VI - Contacto

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—Me da igual si le importa, ¡vamos, Bizarra! ¡Lo teníamos pendiente!

—Krasy, no sabes lo que dices —avisó Rokauntis.

—Sí, venga, vamos —aceptó, con tono malicioso y sonrisa desafiante.

Se alejaron unos pasos entre ellas. Mercer susurró algo al oído de Bliz para luego retirarse a un lateral de la sala con Roky y Shay.

Blizaria, un poco roja, sacó su orbe. Consistía en una barra negra vertical con cinco círculos paralelos girando alrededor y polvito brillante de color turquesa orbitando. Constantemente aparecían bolitas blancas en los círculos, cada una de ellas produciendo un sonido.

—Este es mi orbe, que aún no lo habías visto.

Entonces, desplegó su tabla flotante en su costado derecho, colocando los dedos encima de los botones.

—Pero a mi Piano virtual sí que lo conoces —adoptó una postura de combate—. Cuando quieras.

Krassher intentó sentir al máximo la emoción de tener la oportunidad de machacar a Bliz. Pensó que tal vez era eso lo que pretendían, así que trató de sacar el orbe con toda su alma.

No lo logró. «Pues vale», se dijo a sí misma.

Decidió arremeter contra Blizaria, tratando de alcanzarla con su puño hercúleo. Blizy esperó a que estuviese muy cerca para contraatacar con una patada de salto frontal en el rostro, aprovechando el impulso para girar sobre sí misma en el aire y tocar un acorde, el cual provocó que una onda azul hiciera retroceder a Krasy. La herrera trató de sujetarse al suelo para menguar su retroceso. Se incorporó y retomó el combate contra su amiga. De nuevo, se decantó por la estrategia de usar sus puños varias veces. Blizy iba tocando los mismos acordes impulsores a medida que esta se acercaba, impidiéndole que pudiera acertar uno siquiera.

Viendo que sus intentos eran en vano, tomó distancia y trató de ponerse a pensar. Pero Blizaria no se lo iba a permitir tan fácilmente. Tocó un par más de los mismos, empujándola hacia atrás, y cambió las notas de los siguientes. Usó unos más alegres, cambiando el color de las ondas a rojo. Krassher comenzó a notar excesivo calor en sus distintas partes del cuerpo cuando estas impactaban en ellas, sintiendo que en cualquier momento iba a prenderse en llamas. Con extrema fuerza de voluntad, de un salto intentó abalanzarse sobre Blizy. A punto estuvo de rozarla, pero de nuevo el piano emitió la onda de impulso que la echó hacia atrás.

Probó la misma táctica varias veces, cada vez más agotada. Blizy intercaló ondas de impulso y de otros tipos: unas que quemaban, otras que paralizaban ciertos músculos a la herrera, otras que provocaban explosiones de una potencia importante y otras que hacían temblar el suelo bajo sus pies, desestabilizándola.

Harta y desbordante de impotencia, Krassher agarró la empuñadura de la espada que había partido hacía un rato con Mercer y se la lanzó, acertándole en el pecho y aturdiéndola momentáneamente. Aprovechó, se lanzó y la golpeó en las costillas, sin piedad alguna, mandándola hacia la pared. Krasy se sintió aliviada al atinarle. Pero eso cambió cuando vio que Blizaria amortiguaba su trayectoria hacia la pared con las piernas y se volvía a impulsar hacia su oponente cual muelle, girando, preparando una patada descendente que golpearía directamente su cabeza. La herrera supo pararla a tiempo, pero no fue capaz de detener la onda explosiva que instantes después sentiría en su estómago, la cual, de nuevo, la alejó de su objetivo.

—Blizaria.

—Sí, Mercer.

Krassher, a pesar de estar destrozada, se levantó. Bliz respiró hondo. Sus rizos empezaron a elevarse ligeramente.

Los Orbitanes de ZodniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora