Se quedó de pie sin tener idea de qué decir. Se sintió incómoda al volver a verlo. Es decir, la había besado, era incómodo porque al igual la había conocido en uno de los momentos más vulnerables de su vida.

—No voy a hacerte daño, Hailey. Puedes sentarte.

Avanzó hacia el sillón que estaba frente a él. Miró a su alrededor, mirando el ventanal y varios sillones, sin escritorio alguno. Detrás de él había un librero que estaba completamente repleto de libros; en otras paredes había cajones que parecían ser archiveros. Los separaba una mesita, que tenía dulces y hojas en medio.

—Supongo que no querías venir, ya que no has hablado en los cinco minutos que llevas aquí —estaba sentada recta, con la incomodidad burbujeando en su cuerpo—. ¿Te gustaría algo de beber?

Estaba sin voz. Asintió, sin poder emitir palabra alguna.

—¿Agua?

—Sí —pudo decir al fin. Él asintió y se levantó y lo vio rodearla para salir del lugar. Respiró profundamente y suspiró en repetidas ocasiones, tratando de tranquilizarse; esperaba pronto los efectos de antidepresivo que se había tomado.

Para calmarse, sacó su celular del bolsillo y vio un mensaje de Adler.

Adler: Espero que te sientas mejor, pecosa. Pasaré más tarde para darte la tarea que dejaron, no es para mañana. :)

Sonrió.

Hailey: Gracias, ya estoy un poco mejor.

No respondió y supuso que estaba en el trabajo. Entró a ver un poco Facebook y cuando escuchó la puerta bloqueó el celular rápidamente.

—Le dije a tu abuela que podía irse, ya que hoy estaré la hora y media contigo.

Era bastante alto, con su cabello rubio peinado hacia atrás como si él o alguien hubiese pasado los dedos por él. Ahora que estaba muy consiente, podía ver que los ojos miel estabas ocultos bajo unas pestañas rubias largas; sus cejas –rubias– eran bastante pobladas, como las de ella y notó el lunar que tenía en el lado izquierdo de su barbilla. 

Físicamente, era completamente diferente a Adler. Pero había algo en su mirada que le recordaba al tatuado, ya que al igual que él, eran ojos misteriosos donde no se podían apreciar claramente sus emociones.

—Aquí está —le extendió el agua y ella la tomó.

—Gracias.

—Que pequeño es el mundo —comentó él mientras tomaba asiento—. No pensé volverte a encontrar tan pronto.

—Yo tampoco esperaba encontrarlo, Doctor.

—Por favor, no me hables de usted que no soy más que un par de años mayor que tú, bonita —le había llamado bonita. Sintió la incomodidad invadir su cuerpo pero intentó tranquilizarse. Se recargó más en su asiento.

—Está bien, Doctor Denali.

—Y tampoco me digas así, puedes llamarme Kai.

Kai. Kai Denali.

Hailey, ¿Podrás salvarme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora