Capítulo 3

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"Cassia"

Caminé hasta la cocina, el delicioso aroma a pizza llamó mi atención, Cansu y Hande estaban cocinando, cambié mi mueca por una sonrisa y fui con ellas.

—Jamón y queso, mi favorita—reí como idiota—Sé que la hicieron para hacerme sentir mejor y de verdad se los agradezco, son las mejores, las amo—Las abracé.

—Y nosotras a ti—Hande despeinó mi cabello—Ahora ve a despertar a Teresa, creo que está durmiendo en mi cuarto, Cansu tu ve a poner la mesa.

—Si mi capitana— hicimos un saludo militar al mismo tiempo y reímos, necesitaba este tiempo de calidad con mis hermanas.

Después de literalmente, arrastrar a Teresa fuera de la cama me puse a ayudar a Cansu con la mesa.

—En serio siento lo de tu collar, Cass— Cansu lucía apenada.

—Su, no es tu culpa, olvidalo si? No necesito un collar que me recuerde que mi madre me amaba.

—Entonces, ¿te vas a disculpar con Leo?—inquirió divertida.

—Claro, dejaré una nota sobre mi tumba—reímos.

—Sabes, antes te habría obligado pero ahora no creo que lo merezcan—terminé de poner los cubiertos y me giré a verla.

—Eso no es lo unico que te pasa—afirmé al ver sus ojos tristes- ¿que es?

—Es mi mamá—rápidamente tomé su mano, sé que no es un tema del que le guste hablar— sigue sin querer que Hande y yo la visitemos—bajó la mirada.

—Cansu, ¿no crees que es lo mejor?— ella iba a protestar pero no la dejé— escuchaste lo que te dijo el psiquiatra, tal vez no te haga bien verla después de lo que pasaste.

—¡Que locura! No la he visto en 13 años— las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos asi que la abracé. Hande y Teresa salieron de la cocina en ese momento, Cansu limpió sus lagrimas en silencio y se sentó a comer sin decir nada.

Después de cenar Hande pidió un taxi y nos llevó hasta el orfanato, Davina, la señora que cuida de nosotras se molestó mucho por la hora pero mi hermana se excuso diciendo que el taxi tardó en llegar.

"Cansu"

—Su, no creo que debas ir—me aconsejó Cassia.

—Cass, quiero ver a mi mamá, tu harías lo mismo en mi lugar—tomé sus manos—y yo te apoyaría.

—Lo sé, pero me preocupas Su, al menos deja que te acompañe.

—Quiero hacer esto sola, Teresa y tu acompañen a Hande a su trabajo, dile que yo me quedaré haciendo tarea.

—Está bien, pero ten cuidado ¿si?—asentí y nos abrazamos— ¡suerte!.

Me despedí de Cassia y Teresa cuando Hande vino por ellas, yo me quedé con la excusa de que tenía mucha tarea pendiente, no me gusta mentirle a mi hermana pero sé que si se lo digo no me dejará ir.

—Toma querida—Davina me entrega la bolsa con la comida que preparamos para mi madre.

—¡Gracias!—beso su mejilla y ella acaricia mi cabello.

—Que te vaya bien, querida—besó mi frente y sonreí en respuesta, tomé mi mochila y salí rumbo a la prision.

(...)

—¿Nombre?—Preguntó un guardia de la prisión frente a mi mientras otro me examinaba y otro revisaba la bolsa con comida.

—¡Cansu Yılmaz!—respondo algo incomoda por el tacto del otro guardia en mi cuerpo

—¿A quien viene a ver señorita Yılmaz?—una mujer policía aparece en ese momento haciendo una seña a los otros guardias para que me dejen en paz.

—A mi madre, Ender Kadıköy—la mujer me miró no muy convencida pero igual me dejó pasar. Llegamos hasta una enorme reja de metal, la mujer, cuyo nombre aún desconozco les dijo algo a sus colegas y estos abrieron la reja para mi—muchas gracias—le sonreí agradecida.

