Capítulo 19. - El destino une almas.

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Simón.

El salto de tigre que había dado Isaza me había dado una valentía que no creía que me llegase luego de los miles de sucesos que nos habían separado. Ahora estaba listo para ir en su búsqueda, estaba lista para poder conquistarla como tal y volver a tenerla a mi lado como mi novia; no estaba dispuesto a pasar un solo día sin que Camila Esguerra a mi lado.

—¿Alguna vez te he dicho que eres hermosa por las mañanas? — Pregunté caminando hacia ella. — Porque lo estás. Eres completamente hermosa, como una sirena que se escapa del mar y cautiva a un pobre marino a la deriva.

—¿Despertaste sintiéndote romántico? — Preguntó con una sonrisa ladina que me encantaba. — Tu pretendes algo, Vargas, no creas que no me doy cuenta.

Sonreí, posándome tras ella. — Quiero besarte, pero tengo miedo a que me golpees si lo hago. — Confesé sonriendo. Aún así, tomé su cintura y la recosté contra mi, sintiendo de inmediato que sus manos acariciaban parte de mi pecho. — Aunque me golpearas, creo que me arriesgaría a hacerlo, porque eres demasiado tentadora como para dejar pasar la oportunidad de besarte, teniéndote tan cerca.

Me puse a su nivel, pasando mis nariz contra su mejilla, mientras mis labios, deseoso de encontrar sus labios. Lo deseaba tanto que todo mi interior parecía arder por encontrar ese pequeño retazo de humedad que me daba la punta de su lengua en contra de la mía; sus labios entreabiertos me tentaron un poco más de lo sano, más de lo que podía soportar en circunstancias similares.

Sellé su boca con la mía, hundiendo mi lengua furiosa para pelear con la suya, maravillándome con el dulzor que estaba impregnado en la punta de la suya. Mi Dios, era tan excitante solo sentir su cuerpo pegado al mío y su dulce corazón latiendo suavemente al son del mío. Estaba tan enamorado de mi hermosa pelirroja.

Su respiración agitada chocó con la humedad de mis labios, y se convirtió en ese único halito de vida que me permitía continuar respirando.

—¿Qué...qué...qué? — Miré sus ojos inseguros, intentando transmitir algo que la vergüenza impidió salir.

Tomé sus mejillas, encontrando sus ojos con los míos, intentando que me viera, por primera vez fijamente a los ojos y me confesara por fin todas esas cosas que se obligaba a callar por fidelidad a sus amigas, o a su orgullo. El mismo sol se estaba eclipsando por completo al tener esos dos orbes brillantes que solo ella podía poseer.

—Te amo. — Susurré sin pena alguna. — Te amo tanto.

—Simón ¿qué dices?

—Que estoy enamorado de ti. — Susurré. — Que te amo por ser quien eres, y te amo más por en quien me convierto cuando estoy contigo. — Ella intentó hablar, pero únicamente volví a callarla con un dedo sobre sus labios. — Te amo por todo lo que fuimos, te amo por todo lo que somos y te amo por todo lo que podemos llegar a ser, solo si me lo permites. De verdad quiero ser alguien para ti, quiero volver a ser alguien para ti.

Ella casi se apartó. — Pero...pero...pero ¿y todo lo que pasó? ¿Esas ideas que tienes de mí? ¿Eso que viste con Makis?

—Yo vi un beso, y asumí cada palabra que decías por rabia al sentirme engañado o herido. Y tu también viste algo, y solo asumimos que las cosas eran tal cual se nos muestra, pero no nos detuvimos a pensar lo que en realidad había pasado. — volví a dar un par de pasos, encontrándome con sus ojos llenos de lágrimas. — Yo te creeré todo lo que dices, te creeré incluso si me dices que la vida se acaba mañana, te creeré. Pero por favor, no me alejes de ti una vez más, porque te juro que no lo soportaría nunca más. — Me tomé la libertad de acercarme un poco más, encajando mi boca entreabierta contra la de ella. — Te amo, y quiero estar a tu lado sin importar lo que pase, quiero de verdad, una oportunidad única y definitiva, porque sé que si me permites amarte, nunca te soltaré.

Azares del Destino - (Ventino) (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora