Capítulo 15 “Jodido”
Venecia
No sabía en qué momento todo se había convertido en un caos. Tal vez cuando ellos fueron a ese Pub, o cuando Caroline se dio cuenta de lo que sentía. Cuando trataron de ocultar sus sentimientos o simplemente cuando nos montamos todos juntos en un avión tratando de fingir que éramos los mejores amigos y que éramos indestructibles.
Pequeña muchas personas me dijeron que al paso del tiempo las personas cambiaban o mostraban lo que en realidad eran. Que tus amigos de pequeños no serían lo mismo que cuando estuvieras en la universidad. Y lo comprobé unas mil veces, me caí y me levante.
Luego, cuando tenía unos 12 años, los conocí a ellos. Al paso del tiempo y día a día me demostraban que si se podía tener a alguien en quien confiar. Y así fue, la sensación de sonreírle al mundo y restregarle en la cara a todos esos negativos de mierda, que si se podía encontrar una amistad verdadera y que yo era una de las pocas personas muy afortunadas de tenerla.
Pero ahora, esos enemigos me sonreían a mí. Los papeles intercambiaron.
Salí desesperada del cuarto de Caroline. Necesitaba encontrarlo.
Toque su puerta sin pudor alguno. Mis puños chocaban una y otra vez.
-¡Abre la maldita puerta Mario! –grité.
No recibí respuesta alguna.
-¡Mario, abre la puta puerta de una vez! –repetí.
Un Mario sorprendido y despeinado abrió la puerta. Su camisa se encontraba desabrochada.
-¿Qué rayos ocurre Venecia? ¿Paso algo? –preguntó exaltado.
-¡¿Algo?! ¡¿Algo Mario?! –grité y pegué mis puños contra su pecho. -¡¿Cómo te atreves a preguntar si pasa algo?!
Mario me apartó de su pecho y me tomó por los hombros.
-Calmate Gege, ¿qué ocurre? –pregunto alzando la voz.
Me solté enseguida de él y me alejé.
-¿Eres idiota o qué? ¡Caroline, Mario, eso está pasando! -.grité. Pude sentir la ira en mis venas, mi cara a de haber estar roja, puedo sentir el calor en mi cara.
Mario al parecer seguía sin entender lo que estaba pasando.
-¡Caroline me contó lo que paso en el PUB Mario! ¿Cómo pudiste hacerle eso? –grité, mis ojos estaban aguados.
Mario parecía sorprendido, pero su cara a los segundo tomo un aspecto duro.
-Estábamos borrachos, se nos pasaron las cosas. Además, no habían, no hay ni habrán sentimientos. Fue un sencillo err… -No dejé terminar a Mario porque mi palma había aterrizado en su rostro.
Sentí la tensión en todo mi cuerpo.
-¿Cómo pudiste, Mario? ¡Era tu maldita mejor amiga! –grité, algunas lágrimas caían por mi rostro -. ¡Le quitaste su virginidad, Mario! ¡Le dijiste que fue un error, que lo que hicieron fue un maldito error! –golpeé su pecho repetidas veces.
-¡Gege, yo no siento absolutamente nada por ella! ¡No podía mentirle! –gritó Mario.
-¡Gege y una mierda Mario! ¡Te acostaste con ella, le quitaste lo más preciado! –grité, mis rodillas empezaban a fallar. -¡Y lo primero que le dices cuando despiertan es que fue un maldito error! ¡Eres un monstruo! –caí al piso de rodillas. -. ¡Eres un monstruo! ¿En qué mierda te convertiste, Mario? –susurré lo último para mí, pero lo suficiente alto para que el escuchara.