—¿No puedes cogerlo tú, vejestorio?
—¡Que me lo traigas he dicho!
Krassher resopló, cogió el martillo y se lo pasó con un lanzamiento a Samis.
—¿Tanto te costaba, enana?
Detrás de él aparecieron súbitamente dos hombres encapuchados.
—¡Samis, cuidado! —señaló detrás de él
—¿Qué dices tú ahora? —refunfuñó, mientras se daba la vuelta
Uno de ellos le lanzó una bola de humo morado a la cara. El otro lo tumbó de un fuerte puñetazo. Cayó desplomado al suelo.
—¡¡¡Nooo!!! —gritó mientras se abalanzaba sobre ellos, orbe en mano
—¡Krassher, despiértate ya! —gritó, zarandeándola
No reaccionaba. Blizaria le echó un cubo de agua encima. La herrera despertó de un sobresalto. Pudo ver los primeros rayos del Sol naciente abalanzarse sobre las frondosas tierras de Zodnia a través de una pequeño agujero translúcido que hacía de ventana.
—Tranquila, solo era un sueño. Bueno, más bien parecía una pesadilla.
—¡¿Por qué me has tirado agua?! —preguntó, desorientada y cabreada
—Para despertarte. Es que yo ya no sabía qué más podía hacer: ni zarandearte ni golpearte funcionaba. Y echarte agua me pareció buena idea.
—¡Odio el agua, Bizarra!
—Igual por eso no creces. Bueno, ¡vamos, levántate, corre! ¡Que Mercer ha convocado una reunión urgente! Y créeme: es urgente.
Krassher aún estaba aturdida por su brusco despertar. Era la quinta pesadilla que tenía con la misma temática en los pocos días que llevaba de su vida orbitana. Trató de forzarse a entender la situación que le atañía en aquellos momentos: Mercer había convocado una reunión urgente.
—Vale, pues... ¿Te robo ropa del armario o qué? No pienso ir mojada.
—Sí, espera —dijo mientras se dirigía al armario. Lo abrió—. Coge este traje y póntelo —se lo lanzó junto a una toalla.
Blizaria se quedó esperando a que se lo pusiese. Krassher la miró con expresión titubeante.
—Ah, claro —salió hacia la sala común—. Pero corre, ¿eh?
Rápidamente, Krasy se quitó la ropa mojada y se puso el traje. Era una pieza única, de color negro y estrecha, pero que se ajustaba cómodamente al tamaño de su cuerpo. El cuello era de pico, bordeado gruesamente con una especie de tela metálica extremadamente flexible que se unía a dos tirantes del mismo material. Esa misma tela de color plata se encontraba en las muñequeras, en unas tiras triangulares parecidas a una falda colgando al nivel de la cintura y en todo el pantalón de rodilla hacia abajo.
«Bueno, al menos es negro...», pensó. Una vez lista, caminó ligera hacia el cuarto común, donde se reunió con Blizy para dirigirse a la planta de reuniones. De camino, le picó la curiosidad:
—¿Este traje es tuyo o se lo hemos robado a alguien?
—Era mío, pero hace ya la tira de tiempo que no lo uso, así que puedes quedártelo. Me gusta más el que llevo ahora.
Entonces, paró atención en el de Blizaria. Este también era un traje ajustado y negro. Cinco rayas de tonos azules y turquesas recorrían cada una de sus extremidades, convergiendo en un círculo al nivel de su pecho. Dicho círculo contenía un símbolo que a Krassher le resultó extraño: una bola algo achatada con una línea vertical pegada, elevándose desde el lado derecho.
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Los Orbitanes de Zodnia
Fantasyʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ ꜱᴇ ᴀʙᴀʟᴀɴᴢᴀ ꜱᴏʙʀᴇ ᴇʟʟᴀꜱ: ꜱᴏʙʀᴇ ᴇꜱᴘɪɴᴀ, ɢᴜᴇʀʀᴀ ʏ ᴄᴀɴᴄɪÓɴ, ꜱᴏʙʀᴇ ᴍᴇɴᴛᴇ, ᴘᴀʟᴀʙʀᴀ ʏ ꜱᴏᴍʙʀᴀ, ꜱᴏʙʀᴇ ʜɪᴇʀʀᴏ, ᴄᴀᴏꜱ ʏ ᴇᴍᴏᴄɪÓɴ. ʏ ᴛᴏᴅᴀᴠÍᴀ ᴇʟʟᴀꜱ ᴅᴀɴᴢᴀɴ. ɴᴏ ᴇꜱ ᴘᴏʀQᴜᴇ ʜᴀʏᴀ ᴇʟᴇᴄᴄɪÓɴ, ᴘᴜᴇꜱ ᴠɪʟᴇᴢᴀ ʏ ꜱᴇᴄʀᴇᴛᴏ ᴅᴇꜱᴘʟᴀᴢᴀɴ ʟᴏꜱ ʜɪʟᴏꜱ ᴅᴇ ᴛᴏᴅᴀ ʟᴀ ʀᴀᴢÓɴ. ɴᴀᴛᴜʀᴀʟᴇᴢ...