5.

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Alguna vez...

¿Has mentido?

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Su respiración era pesada, trataba de comprender como accedió a eso, sin embargo sabía que era un gran error, repitió lo que sabía en un susurró, no debía de dudar de su propia información si pretendía lograr un bien para su amiga.

—esta todo listo, recuerda que lo que digas puede involucrarte, solo buscas mostrar el caso de Marinette, limpiar su nombre, vas a generar consciencia.

—claro —murmuró con un deje de inseguridad, sus manos temblaban ligeramente, sabiendo que cualquiera podría acusarla o creer que sus palabras era una mentira.

—suerte —exclamó su amigo, ella asintió, camino firmemente hasta postrarse en el asiento con su nombre, observó como Luka se mantenía a su lado, con una expresión endurecida, sus ojos deambularon hasta que se encontró con un par de ojos color miel, aparto la mirada inmediatamente ahuyentando el remordimiento; se presentaba públicamente únicamente para defender a su amiga.

—Alya Césaire —alguien pronunció su nombre, pronto comenzó el revuelo dentro de la sala, se vio cegada unos segundos por un par de flashes, su nombre era pronunciado por distintos periodistas.

En su carrera jamás se había puesto en el lugar de las personas a la que entrevistaba, escuchaba los gritos, ahora se alegraba de haber salido de todo el embrollo que era el periodismo.

—¡Silencio! —exigió el jefe de policía de París, la morena sintió su boca seca, el hombre la miró cuestionando sí quería proseguir, asintiendo una vez más formó una línea con sus labios.

—Alya Césaire ¿Cómo consiguió la carta de suicidio de Marinette Dupain-Cheng? —esa era la primera pregunta que podía responder con tranquilidad.

—un hombre... —titubeó, aunque sabía que ese pequeño instante de duda podría costarle su credibilidad, se aferro a la tela de su vestido, tratando de alejar los malos recuerdos que le cortaban la respiración, cuestionándole a cordura a donde se manejo la seguridad —me la entregó —habló abrumada, por su cabeza pasaban tantos momentos en flashes que me asustaba.

—como podríamos saber que su versión es verídica ¿Por qué aquel supuesto hombre no le entrego la carta a la policía?

—ella quería que yo la leyera, dejaba en mis manos el poder del destino de Adrien Agreste.

—¿Cómo supo donde se encontraba? —su pregunta se perdió rápidamente entre la montaña de preguntas referentes al joven rubio.

—¿Por qué Adrien Agreste no se encuentra presente? —gritó un hombre pelirrojo.

—¿Por qué no ha sido detenido? —interpelo una mujer.

—¿Es cierto que Adrien Agreste huyó del país? —una mujer de cabello castaños trataba de llamar la atención de los entrevistados.

—¿Usted no está culpando a Adrien Agreste? —el alboroto se detuvo ante la última pregunta, los reposteros volvieron a observar a la joven interrogantes.

—claro que no —se apresuró a negar —¿Por qué lo culparía? —exclamó alterada.

—es extraño, porque solo se culpa al joven Agreste de todos los actos de agresión, sin embargo, nadie se daba cuenta de esto ¿Cómo es eso posible?

Alguna vez... [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora