Noche 05 - Parte 02

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Tembló de cabeza a los pies al escuchar aquella voz, no tenía idea de si era aún la droga que circulaba por su sangre o la máscara pero había resonado irreconocible como si no fuera una criatura humana.

¡Ella no hizo nada! ¡Ni yo! ¡Yo tampoco! ¿Por qué mierda haces esto? ¡Ni siquiera te conozco!

No prestas atención.

JungKook se quedó quieto, sin respirar. ¿Realmente conocía a esa persona o solo está jugando con su mente? Aun así hizo el esfuerzo por ver su cuerpo, por tratar de sacar su altura, más alto que él era, pero no podía concentrarse escuchando el ruido de la camilla metálica estremecerse cada vez que Rose se movía y lloraba. La estaba cortando, cada vez más profundo. El asesino estaba marcando los cortes con suma paciencia como si tuviera todo el tiempo del mundo, pero seguramente era porque quería alargar la agonía de la muchacha.

¿No me reconoces cierto?

¡No! ¡No se daba cuenta! Lo miró y deseó tener poderes para ver a través de las máscaras, no notaba nada familiar ni siquiera en los gestos, ni en la tonada de voz, nada. Y eso pareció enfurecerlo. Tomó el rostro de ella hundiéndole con fuerza los guantes en las mejillas.

¡Mírame! Vas a morir por culpa de JungKook, vas a ser asesinada por ese idiota, pero también por la manera en que miras.

JungKook se confundió con aquello último pero Rose, ella lo entendió a la perfección porque se quedó callada, temblando, eso quería decir que efectivamente lo conocían. Podía ser algún enemigo del pasado o en el caso más enfermizo un amigo... pero lo que seguía siendo una incógnita es que nadie sabía porque mierda estaba matando a todas esas mujeres.

La paciencia del asesino culminó con esas palabras, como si hubiera sentenciado a la chica. Dejó el bisturí a un lado y tomó un hacha pequeña, de mano. JungKook sufrió un colapso en su corazón y comenzó a gritar y sacudirse con fuerza al igual que Rose. El primer golpe fue directo a su hombro, resonó en el ambiente el sonido seco de un hueso quebrarse. Los gritos de la chica se intensificaron al igual que la presión que él ejercía en las cuerdas, su propio sudor y la sangre se mezclaban en sus brazos, pero las gruesas cuerdas no cedían ni un poco.

'Dios santo, que no muera, no.' Aún podía pensar claramente pero poco a poco se iba convirtiendo en un manojo de nervios, a medida que cada golpe acertaba en el lugar indicado y ella reducía tanto sus movimientos como sus sollozos, JungKook iba perdiendo un poco de cordura. Pero se obligaba a ver, se obligaba a él mismo a mantener sus orbes en el arma homicida llena de líquido carmesí porque tenía la vaga esperanza que NamJoon llegaría y mataría a ese hijo de puta sin preguntar, sin un alto policía, nada, cruzaría el umbral de ese estacionamiento y lo mataría, después lo liberarían y mientras todos se preocupaban por una ambulancia para Rose él le quitaría la máscara para revelar el misterio, pero ya era tarde.

Rose no se movía por su cuenta.

Su cuerpo convulsionaba únicamente por la fuerza empleada por el hombre de la máscara de gas que la estaba trozando como si se tratara de un pollo. Nunca más comería pollo. Si es que lo dejaba vivo para poder negarse a dicha comida.

Rose..... Rose....

Le dolía la garganta, se sentía mareado, con muchas ganas de vomitar. Alzó la vista hacia el techo ya que una luz comenzó a titilar de repente como si estuviera en cortocircuito. Deseaba que comenzara un incendio y murieran los tres allí, no le importaba sacrificar su vida con tal de que ese hijo de puta muriera. Que ardiera en el infierno mientras su carne se reducía a cenizas, él estaría allí para verlo todo al igual que paso con ella. Se removió en su lugar ahogando una arcada, pero a la segunda terminó ensuciando el piso.

No estaba allí. El asesino estaba metido en su propio mundo cortando todo con sumo cuidado. JungKook creía que no iba a poder vomitar otra vez pero cuando divisó que las manos ajenas se perdían en la herida del vientre que le había hecho volvió a hacerlo. JungKook era de esas personas que ponían cara de asco a programas de doctores y emergencias pues le daba impresión la sangre y las cirugías e inmediatamente debía cambiar de canal o comenzaba a sentir un revoltijo molesto en su estómago.

