Capítulo 2 “Mi hermana y yo, tan unidas como el agua y el aceite”
Venecia.
Hoy era un nuevo día, no me iba a deprimir, cueste lo que cueste, mañana era la fiesta de graduación, iré a comprar el vestido, los zapatos, accesorios y todo eso, para mañana solo ir a la peluquería, sí, me gustan las compras, pero no cuando es con mi madre, me hace medir hasta la cosa sin ningún sentido, solo por si acaso, ese si acaso, nunca llega y mi armario se llena de cosas que no necesito, pero en este instante solo pienso en hacer mis necesidades y tomar una ducha, por al cual no espero mucho.
-o-
-Buenos días. –llego al comedor con una gran sonrisa, estoy emocionada, hoy será un gran día, lo presiento, me siento en la silla que está justo al lado de la de mi hermana, tomo un trozo de pan y lo cubro de mermelada para luego servirme un jugo de parchita. En realidad, no sé qué carajos es esto - ¿Qué tal amanecen?
-Bueno nosotros muy bien, pero tu buen humor a que se debe, mejor, ¿excelente humor? –genial mi madre dice eso y ahora todas las miradas del comedor se centran en mí, ¿qué? No hice nada, solo amanecí feliz, ni que viviera en la Era de las Cavernas.
-No sé, solo digo hermana, ayer llegaste aquí con un humor, juro, que vi que salían humo de tus orejas.
-Si Charlott, mejor cierra la boca. –le digo a Charlott, joder, a veces, suele ser tan irritante como un vendedor de esos ambulantes que hay en la playa.
-Venecia, ¿puedes respetar? Estamos comiendo, la hora de la comida es un momento sagrado. –dice mi madre al dirigirme una mirada, mierda. Esa mirada que solo las madres saben dar, que te dan un escalofrió que recorre todo tu cuerpo, duh.
-Bien, mejor me voy, yo solo quería compartir un momento agradable con mi familia en un momento tan sagrado como comer en familia. –okey, lo último creo que todos se dieron cuenta que fue sarcasmo en cuanto a lo que mi madre dijo.
-¡Oh! alteza Venecia, lamento haber estorbado en uno de sus momentos tan sagrados. –dice Charlott, parándose de la silla y haciendo una reverencia y poniendo la mano en su pecho y diciendo todo esto con una voz teatral, muy teatral.
Idiota.
-o-
-Venecia cariño, ¿estás lista? –pregunta mi madre, debido, que como dije, vamos a salir a comprar las cosas, me visto lo más rápido que puedo.
-Si mama. –pego un grito, saliendo por la puerta, voy a la cocina, abro la nevera y tomo un vaso de agua, me encuentro con mi pequeña hermana, la miro, me mira, se retira, si, ya lo dije, no siempre somos tan cariñosas.
-Vamos Venecia, se nos hace tarde.
-Si mama, muy tarde, solo son 5 minutos de retraso. –pongo mis ojos en blanco, en serio, y yo me creo perfeccionista.
-o-
Al llegar al centro comercial, mama estaciona el carro y bajamos, al entra hay muchas tiendo, elijo primero entra a una en la cual se ven muchos vestidos, de diversos tonos, modelos, encajes, hay muchos a decir verdad, hubo uno que me llamo la atención, era simplemente perfecto, me encantaba, era color vino tinto, busque uno de mi talla y lo tome.
-Me gusta este, me lo mediré. –le digo a mi mama, tomando el vestido, camino hacia los probadores y me lo coloco, es hermoso, es perfecto, sencillamente me encanta, este es, sin más ni menos, elijo este.
-Mama, es este, me gusta.
-¿Estas segura? Hay más tiendas Venecia, podemos buscar otros.
-Mama, es este, me gusta, no quiero medirme más vestidos. –le digo a mi madre con una mirada suplicante, en serio quiero este y no cambiare de opinión. Me gusta el diseño, el color, los detalles, es simplemente perfecto, la manera en que se encaja a mi cuerpo, quedando ajustado pero no de una manera exagerada, llegando a mis piernas sale una hermosa cola de sirena, no está exagerado, ni sencillo, simplemente está perfecto.