Sin decir nada, la mujer dió media vuelta y procedió a perderse por los demás pasillos.

—Tu madre estará aquí en unos minutos, sientate ahí y toma el teléfono— me explicó otro guardia, enseguida mi madre entró a la habitación del otro lado del vidrio junto a otras dos mujeres, de inmediato sentí mis ojos comenzando a humedecerse, nada en ella habia cambiado y eso me hizo sonreír inconcientemente.

—¿Cansu?—mi madre me habló del otro lado de la línea, se veía muy sorprendida- ¿que estás haciendo aquí?—me espetó con voz dura, mi sonrisa se esfumó.

—¿Como que qué hago aquí, mamá? ¿No te alegra que haya venido a verte?—las lágrimas se acumularon en mis ojos, aunque ya no eran de alegría.

—¡No!—respondió firme. Apreté los parpados dejando las lágrimas correr por mi cara, después de 13 años mi madre no quería verme, que tristeza—¡Vete Cansu!.

Nisiquiera devolví la bocina a su lugar, solo quería salir de ahí lo antes posible. Cruzando la calle veo que un auto viene a toda velocidad hacia mi, no me da tiempo a nada cuando alguien tira de mi brazo y me saca del camino, cayendo sobre la acera. Al levantar la vista noto que es la mujer policía la que me ha salvado, la misma que me dejó pasar hace rato.

—¿Estás bien?—las lágrimas todavia corrían por mis mejillas pero habia dejado de llorar por el susto

—Si, estoy bien—mi voz se cortó

—No te ves bien

—Estoy bien—traté de sonar lo más segura posible pero al intentar ponerme de pie caí sentada otra vez, me dolía mucho el tobillo, comencé a llorar otra vez y la mujer se sentó junto a mi.

—Quieres que llame a alguien para que venga por ti?- asentí despacio a la par que sorbía mi nariz, la mujer me mira después de colgar la llamada al numero que le dí- dice que viene enseguida

—Gracias— hablé tan bajo que dudo que me haya escuchado.

Después de un rato sentadas al pie de la acera un auto se estacionó frente a nosotras, Hande bajó de este y se lanzó a abrazarme, de reojo pude ver que un chico la acompañaba.

—Su, ¿que haces aquí?—preguntó preocupada

—Quería ver a mamá—sollocé

—¡Cariño!—me volvió a abrazar y yo le correspondí—hay que irnos— me tomó de la mano intentando levantarme

—Se torció el tobillo—intervino Rebecca, la mujer policía quien mientras me hacia compañia se presentó conmigo

—Yo te ayudo—dijo el chico que venía con Hande—soy Nathan, por cierto—pasó un brazo por debajo de mis rodillas, el otro por detras de mi espalda y me levantó, yo me reí por la facilidad con la que lo hizo

—Soy Cansu—me presenté acomodandome en los asientos traseros, el estrechó mi mano

—Puedes decirme Nate—me sonrió.

—Puedes decirme Su—imité su gesto. Hande subió al asiento del copiloto mientras Nathan rodeaba el auto para poder subir del lado del piloto- lo apruebo.

—¿Disculpa?—mi hermana volteó a mirarme sin entender a que me refería pero antes de poder responderle Nate subió al auto y rapidamente reinó el silencio.

El viaje fue en total y absoluto silencio, cuando Nate estacionó me dí cuenta de que no estabamos en el orfanato.

—¿Dónde estamos?—pregunté extrañada al no reconocer el lugar

—Mi casa—respondió Nate con simpleza

—Aquí trabajo Su, Teresa y Cassia están aquí también

—Pero tranquila, mis hermanos no están—Nate me guiñó un ojo antes de salir del auto y cargarme otra vez para entrar a la casa, me causó mucha gracia que no olvidara mi pelea con sus hermanos y aún asi se estuviera portando tan lindo conmigo, como un hermano mayor.

La mamá de Cansu y Hande en multimedia

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