En ese sitio podía apartar la vista pero los sonidos no y escuchaba con suma atención como el aparato reproductor femenino era extirpado de aquel cuerpo ya sin vida. Mantuvo los ojos apretados con fuerza mientras las lágrimas brotaban con fuerza. Recordaba el expediente, nadie sabía que sucedía con aquella parte del cuerpo, nadie y él no quería saberlo, ¡Dios que no quería! pero le fue inevitable mirarlo cuando el adverso se quedó en silencio cosa que se arrepentiría el resto de su vida.

Se lo estaba comiendo.

Crudo.

Había levantado su máscara y dejado al descubierto su boca para poder hacerlo. Con fuerza arrancaba los pedazos de carne cruda del útero desgarrándolo como si su mandíbula ejerciera fuerza suficiente para que hiciera tal acto sin esfuerzo. Se supone que los seres humanos son incapaces de cortar carne cruda porque nuestros dientes son de herbívoros, pero aquel hombre parecía todo un depredador.

Su vista se nubló, estaba al borde de perder la conciencia y fue en esos momentos que su barbilla mojada en sangre se le hizo familiar, muy familiar. Tenía razón, lo conocía.

Despertó asustado ¿Cuánto tiempo se había dormido? ¿Dónde demonios estaba NamJoon? Cayó al suelo de costado por moverse, estaba libre, sí, pero sus pernas no reaccionaban y es que frente a él aún estaba el asesino frente a si envolviendo las partes de Rose con cuidado. ¿Cuán enfermo había que estar para hacer eso con toda la paciencia del mundo? Para colmo lo estaba acomodando sobre la camilla metálica que chorreaba sangre coagulada como siempre, como un maniquí, como un monigote de madera.

Agradecía no haber visto como desollaba su cabello, hubiera vomitado una vez más, aunque no sabía claramente si dormido lo había hecho otra vez porque sentía ese sabor horrendo en su boca. Se recompuso con cuidado justo cuando el hombre se iba acercando a él con algo en su mano y comenzó a temblar como un cachorro abandonado.

Que no lo matara, le rogaría, haría lo que fuera, pero no quería morir, en esos momentos pese a todo lo que había presenciado quería respirar porque aún le quedaba algo por lo cual luchar, Taehyung. Todavía tenía que confesarse, aunque sea probar una vez más sus labios, necesitaba hacer algo antes de irse de ese mundo. La luz sobre su cabeza continuaba tiritando y ese efecto hacía mucho más tétrico al hombre de la máscara de gas que se arrodilló frente a él. Le dejó aquello sobre las piernas, estaba frío, era el pie de Rose, ese en el cual tenía su hermoso tatuaje que él le había ayudado a elegir.

Gritó con fuerza y pataleó para quitárselo de encima, con ambos codos se arrastró sobre el piso sin darse cuenta que se deslizaba sobre su propio vomito. El asesino volvió a tomar el pie y a modo de chiste lo puso en su camino, frente a su cara lo que provocó que JungKook rompiera en llanto y se diera vuelta como una tortuga queriendo huir de esa situación. No escuchaba ninguna risa, pero sabía que había una curva en los labiales ajenos.

B-basta... por favor... por favor...

Otra vez sentía que su propio cuerpo se desvanecía en un intento por alejarlo de más situaciones traumáticas, tratando de preservar lo escaso de cordura que quedaba en él. Temblaba como si hiciera un frío de los mil demonios y hasta ese entonces no se había dado cuenta que se había orinado encima del miedo. Había tocado fondo. Hasta su orgullo había quedado magullado.

Al parecer el hombre sintió pena pues no volvió a acercarle el pie que sostenía con una sola mano o tal vez se estaba percatando que estaba por desmallarse nuevamente. Lo vio buscar algo en su bolsillo y pensó lo peor, que le daría alguna inyección para matarlo como la que se le dan a los perros que se sacrifican. Nada puntiagudo salió de allí y aunque hubiera sacado una daga ya su cuerpo no se estaba moviendo, estaba anestesiado en una previa a perder el conocimiento.

El hombre con sus guantes negros dejó sobre el suelo aquello que había sacado y se alejó para terminar su trabajo de envolver y acomodar aquel pie. JungKook volteó ligeramente su cabeza con mucho esfuerzo y notó por el rabillo del ojo un pequeño elefante de madera tallado. Su corazón se detuvo unos segundos, ahora sabía bien de quién se trataba el asesino y que ciertamente lo conocía.

Era Jimin.


CONTINUARÁ...

Ocho noches de terror - BTS - TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora