—Hola mamá...—. Dijo el chico con una sonrisa en su rostro, una sonrisa melancólica.
Miró las dos lapidas, una decía Park JiSeok, su padre y la otra SuWan, su madre. Aquella Omega que lo mimaba cuando tenía pesadillas o cuando enfermaba a menudo.
—Les traje esto...—. Puso una rosa a cada uno. — Se que les gustara...—. Rió. — Hoy fui al hospital...Todos me saludaron —. Acarició las lapidas grisáceas que contenían los nombres de sus padres. Lo sabía, sabía que eran sus padres adoptivos y que sus verdaderos padres lo negaron al nacer.
Se sacó su gorro, dejando a la vista sus orejitas rosadas.
—Quiero pintarme de nuevo el cabello pero TaeTae no me deja...—. Hizo un puchero.
Se levantó y se sacudió, miró las lapidas para sonreír les y después irse.
Camina por las calles de Seúl, con su gorrito naranja tapando sus orejas que movían.
— ¡JiMin! —. El peli rosa se volteó y vió al Alfa pálido de nombre YoonGi.
— ¿YoonGi? —. Frunció el ceño.
—Olvidaste tu mochila...—. Le extendió la mochila rosa, sus ojos volvieron a mirar al Alfa, su Omega chillaba de alegría y correteaba al encontrase con el lobo del pálido. — Y-yo...—.
—G-gracias...—. Tomó su mochila e hizo una reverencia.
— ¿Te acompaño? —. Escondió sus manos en los bolsillos de su pantalón, sintiéndose nervioso.
—C-claro—. Emprendieron la caminata para la casa del peli rosa, ninguno de los dos decía absolutamente nada, el silencio era sepulcral e incomodo. JiMin tenía su mochila apegándolo a su pecho como si dependiera de ello mientras que YoonGi miraba para los lados como si buscara algo interesante.
— ¿Te sientes bien? —. Preguntó de repente el Alfa, miraba a ese lindo Omega de hebras rosas. Su Alfa se removió inquieto el Omega se giró para mirarle y no pudo resistirse en ver sus esponjosos labios rosas, tan apetecibles.
—S-si...—. Susurró apenado.
— ¿Qué hacías en el cementerio? —. Preguntó confundido. Cuando salió por la búsqueda del menor, paso por el cementerio y allí lo vió, acariciando unas lapidas con sentimiento y nostalgia y le pareció extraño.
—Y-yo...Saluda a mis padres —. Miró al menor sorprendido.
— ¿Tus padres murieron? —.El peli rosa asintió desganado. Y YoonGi lo entendió todo, JiMin era huérfano, indefenso y solo, no tenía a nadie para protegerlo en su hogar. Tenía a TaeHyung, SeokJin y al resto de sus amigos pero tenía ese amor y protección de padres.
—Mis padres murieron cuando cumplía seis años —. Su voz se escuchaba tan lastimada, tan rota en cierto punto.
— ¿Has vivido solo todo este tiempo? —.
—No, cuando ellos murieron los padres de TaeHyung me adoptaron y viví con el toda mi infancia hasta que cumplió los catorce años y decidí irme a vivir solo a mi antigua casa. —. A YoonGi se le encogió el corazón, algo muy extraño en él, por el Omega. Un ser tan pequeño, indefenso, hermoso y tan delicado había pasado por tanto; la muerte de sus padres, vivir solo y el acoso en su escuela.
— ¿Y los padres de TaeHyung sabe lo que pasa en tu escuela? —. No quería hacer la pregunta pero necesitaba saber si la pareja quien lo acogió en su infancia sabía algo.
—No. Los padres de TaeHyung viven en otro país por sus negocios. Vivo solo con TaeHyung desde los diez, ya que él decía que él quería ser mi Alfa para protegerme pero se presento como Omega —. Rió un poco al recordar aquel escena cuando su amigo le propuso ser su Alfa y el su Omega.
El camino se volvió en silencio. YoonGi pensaba una y otra vez la escena donde TaeHyung era el Alfa de JiMin, no, no eso nunca pasaría.
Cuando llegaron a la puerta de la casa de JiMin, se quedaron parados un en frente del otro, JiMin estaba mirando sus converse blancas mientras que YoonGi miraba la cabellera del menor, mirando los rulos rosados que descendían como cascadas, y algunas se pegaban en la frente de JiMin. Se cerco al Omega y un fuerte olor le recibió, Girasoles, Miel y Durazno, ese olor tan dulce, tranquilidad y tan relajante. Rodeó sus brazos en el cuerpo del pequeño, pegando su nariz en la suave cabellera, oliendo ese olor tan delicioso, lo apretujo para oler bien.
JiMin estaba paralizado, tan asombrado a la acción que había hecho el Alfa de cabellera azabache, pero no pudo evitar oler el aroma tan placentero que este tenía, ese olor de Menta y Café, ese olor tan fuerte pero suave su parecer, rodeó la cintura del mayor, ya que era más alto que él, y oleo el cuello del Alfa.
YoonGi sentía las cosquillas que le hacia el Omega, se sentía tan tranquilo, tan sereno estando con el menor en sus brazos.
—Yo te cuidare, JiMin —. Susurró.
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