Capítulo 5 - Corazones rotos.

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 Los ánimos en el internado no eran los mejores, tres de las cinco muchachas planeaban una broma lo suficientemente buena como para hacer enojar al diablo, sin embargo, sus acciones solo eran un escuálido disfraz de los corazones rotos que cargaban ese instante, y que al ser víctimas de esa broma y de esa pelea por celos, se habían visto remecidos una vez más; por otro lado, la pelinegra había salido huyendo despavorida de entre los brazos de quien había sido su gran amor, no soportaría ver al chico llorar diciendo que la amaba, sobre todo porque tenía la certeza de que caería en esas lágrimas de cocodrilo y la única herida sería ella; y por último, la chica de cabellos avellana había salido de la habitación, dispuesta a madurar un poco la idea de lo que había pasado, y ya, en frío, pensando en que estuvo a punto de entregarse a una persona llena de rabia y de resentimiento contra ella, que había estado a punto de regalarle su primera vez a alguien que no la apreciaba.

—Tu cara me dice que nada bueno pasó en esa habitación. — La voz de Makis la sacó de sus pensamientos, devolviéndola a la cruenta realidad.

—Nada de lo que pasó en esa habitación debió pasar alguna vez. — Natalia se había dejado caer en medio de ese gran jardín, el cual se encontraba vacío.

—Natalia. — Makis no tenía un buen presentimiento. —No me digas que tu...

Natalia recogió las piernas contra su pecho y recargó la frente en sus rodillas. —No, pero casi lo hago Makis.

—¿Qué pasó realmente Natalia?

—Las cosas se salieron de control. — Sin querer, un sollozo había migrado de sus labios. — Solo nos estábamos besando, pero él quería más, estaba cegado, tanto que cuando lo detuve me dijo que era porque yo quería correr a los brazos de Andrew y simplemente me trató como un pedazo de carne más.

—Pues ese idiota no te merece. — Makis expresaba rabia en sus palabras, pues sabía que esos chicos podían tener una crueldad tremenda si se lo proponían. —Ahora vamos al cuarto de Juli, las chicas están ahí y al parecer, la broma de ahora será algo muy bueno.

Las cinco chicas se reunieron en la habitación de la morena, esta vez, no había nada que las detuviera, se sentían humilladas, rotas, y si bien, ellas habían dado el primer paso, no habían llegado tan lejos en lo que respectaba a la humillación pública.

Ninguna de las muchachas se presentó a la cena, cosa que preocupó a los cinco muchachos protagonistas de la broma, pero también preocupó a los esos extranjeros que tenían un interés bastante alto en las cinco colombianas; Tom Fletcher caminó indeciso por los pasillos, había preguntado en informaciones el número de habitación de Camila, y, aunque se moría de ganas de verla, no sabía con claridad como sería el recibimiento de la chica después de los acontecimientos de esa tarde.

—¡Camila! — Llamó la atención de la muchacha, quien iba bastante distraída.

—Tom. — saludó la pelirroja con una sonrisa sincera; sabía con claridad que la preocupación del muchacho era genuina.

—No te vi en la cena, ni a ti ni a tus amigas ¿Se encuentran bien? — cuando los ojos azules del chico hicieron contacto con los dorados de la muchacha fue cuando tuvo el valor de preguntar. —¿Te encuentras bien?

Camila sintió ternura por el hecho de que el chico se había sonrojado, siendo el doble de evidente en la pálida piel del chico. — Si Tom, estamos bien, estoy bien, solo se nos pasó la hora conversando con las chicas, gracias por preocuparte por mí.

El chico, en un acto de valentía osó tomar su mano. —Yo estaré siempre que lo necesites, recuérdalo si algún día necesitas un hombro en el cual recargarte.

Azares del Destino - (Ventino) (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora