~Frank~
Las horas pasaban, interminables.
"Gerard, basta."
"Gerard, no."
"Gerard, por favor..."
Sabía que aquello le hacía daño. Pude haberle parado, pude haberlo hecho. Al principio. Al principio de todo esto.
Pero me dejé llevar.
Ahora le veía a él convertido en el fantasma del hombre al que amaba.
Era él, sin serlo.
Me agaché frente su cuerpo postrado en el sofá y acaricié su rostro sudoroso.
Aquello había llegado más allá. No era tan solo una simple adicción.
Necesitaba ayuda.
Marqué el número de urgencias y dejé el teléfono sobre la mesa. Rastrearían la llamada y vendrían a buscarle.
¿Y yo?
¿Qué sería de mí?
Tras un par de minutos, agarré las maletas con cosas de valor y revolví todo el apartamento. Un corte en mis manos, que a continuación se deslizaron por el suelo hasta la puerta, manchando y rascando la madera.
Todos creerían un robo, todos creerían un asesinato.
Besé la frente de Gerard y sus labios por última vez en libertad.
- Te quiero... -- Susurré en la penumbra de aquel salón.
Me levanté y salí.
Me tomé mi decisión como un castigo por no haber podido ayudar al hombre al que amo.
Siempre tuyo.
Y para ti.
Como un hombre muerto para los demás, pero sin serlo.
Negro.