Capítulo 16.- Cayeron las barreras

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Juliana:

Podía sentir como la sangre rugía en mis venas, no entendía porque me sentía tan traicionada, un poco pasada a llevar y completamente idiota. No podía negar que los vanos esfuerzos por mantener completamente alejado Nabalez me habían sido dado frutos, pero ya ni siquiera sabía si era realmente porque quería mantenerlo lejos o por fidelidad a mis amigas (ya no tan fieles).

—Antes de que...— Natalia, quien parecía estar menos impresionada que el resto decidió hablar, pero no quería escucharla, solo quería sacar esa estúpida sensación de traición que tenía en medio del pecho desde que había hablado con Nabalez.

Levanté la mano con cuidado. — Por favor, cállate y escúchame. — Le miré con cierto dolor. — ¿Desde cuando te estás acostando con Isaza? — Vi que las chicas abrieron la boca con notoria sorpresa, así que preferí lanzar todo de una. —¿Y tú Makis? ¿Ya te reconciliaste con Martín? — Miré a Cami quien me miraba con vergüenza. — ¿Simón ya te comió por la cabeza Camila? — Al final miré a Olga, quien me hacía pucheros para que tuviera algo de piedad con ella. — La que menos pensaba que iba a caer de nuevo en las manos de un baboso, cae. — Lo siguiente que escuché fue un farfullo tremendo que no lograba dilucidar, hasta que la única voz que quedó fue la de Olga.

—Ya me cansé de pelear. — Susurró tan bajo que casi no se escuchó. — Ya basta, sé que nosotras nos prometimos que pondríamos las barreras en alto y que les haríamos la vida imposible. — Sabía que lo que diría me desarmaría por completo con su total raciocinio y brutal elocuencia. — Pero es imposible si los seguimos queriendo. — Maldita desgraciada. — Mira a Natalia, ella volvió a sonreír de esa manera que solo habíamos visto cuando estaba con él, mira a Makis, después de mucho tiempo dejó de tener dolores de cabeza, y estoy segura de que solo pasó porque Martín volvió a estar a su lado, mira a Cami; ella había dejado de escribir poemas de amor y eso no pasa desde que estaba con Simón. — Se acercó a mí, posando sus manos con cuidado sobre mis hombros. — Y yo sinceramente me siento bien desde que ya no peleo con Villamil. —Era verdad, cada vez que no me encontraba peleando con Nabalez todo parecía ir mejor, pero aún me dolía que simplemente no me hubieran dicho. — Sé que estás enojada, pero es que ya era inevitable, incluso dudo que tu sigas odiando a Nabalez, probablemente te sientes mejor estando en paz con él.

Me dejé desarmar por una suave caricia de una de mis mejores amigas.

—¿Por qué no me dijeron? — Susurré un poco ida. — Saben que yo las apoyaría en lo que sea. — Unas estúpidas ganas de llorar me habían tomado de la nada. — Soy una de sus mejores amigas, siempre he estado ahí para ustedes.

—Lo sé, pero creo que ni siquiera nosotras tenemos completa certeza de lo que está pasando en este momento.

Era verdad.

—¿Y tú con Nabalez? — Picó Natalia dejándose caer a mi lado, envolviéndome con cuidado en un abrazo. — ¿Hay algo o solo se han preocupado de pelear?

Sonreí de manera inevitable. — Hemos seguido con las bromas idiotas. — Luego un sonrojo me cubrió las mejillas. — Pero...pero fue él quien me dijo que no...no quería pelear más y que éramos...éramos los únicos.

—¿Y qué haces aquí? — Susurró Makis dándose ánimos para intervenir en la situación — Si se te nota que quieres decirle que aceptas.

Olga lanzó una sonora carcajada. — Hablando de eso, yo también tengo algo que aceptar. — Terminó de decir mientras se ponía de pie. — Nos vemos luego chicas.

No dudé en ponerme de pie con ella. — Voy contigo, creo que hay muchas cosas que debemos aclarar con Nabalez. — No dudé en aprovechar la oportunidad para molestar a Natalia, quien parecía tener ganas de salir airosa de todo este asunto. — Cuando vuelva hablaremos sobre condones, pastillas anticonceptivas y bebés en caso de que no te suenen ninguna de las anteriores.

Azares del Destino - (Ventino) (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora