XII - Crueldad

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Elduth miraba a Mercer con orgullo y expectación mientras el líquido verde le regeneraba todas las heridas. Las chicas no sabían qué estaba ocurriendo.

—Blizy, ¿qué narices le pasa a Mercer...?

Blizaria no respondió. Por un lado, se alegraba de que sus pensamientos no llevasen la razón. Por otro, sentía que el hombre que las miraba unos metros más allá no era Mercer. No, no era aquella figura que Blizy había tomado de referente desde que se había unido a Fedryg, cuatro años atrás. Esos no eran sus ojos, esa no era su expresión, esa no era su postura, ese no era él.

Mercer apretó el puño con fuerza y sacó un orbe. Tampoco ese era su orbe de siempre. Era una bola semitransparente de color rojo, que se tornaba morada a medida que se acercaba al núcleo. De ella salían algunos rayitos rojos.

El orbe se transformó en dos espadas de apariencia espectral teñidas del mismo modo que el orbe. El líder las agarró de forma inversa y se dirigió hacia las chicas. Blizaria se vio forzada a empujarlo con ondas impulsoras. Para su sorpresa, le dio de lleno, echándolo un par de metros atrás.

—¡¿Qué estás haciendo, Mercer?! —gritó Krasy, aún sentada y sujetándose la herida de flecha del estómago

—Ese no es Mercer, Krassher —afirmó con dureza—. Ese señor que ves ahí... es un enemigo. Y hay que derrotarlo.

—¡¿Pero qué dices ahora, Blizaria?! ¡¿Pretendes matar a Mercer?!

El Líder se reincorporó. Agarró con fuerza la empuñadura de sus armas y pegó varios tajos al aire, proyectando cuñas de energía roja que impactaron en el cuerpo de Blizaria. No le hicieron ninguna herida, pero le provocaron un dolor insoportable. Sus chillidos fueron escalofriantes.

—¡¡Mercer, párate ya!! ¡¡Que es Blizaria!! —gritó Krasy desde el suelo, impotente y al borde dela desesperación— ¡¡¿No la reconoces o qué?!!

No reaccionó. Se limitó a disparar de nuevo, esta vez hacia Krassher, quien logró interponer pinchos con el orbe en la mano izquierda. No entendía nada.

Cuando los pinchos se retiraron, Krassher se encontró de cara con ese hombre que no era Mercer. Este transformó las dos espadas espectrales en una única lanza e inmediatamente se la clavó a la herrera. Tampoco le causó ninguna herida, pero sus alaridos se escucharon más allá de la plaza. La atravesó con ella una, dos, tres, diez veces, causándole un dolor muy fuerte que solo se detuvo por otro choque de ondas de Blizaria.

—¡¡¡Krassher!!! —Blizy la miró muy seriamente, todavía medio encorvada por el dolor, temblando, y con los ojos húmedos. Los trozos turquesa de sus iris habían desaparecido, pero las puntas de su pelo mantenían dicho color— ¡Quiero que lo reduzcas!

—Blizy, no... no puedo matar a Mercer...

—¡Que lo reduzcas, no que lo mates! —aclaró— ¡Atraviésale el brazo, las piernas, lo que sea! ¡Que deje de moverse, pero no lo mates! ¡Es una orden! —terminó, derrumbando las barreras que impedían el flujo de sus lágrimas

Blizaria se irguió a pesar del dolor insoportable que sentía, tanto físico como emocional, y encaró al individuo que las apuntaba con un arco de ese extraño material etéreo.

—¡Así no vas a lograr nada, Mercy! —gritó Elduth desde su banco— ¿O debería llamarte... Krull?

El hombre cambió rápidamente el objetivo hacia Elduth y le disparó una flecha que la alcanzó directamente en el pecho, haciéndola caer del banco por el dolor y desconcertando todavía más a las chicas. Corrió hacia ella, se le montó encima y, cambiando de nuevo sus armas, estuvo a punto de empezar a apuñalarla con dos dagas.

Los Orbitanes de ZodniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora