Capítulo 21.
Junto a ti.
Narra ______(tn):
- Smith, cada vez me sorprendes más –rio levemente Andrew.
- Ya sabes, se puede esperar cualquier cosa de mi –le guiñe el ojo.
- Además de bonita, ruda, me gustas ______(tn) –bromeo Heinrich.
- Tu cállate –lo fulmine con la mirada– Andrew yo sé que tu querías echarlos.
- Me estaban haciendo buena compañi… –lo interrumpi.
- Nada de buena compañía, te dejaron de lado por sus arranques de calentura pero tranquilo ya me encargue de ese parcito de desubicados.
- Me alegra que estés acá –sonrió Andrew.
- Yo estoy muy feliz que hayas despertado, ya era hora, pero estas consiente que tengo que volver a Nueva York, ¿verdad? –lo mire.
- Lo sé, ya me canse de estar acostado aunque no llevo mucho tiempo despierto –murmuro.
- Yo he dormido demasiado y me siento floja –me queje.
- Eso es verdad –añadió Heinrich.
- Que no hables –lo regañe.
- ¿Quién es él? –pregunto Andrew encarnando una ceja.
- Cuando venía en el avión para Canadá me toco alado de él pero no pasó nada ósea no hablamos mucho, y hace unos días nos topamos, de tantos lugares que hay justo tuvimos que encontrarnos y aquí esta, Heinrich o el alemán.
Tocaron la puerta y seguido entro una enfermera con una bandeja de comida, mire a Andrew y el hizo una mueca de asco, ¿a quién le gustaba la comida del hospital? A nadie y él no era la excepción, no sé si me daba más risa o pena; un 50% de risa y el otro 50% pena.
- Conozco perfectamente a los adolescentes y por favor no bote la comida que se le otorga –hablo seriamente la enfermera.
- Me la comeré entera –por lo menos yo tome en doble sentido lo que dijo Andrew.
- Yo me retiro –la enfermera salió de la habitación sonrojada.
- ¿Eres tonto o qué? –rete a Andrew.
- Era tan solo una bromaaaaa, no te enojes.
- Yo que tú, boto la comida –comento Heinrich.
- Hazme un favor –me acerque a Heinrich– Anda a comprar sushi.
- Pero _____(tn)… –iba a protestar.
- Nada de peros, es para todos así que no te quejes, luego te pago.
- Esta bien –suspiro.
- ¡Suerte! Y apúrate para que no se den cuenta –grite antes que saliera.
Cerró la puerta y me senté en la silla de plástico que estaba cercana a la camilla de Andrew, quien estaba mirando a la nada, tenia la mirada perdida.
- ¿Pasa algo?
- No –negó– Solo que no recuerdo cómo es que sucedió el accidente.
- No fuerces tu memoria, no es bueno –acaricie su brazo.
- ¡No me trates como si fuera un niño! –gruño.
- Lo-lo siento –me asuste por el tono de voz que ocupo.