Capítulo 12. - Pequeña Tregua.

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Ella lo sabía con claridad, el amor seguía ahí, ella seguía sintiendo que su corazón latía solo por el hecho de tener a ese muchacho cerca, pero él no sentía lo mismo, él solo sentía ese afán de someter, de humillar, de poseer; Juan Pablo Isaza no era malo, pero era claro que su deseo de venganza era más fuerte que cualquier otro sentimiento que se engendrara en su interior. Esas eran las razones por las que Natalia no podía seguir con eso.

—¡Para! — Gritó con desespero cuando sintió las manos de él tocar la piel expuesta de sus caderas.

Él se detuvo al instante, sin embargo, no se alejó en absoluto de ella. — ¿Qué pasa? ¿Te hice daño?

—Aléjate de mí. — Susurró con los ojos cerrados, aferrando sus uñas al brazo desnudo del chico.

Isaza estaba contrariado, él no se quería alejar, pero tampoco quería hacer sentir incómoda a Natalia, eso nunca se lo perdonaría, no ahora que estaba seguro de que no se quería mantener alejado de ella, ya no quería seguir diciendo que no la necesitaba cuando su piel ardía por un abrazo de ella.

Finalmente se retiró de sobre su cuerpo para sentarse sobre sus talones.

—¿Qué sucede Natalia? — Volvió a preguntar totalmente espantado. — ¿Te hice daño? ¿Te hice sentir mal?

Natalia se encogió sobre su propio cuerpo, presionando sus rodillas en dirección a su pecho, soltando pequeñas lágrimas que no pasaron desapercibidas por el chico, quien de inmediato se acercó a tomar el rostro de la muchacha para limpiar con delicadeza las pequeñas gotas que resbalaban por sus mejillas sin impedimento alguno.

—No, por favor no llores, no lo hagas porque me rompe el corazón. — Acercó un poco más su cuerpo para poder seca sentir su calidez de manera ínfima. — Por favor háblame, cualquier cosa que tengas la podemos solucionar.

—No quiero que sigas jugando conmigo. — Sollozó apartándose de él como si su tacto quemara. — Por favor, ya basta, ya no más.

—No estoy jugando contigo Natalia.

Ella se puso de pie dispuesta a salir, pero se detuvo. — ¡Si estás jugando conmigo! — Exclamó con sus mismas palabras nadando en tristeza. — Tu lo único que quieres es esa estúpida venganza, y vienes, me besas, me haces ataques de celos y luego me dices puta, me dices que me odias, te encargas de hacerme ver que me odias y o ya no quiero más esto, no quiero seguir dejando que entres a mi corazón para destrozarlo todo a tu paso.

—¡Es que yo no quiero jugar contigo! — Aclaró poniéndose de pie para poder acercarse a ella. — No importa que me hayas engañado o cualquier cosa que pasó hace tiempo, yo tampoco quiero seguir con este juego. — Él volvió a tomar el rostro de ella para que le mirara a los ojos. — Yo solo quiero amarte, quiero olvidar todo y dejar de sentir este vacío que siento cuando no estás conmigo, cuando otro te mira, cuando otro te abraza. — Ya ni sus mismas lágrimas tenían freno. — No quiero sentir que te pierdo cuando lo único que quiero es tenerte entre mis brazos.

Ella tomó su cabello con frustración. —Es que si sigues creyendo que te engañé no entendiste nada. — Profirió con voz ahogada. — Es que si sigues buscando excusas para perdonarme por algo que no existe es porque no me crees, es porque no puedo dejar mi corazón entre tus manos.

—Te creo. — Expresó. — Te creo Natalia.

Él la abrazó con tantas fuerzas que en algún momento temió por dañar sus costillas o llegar a lesionar su delicado cuerpecito

—No me sigas dañando.

Él se acercó a su cabeza para comenzar a besar con ternura. — No te quiero dañar Natalia. — Susurró bajando con rápidos besos de pico por su mejilla. — Solo quiero reparar todo. — Dio repetidos besos en la comisura de su labio. — Solo te quiero a ti Natalia. — El primer beso de pico aterrizó en sus labios. — Te amo tanto.

Azares del Destino - (Ventino) (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora