—¡¿Qué pretendes?! — Bramó Martín al encontrarse con Makis apoyada en la puerta con una sonrisa plasmada en el rostro. — ¡¿A qué mierda pensabas llegar en esa maldita broma de mierda?! — Dio otro paso que hizo que la pequeña buscara de inmediato el pomo de la puerta. — ¡Pasaste todos los límites María Cristina!
—Te lo merecías. — Susurró con cierto temor. — Ahora aléjate de mí.
—¿Qué te hice Makis? — Pasos desesperados acercaron al chico a la pequeña. — ¡¿Qué fue eso tan malo que te hice para que me odies tanto?!
—Jugar conmigo. — Susurró bajito, intentando ocultar que estaba rota por dentro. — Aléjate de mi si no quieres que las bromas se pongan peor.
Él se aproximó con una doble intención, pegando por completo su cuerpo al de la muchacha, inmovilizándola con un apretado abrazo que le dejó respirando su mismo aire, presionando la mano en el medio de la espalda de la pelinegra para evitar que ella se moviera mínimamente; sus labios se rozaron de manera suave, causando una leve corriente eléctrica adormeciendo su boca.
—Tu iniciaste este juego Makis, — sus caderas se apresaron contra las de la chica, — ahora no te quejes porque puedas caer. — Los labios del chico comenzaron a acariciar sus mejillas y bajaron hasta su cuello. — Y yo te haré caer entre mis brazos.
Tan pronto como Martín terminó de hablar presionó sus labios contra el cuello de Makis, succionando con fuerza hasta que la sintió temblar entre sus brazos, provocando que la piel tostada se enrojeciera en el acto. Ella soltó un gemido de protesta, reclamando por el ardor que tomó posesión de su piel.
—Prometo que vas a caer.
Martín salió de su cuarto dando un portazo, dejando a Makis atónita con los dedos acariciando ese lugar que ardía y palpitaba con fuerza junto a su corazón.
Mientras tanto, Natalia estaba saliendo un poco distraída de las clases de coro, la verdad es que no tenía ganas de ir al taller de composición, tampoco quería decirles a sus amigas que se sentía insatisfecha, que las bromas no estaban llenando ese vacío en su corazón; se sentía sola, completamente abandonada y por mucho que quisiera esa situación no estaba mejorando al tener a Juan Pablo Isaza mirándola todos los días desde el otro lado de la cama.
Hasta que sintió una mano aferrarse a su muñeca.
—¿Vas a tu cuarto? — Preguntó ese chico de ojos azules que le miraba con cierta vergüenza.
—No, iré a taller de composición avanzada.
El chico rascó su cabeza. — ¿Puedo acompañarte? Quiero hablar contigo.
Isaza veía todo de lejos, tentado a arrebatársela de entre los brazos, pero las adoloridas piernas no lo dejaron actuar de manera oportuna, todo porque esa maldita mujer del demonio había decidido eliminar todo tipo de vello desde la cintura para abajo, y ahora le dolía cada maldito roce.
—Está bien, vámonos.
Natalia le dio una mirada rápida a Isaza, ese era su extraño modo de pedir perdón, pero el chico no lo vio así, sino que lo vio como otra mirada desafiante que le decía que debía ir tras ella para arrebatársela de las manos a ese imbécil pedante.
—Permíteme. — Susurró Andrew arrebatando los cuadernos que descansaban en su mano derecha. — Te ayudo a cargar esto.
Ella no volvió a mirar, solo siguió el camino que se suponía la llevaría a su siguiente clase. — Lo siento. — Susurró con algo de pena.
—¿Por qué?
—Por lo del otro día. — Luego cerró los ojos al recordar los fríos ojos Isaza y la manera cruel que tuvo de decirle "puta" una vez más. — Por todo el escándalo que hizo mi compañero de cuarto, él no debió tratarte así.
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Azares del Destino - (Ventino) (Morat)
FanfictionEs increíble como los azares del destino puede hacer unas jugadas muy curiosas, algunas veces para separar, otras para juntas, algunas para bien y otras para mal. En este caso tenía un poco de todo; hace algunos años los separó, ahora, los volvió a...