Día Libre.

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La noche parecía tranquila, los autos de las calles apenas sonaban y el ruido proveniente de éstas era casi nulo, todo ello en un día de fin de semana, justo los dos días donde la gente solía salir a pasear, ir de fiesta, a beber o ir de cita, pero por alguna extraña razón, ese día no parecía querer seguir la misma rutina que el resto de fines de semana.

Pero una cosa buena que tenían en estos momentos la familia era que ambos niños estaban con sus maravillosas tías. Dejándole así la casa para ambos adultos.

Con pesadez Jumin se tiró en el sofá, agotado por el largo día que había tenido. En la mañana había ayudado ha hacer el desayuno junto a su pareja, al igual que había ayudado a limpiar y hacer los que aceres de la casa, no mentiría sí en algún momento del día no había admirado de sobre manera a las amas de casa. Por la tarde habían pensado en disfrutar ir a un restaurante a comer y luego de ahí ir de tiendas, logrando así no solo coger y comprar ropa para ellos, sino también alguna pequeña tontería o ropa para sus hijos. Y una vez caída la noche cenaron fuera y regresaron juntos hasta la casa.

Por alguna razón el albino parecía fregar algo en la cocina, mientras que por otro estaba Jumin completa y absolutamente agotado de todo el día libre que habían tenido.
El sonido del agua corriendo parecía haberse acabado, y con ello empezaron los pasos sordos acercarse hasta Jumin.
-¿Jumin, te encuentras bien? - preguntó Zen al ver como su pareja parecía quedarse dormido en una posición incomoda.

Al escuchar su nombre y ver que provenía de su esposo, no pudo evitar sentarse correctamente e indicarle que se sentara encima suya.

-Si quieres puedes irte a dormir ya. - propuso Zen, empezando a sentir el agarre por las caderas de Jumin.

-Estoy bien, solo un poco cansado. - apoyaba su cabeza cansada en el hombro que le regalaba su pareja, la cual no evitó pasar sus dedos por las finas hebras del cabello oscuro. -Al fin tenemos un día para nosotros solos, y quiero aprovecharlo antes de que vuelvan esos dos. - rió por lo bajo el azabache mientras apretaba un poco más el agarre.

-¿No los hechas de menos?

-Claro que los hecho de menos, son mis hijos, pero sé que con quienes están puedo confiar en que todo saldrá bien. - y con aquello dicho se repuso y miró a los rojizos ojos de su pareja, los cuales parecían tener cierto brillo que lo hacía sonreír por alguna absurda razón. -¿Sabes que tienes unos ojos hermosos? - coqueteó el azabache mientras acercaba su cara a la contaría sin acelerar mucho el tiempo.

-Fue una de las primeras cosas que mencionaste que amabas de mí. - rió por lo bajo, el de cabellos grisáceos blanquecinos.

-No puedo evitar no enamorarme de esos ojos tan llenos de cariño y amor que parecías regalarle a todo el mundo; menos a mí. - finalizó con una pequeña mueca terminada en una sonrisa al recordar esos tiempos.

-No era mi culpa que te comportaras como un absoluto imbécil. - respondió en defensa el de cabellos blancos, rodeando poco a poco con sus finos pero bien formados brazos el cuello de su marido.

-No te lo voy a negar, narcisista. - llamó por el antiguo mote al albino.

-Gracias, loco de los gatos. - y con eso seguía el juego de los motes.

-No hay de que, - poco a poco se acercaban como podían a los labios contrarios, formulando un mote antes de unirse en un beso. -Zenny.

El baile parecía empezar a cobrar vida, pues o era uno el que llevaba el ritmo de la canción o era el otro.

Las manos juguetonas de Jumin repasaban la espalda bien formada de su marido, y con ello contribuían a que las contrarias hicieran fuerza en la unión del beso.

Familia [Zen X Jumin] [Mystic Messenger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora