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Alguna vez....

¿Creíste que el villano no lo era?

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Gabriel Agreste suspiró, esperando a que las luces se encendieran por completo, camino cuidadoso por el pasillo hasta llegar a esa vieja capsula, dentro de ella aguardaba el cuerpo de su esposa, tan puro e intocable, sonrió  para después tocar el cristal, sintiendo el frío empapar su mano, suspiró para después sentarse en el viejo banco que habían instalado.

¿Cómo había podido mantenerla por tanto tiempo? Seguía siendo hermosa, a pesar del color pálido y que si observaba con precisión, notaría como sus huesos se marcaban en su piel, la cual con el paso del tiempo se había vuelto de un tono grisáceo, notándose unas apenas visibles grietas en la piel, su cabello que antes era amarillo brillante lucía ahora un descolorido y triste tono que aumentaba la sensación de vejez .

—Emilie, ya no sé qué debería de hacer —comenzó a hablar, era a la única que le podía contar sus pecados —nuestro hijo se irá, y lo acepte, necesita alejarse de París, pero creo que también lo necesito —susurró — sobre todo, debo de dejarte ir, porque ambos sabemos que ya no estás aquí desde hace mucho tiempo —contuvo las lágrimas —tenía la oportunidad de traerte de vuelta, pero no podría hacerlo, no sabiendo que jamás te volveré a ver —señaló, siguiendo con la mirada la fuente de energía que mantenía su corazón palpitante —quizás en esta vida no pude disfrutarte, y agradezco el poco tiempo que te tuve entre mis brazos, pero es momento de dejarte ir, esperando que en otra vida... Me vuelvas a encontrar y amar —sabía que solo tenía que apretar el botón en color verde, y vería como la vida de la mujer que amaba se apagaba.

Tomó aire, dispuesto a hacerlo, no podía con la carga, ya no más.

—¿Señor?

Sus pensamiento se vieron interrumpidos, Nathalie lo miraba con vergüenza, Gabriel se cuestionó como es que había llegado hasta él de manera tan sigilosa.

—Nathalie, te pido por favor que te marches —murmuró, mirando el rostro de su esposa.

—no lo haga, sé que cree que debe, pero aún tiene oportunidades, sabe quien tiene los prodigios, yo... Yo lo haré.

—Nathalie ¿No ves el daño que ya generaron? No volveré a herir a mi hijo, ni voy a arriesgarte de nuevo.

La azabache observó el suelo, apretando los labios en una firme línea, para después extender su mano, mostrando que en esta aguardaba un fino anillo de color negro y una pata de gato en el centro de esta.

—Nathalie ¿Cómo lo conseguiste? —la mujer suspiró.

—tiene muchos enemigos... —se limitó a decir, logrando que la expresión del mayor se ensombreciera —no conseguí los aretes de Ladybug, pero sé que sólo tiene uno, y sé que guarda algo en esa casa —musitó, el Agreste dio un paso en su dirección, dispuesto a quitarle esa joya, recibiendo un negativa de la mujer, quien coloco el anillo en su dedo.

Ambos cerraron los ojos, y al abrirlos, una criatura negra, acariciaba sus ojos.

—¿Tikki? —cuestionó, enfocando su mirada en la mujer de cabello negro, abrió ligeramente su boca —es un placer Nathalie Sancoeur —realizó una reverencia, para después girarse y encarar al de cabellos rubios —es un gusto verlo de nuevo Gabriel Agreste —sonrió —¿En que puedo ayudarla nueva portadora?

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Dudo mucho al dejar esa caja en la basura, camino un poco en la dirección contraria, sin embargo no pudo alejarse mucho de esa caja, regresó inmediatamente para abrazarla contra su pecho, no podía dejar las muestras del amor más puro que había tenido, era un cobarde, un aferrado, pero al sentir esas cartas llenas de palabras suaves, su corazón volvió a palpitar, tan rápido que sintió que después de mucho se saldría de su pecho, pero esta vez, también lo llenaba un terror y soledad que no conocía desde su adolescencia.

Se encerró en su automóvil, dejando la caja de color negro en el asiento del copiloto, controlo su respiración, creyendo que leerlas una vez más no le causarían más dolor del que ya tenía.

Con suavidad, temiendo que el papel se desmoronara en sus manos, sacó la primera carta, en esa Marinette le agradecía el acompañarla hasta su casa después de que encontrarán en una sesión de fotos, río ya que la letra de Marinette era un tanto confusa pero de igual forma hermosa.

Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al sacar otra, su sobre era rosa, era de su segundo aniversario, donde ella con palabras, lograba derretir su corazón y su alma, sin que ella lo supiera, esa vez deseo no amar ni conocer a nadie más.

La tercera fue la más difícil de leer, fue tras su primera separación, rememoró sus ojos llorosos y temerosos, la lluvia empapando sus cabellos azabaches, repitiendo que era un error, sobre todo su actitud esquiva al sentirse altamente traicionado por un malentendido, pues la verdad, alguien que sí quería lastimarte, no se dejaba envolver en la lluvia buscando un perdón, ni destrozaba su propio corazón por el bien del otro.

Leyó un par más, hasta que entre ellas encontró la última, cuando vivían su felices para siempre, con el título "Acuérdate de mi".

"Adrien, acuérdate de mi, ahora que estas muy lejos, que mis brazos claman ansiosos tu llegada, que mis oídos ruegan oír tu voz, pero no con interferencias, mis labios se sienten decepcionados de no despertar con los tuyos, tengo que sujetar mis pies que quieren ir tras de ti, no es la primera vez que estás tan lejos, ni la primera que te extraño, pero sólo sé que tengo tanto miedo de no verte de nuevo.

Ahora que estamos comprometidos, mi corazón late tan rápido al pensar en ser tu esposa, mi cuerpo tiembla de la emoción, y en mi cabeza no hay lugar para otra cosa.

Acuérdate de mi gatito, hoy que estas en ese hotel de 5 estrellas, que miras algún programa aburrido, mientras yo hago preguntas esperando que las respondas.

Te extraño tanto mi amor, mi vida, no sé cómo se permite estar tan lejos de tu alma gemela, porque siento que sin ti a mi lado, mis días se van apagando, mis noches ya no tienen luna, y al aire le falta oxígeno.

Solo puedo recordar todas los días a tu lado, mientras mi almohada me susurra preguntando ¿Qué haces sola un 14 de febrero?

Yo le respondo con simpleza esperando que comprenda: Pienso en lo único que necesito para vivir.

M gatito, ruego porque deje de repetir que no estas, porque este día de enamorados que no estas a mi lado, parece el mismo infierno, ya que solo puedo pensar en tu linda cara, y tus labios que hace días no me han besado, de tu voz que no ha pronunciado mi nombre con dulzura y deseo.

Atentamente: La que anhela tu regreso".

Apretó la carta contra su pecho, lanzando un sollozo amargo, como se había mantenido en su habitación observando las fotos que aún guardaba su celular; ese primer catorce de febrero, no habían ido a ver Carmen, no se hicieron pasar por turistas, sin saber que el siguiente sería el último.

Volvió a guardarla, antes de llorar un poco.

—portador tonto, no deberías de llorar por ella  —escuchó, levantó la mirada asustando, observando al pequeño minino flotar frente a él —te amaba —murmuró —pero no vale la pena llorar por ella.

—¿Plagg? —cuestionó creyendo qué él kwami no era real, una ilusión con tal de no llevarlo a la locura.

—mejor que un genio —mencionó, sonriendo orgulloso, dejando que el Agreste contuviera el aire y se apresurara a abrazarlo, soltando otro largo sollozo.

Y en medio de esa aura de reencuentro, no se percató que tres sombras lo observaban, dos un poco orgullosas, y otra dispuesta a atacar para recuperar lo que podría destruir su reino.

Alguna vez... [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora